"Todo es casi real"
El artista dan¨¦s Olafur Eliasson estuvo ayer en Barcelona para recibir el premio Joan Mir¨®, dotado con 70.000 euros, que este a?o ha convocado por primera vez la Fundaci¨®n Mir¨®, en colaboraci¨®n con la Fundaci¨® Caixa Girona. Eliasson, nacido en 1967, es el m¨¢s conocido artista escandinavo, con una obra espectacular y muy compleja, que concibe asistido por arquitectos, ingenieros y dise?adores, y que juega con paradojas lum¨ªnicas y geom¨¦tricas a veces de gran elegancia y belleza.
En la Bienal de Venecia del a?o 2005, donde representaba a su pa¨ªs, instal¨® en un contenedor a oscuras una l¨ªnea de luz en la cual el sol recorr¨ªa en unos breves minutos el curso de un d¨ªa, para volver a recorrerlo de inmediato: as¨ª alud¨ªa a la "conciencia de la dimensi¨®n temporal", que es la cuarta dimensi¨®n de todos los objetos, tambi¨¦n de las obras de arte. En la Tate Modern de Londres, con un sol artificial de dimensiones colosales convirti¨® la Turbine Hall en un espacio irreconocible y misterioso, donde los visitantes aprovechaban para "broncearse" tumbados en la rampa. En el cielo de Utrecht, un sol de metal instalado en la azotea de un edificio e iluminado por un foco produc¨ªa cada tarde un Doble crep¨²sculo. Los focos que instal¨® en lo alto de una torre en Lernacken, enfocando un puente entre Dinamarca y Suecia, hac¨ªan que el puente variase de color seg¨²n los peatones o los autos se desplazasen por ¨¦l...
El creador island¨¦s recibi¨® ayer en Barcelona el primer Premio Joan Mir¨®
"Quiero tener un lugar en este mundo que tenga sentido para m¨ª..."
Pero en Espa?a, y hasta que la Fundaci¨® Mir¨® y la Caixa Girona organicen el a?o pr¨®ximo las exposiciones ligadas al premio, lo m¨¢s conocido de Eliasson son los Paths of Nature: Caminos de Naturaleza: las fotograf¨ªas de r¨ªos y accidentes geogr¨¢ficos, de casas y faros, de campos y monta?as que el artista toma durante sus estancias veraniegas en Islandia, repetidas a?o tras a?o, y que se expusieron el a?o pasado en la sede de la Fundaci¨®n Telef¨®nica, durante el festival PHotoEspa?a.
"No voy a Islandia porque mi familia proceda de all¨ª, ni por la belleza rom¨¢ntica de los paisajes", explic¨® ayer Eliasson. "No voy porque Islandia sea Islandia. Voy porque yo soy yo. Y cuando digo 'yo' no lo digo ego¨ªstamente, quiero decir yo como parte de un contexto. Precisamente una de las bendiciones de caminar por la naturaleza es que ejercitas ciertas relaciones entre t¨² y tu entorno. Y es bueno de vez en cuando ejercitar esa relaci¨®n m¨¢s o menos conflictiva que todos tenemos con nuestro entorno. Yo me siento feliz cuando soy parte de algo m¨¢s. Yo personalmente odio estar solo. No quiero sentirme sin causa ni consecuencia. Quiero sentir que mi vida tiene sentido. No estoy hablando de utop¨ªa, ni sobre liberaci¨®n, ni sobre modernidad, es simplemente que quiero tener un lugar en este mundo que tenga sentido para m¨ª... Caminar diez kil¨®metros desde aqu¨ª hasta aquella monta?a me provoca un sentimiento tan claro y tan profundo del tiempo que me toma y la forma en que el paisaje va cambiando, la manera en que la monta?a se va acercando... el proceso, m¨¢s que la monta?a en s¨ª misma o la belleza del camino es de tal cualidad, que me permite ejercitar mi forma de sentirme parte de algo. Yo vivo en Berl¨ªn, y tambi¨¦n en Copenhague y al regresar a las ciudades y a sus complejas sociedades y a la responsabilidad de ser un ciudadano en la ciudad me traigo de mis viajes por la naturaleza las herramientas que he afilado, que he aguzado en el sentido de la causalidad, y puedo sentir m¨¢s vibrantemente la ciudad gracias a haber estado en el campo. As¨ª que voy a la naturaleza para sentirme m¨¢s cerca de la ciudad. Para ejercitar mis sentidos para usarlos en la ciudad. Porque la manera en que la ciudad trata nuestros sentidos no es ejercit¨¢ndolos, sino todo lo contrario, tutel¨¢ndolos".
Las primeras obras que le dieron notoriedad a Eliasson fueron, a partir del a?o 2000, las del proyecto Green River, cuya primera realizaci¨®n tuvo lugar en Estocolmo. El artista ti?¨® de color verde el r¨ªo que cruza la ciudad arrojando desde un puente un saco de pigmento ecol¨®gicamente inocuo, pero muy eficaz como colorante ef¨ªmero. El pigmento primero se elev¨® en el aire como una nube de polvo rojo y luego al caer sobre la corriente ti?¨® el r¨ªo de verde. Los casuales espectadores quedaron boquiabiertos. Al d¨ªa siguiente el hapening estaba en la portada de todos los diarios locales.
"Lo que yo pretend¨ªa era hacer Estocolmo real. Creo que Joan Mir¨®, que estuvo ligado al surrealismo, estar¨ªa de acuerdo en que nada es verdaderamente real, sino que todo es 'casi real', y el ¨²ltimo salto desde lo 'casi real' hasta lo 'verdaderamente real' es la imaginaci¨®n".
?Y qu¨¦ le faltaba a Estocolmo para ser del todo real? "Es una ciudad cuya identidad, aspecto arquitect¨®nico y espacialidad fueron definidos entre 1820 y 1920, en una modernidad muy temprana. Desde entonces se intenta preservar la ciudad como museo, se intenta detener el tiempo, como sucede en tantas ciudades europeas. Pero la dimensi¨®n temporal es absolutamente imprescindible, porque en ella reside la causalidad, y en la causalidad, la relatividad, y yo necesito que mi entorno sea relativo para sentirme capaz de negociar con ¨¦l, y no sentirlo como una pared con la que no puedo hablar, negociar. El R¨ªo Verde consist¨ªa, como es evidente, en un ataque. Un ataque para meterme en la ciudad, para hacer la ciudad inclusiva".
A partir de entonces repiti¨® los "ataques" en otras ciudades como Los ?ngeles, Tokio, Oslo, Bremen, Berl¨ªn... y tambi¨¦n en el campo de Islandia. Eliasson suspendi¨® este tipo de ataques a partir del 11-S, un ataque de otra clase, a las ciudades, un ataque de tal contundencia y agresividad que dej¨® el concepto inservible.
Intervenciones en los r¨ªos y fotograf¨ªas de paisajes, e instalaciones en las que introduce en el espacio de la galer¨ªa fen¨®menos de la naturaleza, como g¨¦iseres, lagos, bancos de niebla, etc, llevan a algunos a considerar a Eliasson desde un punto de vista m¨¢s o menos ecol¨®gica, con el que el artista dan¨¦s marca distancias al insistir en que "no hay naturaleza sino un constructo personal de cada uno" y en que no hay obra sin contexto.
En este sentido, algunas de sus piezas con luces, con focos, con faros marinos, con l¨¢mparas, con caleidoscopios, parecen el desarrollo de ciertas pr¨¢cticas del arte cin¨¦tico que en los a?os sesenta reuni¨® en la parisiense galer¨ªa Denise Ren¨¦ a Vasarely, Soto y otros artistas que pretend¨ªan hacer de cada espectador coautor de la obra de arte. Eliasson siente admiraci¨®n especialmente por el italiano Gianni Colombo, y su Espacio el¨¢stico de la Bienal de Venecia en 1968, un ambiente que palpitaba, implicando a los espectadores en trayectos que cada uno percib¨ªa de manera distinta. "Pero en los a?os sesenta Italia era una sociedad art¨ªstica llena de dandys, as¨ª que su espacio el¨¢stico no tuvo consecuencias filos¨®ficas, cr¨ªticas y sociales... Aquellos artistas, que deseaban cambiar el mundo, y no mediante la representaci¨®n sino mediante el intercambio, la energ¨ªa, la relaci¨®n... no lograron transgredir el estigma de que sus obras fueran obras de arte".
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