S¨¢nchez Puerto
Antonio S¨¢nchez Puerto, el buen torero manchego, cl¨¢sico y puro como pocos, organiz¨® el pasado verano un festival en su pueblo, Cabezarrubias del Puerto, en el bell¨ªsimo valle de Alcudia. Previamente se hab¨ªa inaugurado la plaza de Antonio S¨¢nchez en un recoleto rinc¨®n del peque?o pueblo. Un azulejo rememora el pase sentado en una silla que S¨¢nchez Puerto reinvent¨® en Las Ventas de Madrid.
Antonio reuni¨® en su rinc¨®n manchego un cartel de culto para la afici¨®n de Madrid: Gregorio T¨¦bar, El Inclusero, de 60 a?os y 40 de alternativa; Carlos Escolar, Frascuelo, con m¨¢s de 30 a?os de matador de toros, y el propio Antonio, con m¨¢s de 25 a?os de doctorado. Una reliquia. Tambi¨¦n una gran paradoja. Tres toreros preferidos de la dura y exigente afici¨®n madrile?a y tres toreros marginados -excluidos- de las pasadas ferias.
El Inclusero, figura de novilleros a los 60 a?os, tom¨® la alternativa en Valencia con Antonio Ord¨®?ez de padrino en 1966. Desde entonces, apenas ha toreado. Su excelsa ver¨®nica, de impecable brazo, belleza y hondura. Su hacer con la muleta, de acabada finura. Nada le vali¨® ante la cortedad de empresarios taurinos.
Frascuelo tom¨® la alternativa en Barcelona, en 1974, de manos de Curro Romero. Cosido a cornadas, tuvo que emigrar a tierras americanas; Bolivia, Per¨², Ecuador. Regres¨®, y con un par de tardes fue torero de Madrid.
En Cabezarrubias del Puerto hubo, este pasado verano, en una tarde c¨¢lida de julio, una cita con el arte, una cita, casi clandestina. Tres grandiosos toreros, tres rebeldes, hicieron vibrar los cimientos de la tauromaquia. El toreo puro, el toreo cl¨¢sico, el toreo eterno sal¨ªa no del cuerpo, sino del alma de tres toreros que son patrimonio de la historia de la tauromaquia.
Babelia
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