El honor perdido de los socialistas
El pasado marzo se reedit¨® el libro de Heinrich B?ll El honor perdido de Katharina Blum o C¨®mo surge la violencia y ad¨®nde puede conducir, con un interesante ep¨ªlogo, in¨¦dito hasta ahora, en el cual destacaba la importancia del subt¨ªtulo y la advertencia preliminar: "Las personas que se citan y los hechos que se relatan son producto de la fantas¨ªa del autor. Si ciertos procedimientos period¨ªsticos recuerdan los del Bild-Zeitung, el paralelismo no es intencionado, ni casual, sino inevitable".
Aviso oportuno dado el transcurso de la actividad pol¨ªtica y period¨ªstica en los ¨²ltimos a?os, cuyo paradigma podr¨ªa ser el tratamiento dado al m¨¢s grave atentado terrorista, el del 11-M. Los desatinos que cierta prensa y el PP transmitieron han quedado desmontados en la celebraci¨®n del juicio oral, pues no existi¨® implicaci¨®n de ETA en aquel atentado. En los d¨ªas inmediatamente posteriores a tan brutal masacre qued¨® meridianamente clara la autor¨ªa del terrorismo yihadista, justo antes de que los electores castigaran al PP d¨¢ndole la mayor¨ªa al PSOE. Y est¨¢ quedando definitivamente aclarada durante el juicio.
Algunos medios de comunicaci¨®n y el mismo PP actuaron y act¨²an como instrumentos de intoxicaci¨®n apelando s¨®lo a sentimientos y pasiones que pueden contribuir a que el cauce de la vida democr¨¢tica se desborde.
As¨ª ocurre con el tratamiento del terrorismo, la ilegalizaci¨®n de listas electorales ligadas al complejo militar, pol¨ªtico y financiero de HB-ETA, la desconfianza en el poder judicial y la machaconamente cacareada venta de Navarra.
En este ¨²ltimo caso el honor perdido de los socialistas navarros se ha visto seriamente mancillado, y la murga, pertinaz como una salmodia, se incrementar¨¢ durante la campa?a electoral. Ya pueden decir y repetir los socialistas que, como no puede ser de otra manera, respetar¨¢n la normativa legal: la Constituci¨®n de 1978 (por cierto, Aizp¨²n, UPN, Garaicoechea, PNV, y Zabaleta, HB, firmaron juntos un llamamiento en el que no consideraban "aceptable desde el punto de vista foral" aquella Constituci¨®n) y el Amejoramiento del R¨¦gimen Foral de 1982. La redacci¨®n y aprobaci¨®n de ambas leyes cont¨® con la contribuci¨®n relevante de los socialistas espa?oles y navarros. Ya pueden afirmar ¨¦stos y aun prometer con solemnidad que con su voto no se modificar¨¢ el status de Navarra en beneficio de las pretensiones anexionistas de los nacionalistas vascos. Vano empe?o.
Esas afirmaciones no contentan a quienes hacen o¨ªdos de mercader a lo que se dice y hace, pues inventan cesiones que no se han producido y dan p¨¢bulo a las claudicaciones que se producir¨¢n tras el resultado electoral del pr¨®ximo d¨ªa 27 con la misma impavidez con que abordaron la guerra de Irak o el atentado del 11-M. La mentira apenas tiene coste personal y cuentan con que la memoria ciudadana es flaca.
Por eso la derecha intenta mantener alimentadas las pavesas del miedo y el riesgo inminente para Navarra (agravado por las encuestas que cada d¨ªa pronostican que UPN, el PP en Navarra, perder¨¢ el Gobierno) esgrimido como punta de lanza de la destrucci¨®n de la naci¨®n espa?ola y hasta del propio sistema democr¨¢tico.
En periodo electoral todo se agudiza, pero la confrontaci¨®n entre los partidos pol¨ªticos no se percibe de igual manera por la ciudadan¨ªa en las calles y en el trabajo. Nuestra sociedad est¨¢ mucho menos enfrentada y fragmentada.
Hace ya algunos a?os investigu¨¦ sobre los or¨ªgenes de la Guerra Civil en Navarra y aprend¨ª de uno de los grandes hispanistas del siglo pasado, Pierre Vilar, que, cuando indagamos sobre estallidos sociales, los historiadores no debemos preocuparnos "de la cerilla del fumador, sino de la potencia del explosivo".
Ahora no hay condiciones para ning¨²n estallido social, aunque tengo claro qui¨¦n enarbola la cerilla: algunos medios de comunicaci¨®n que no descansan en su af¨¢n por devorar adversarios y excitar las emociones de lectores y oyentes y el PP-UPN, bajo el mismo lema autoritario: o est¨¢s conmigo o contra m¨ª.
No vivimos en los a?os treinta del siglo pasado, cuando el estallido social planeaba sobre Espa?a, lo mismo que sobre toda Europa. Tiempos aquellos en los que casi todos los pueblos ten¨ªan un casino o c¨ªrculo de las derechas y otro liberal, republicano o de izquierdas. Hemos asimilado la lecci¨®n de la Guerra Civil espa?ola (tres guerras civiles vieron nuestros campos entre 1833 y 1939) y de la II Guerra Mundial, especialmente en Europa. Nuestra econom¨ªa crece a buen ritmo, nuestra solidez democr¨¢tica tiene ya treinta a?os cumplidos, la educaci¨®n es obligatoria hasta los 16 a?os, la Universidad est¨¢ al alcance de toda persona con capacidad, los empresarios y los sindicatos firman acuerdos importantes, el empleo aumenta y el paro disminuye. La satisfacci¨®n de lo alcanzado no debe dejarnos satisfechos, pues la historia muestra que el progreso econ¨®mico, social y pol¨ªtico no est¨¢ garantizado para siempre y los pa¨ªses pueden retroceder. Por ejemplo la innovaci¨®n y la investigaci¨®n son una de nuestras debilidades colectivas.
Tenemos una Europa unida y cada vez m¨¢s ampliada, a la que tardamos mucho, demasiado, en llegar. ?C¨®mo habr¨ªa evolucionado nuestro desarrollo econ¨®mico sin los fondos estructurales y de cohesi¨®n, sin el Acta ?nica o sin el euro? En poco tiempo hemos vivido avances impensables siquiera hace cincuenta a?os. Y seguimos celebrando elecciones democr¨¢ticas desde 1977.
Por eso es tan importante que la sensatez se imponga, que se acabe con el ruido y con la crispaci¨®n (asunto dif¨ªcil en campa?a electoral) nacidas de una relaci¨®n pol¨ªtica que s¨®lo se reconoce en el antagonismo permanente y aborrece el acuerdo. Parece que la alternancia en el poder, base fundamental de todo sistema democr¨¢tico, no pudiera alcanzarse sin la previa aniquilaci¨®n del adversario, convertido en enemigo irreconciliable. As¨ª, el debate entre adversarios que han de saber respetarse mutuamente, pues est¨¢n llamados a sucederse, se ha convertido en una confrontaci¨®n amigo-enemigo, que puede dar paso a la vulneraci¨®n de las normas m¨¢s elementales en las que se sustenta la convivencia ciudadana y acabar con un necesario clima de tolerancia.
La denuncia de falta de claridad de los socialistas navarros sobre sus futuros pactos de gobierno y las cesiones del Gobierno nacional ante ETA, ahora por las listas electorales de ANV, son los ejes del ataque pol¨ªtico para minar el cr¨¦dito y honorabilidad de los socialistas.
Ojo, pues, a la advertencia de B?ll sobre c¨®mo surge la violencia y ad¨®nde puede conducir.
?ngel Pascual es historiador.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.