Blairismo sin Blair
A pesar de Irak, la historia har¨¢ justicia a Tony Blair, el primer ministro brit¨¢nico m¨¢s internacionalista que ha producido el Reino Unido desde Winston Churchill. Con una diferencia. El great old man (el gran viejo) siempre actu¨® para proyectar el poder¨ªo brit¨¢nico en el mundo en defensa de un Imperio indefendible -"Me alegro de no presidir la desintegraci¨®n del Imperio brit¨¢nico", dijo en 1947, cuando Londres concedi¨® la independencia a la India-, mientras que Blair ha actuado siempre movido por una firme creencia en un internacionalismo basado en la propagaci¨®n de los valores democr¨¢ticos y de libertad frente a los tiranos que la reprimen. Nadie reprocha a Churchill sus sonados fracasos militares como Primer Lord del Almirantazgo en Gallipoli en la Primera Guerra Mundial, ni en Noruega, en la Segunda, que se saldaron con la p¨¦rdida de decenas de miles de vidas. Todos le juzgan por el conjunto de su vida pol¨ªtica, por su indomable voluntad de victoria frente a las amenazas totalitarias del nazismo y del fascismo y por su constante denuncia de la otra amenaza a las libertades de Occidente representada por el comunismo sovi¨¦tico. Como el l¨ªder tory, Blair ha sido coherente con su pensamiento, expuesto con claridad meridiana en un memorable discurso pronunciado en Chicago en 1999, dos a?os antes del 11-S y cuatro a?os antes de la invasi¨®n iraqu¨ª.
En ese discurso, el primer ministro saliente defendi¨® el principio de que el mundo tiene que intervenir algunas veces en las naciones donde los valores globales est¨¢n en peligro. "La globalizaci¨®n engendra interdependencia y esa interdependencia genera la necesidad de establecer un sistema de valores comunes para que funcione". Y esos valores comunes no son otros que la libertad, la democracia, la tolerancia y la justicia. Fueron esas ideas las que le llevaron a intervenir en Sierra Leona, a imponer sanciones econ¨®micas al dictador Robert Mugabe de Zimbabue, a patrocinar el env¨ªo de tropas a Kosovo, que determin¨® la ca¨ªda de Slobodan Milosevic, a unirse a las tropas de la OTAN en Afganist¨¢n y a copatrocinar la invasi¨®n de Irak, cuyos resultados est¨¢n a la vista. Como se?alaba recientemente David Brooks en The New York Times, Blair es "la personificaci¨®n del anti-Huntington", el profesor de Harvard Samuel Huntington, que defiende la teor¨ªa del "choque de civilizaciones" y que cada civilizaci¨®n debe abstenerse de intervenir en la otra. "No existe un choque de civilizaciones", mantiene Blair, "sino un choque sobre civilizaci¨®n, la eterna batalla entre el progreso y la reacci¨®n, entre los que abrazan y ven la oportunidad que presenta el mundo moderno y aquellos que rechazan su existencia". Blair se ha podido equivocar en Irak -de hecho, acaba de reconocer la existencia de errores tras el derrocamiento de Sadam Husein-. Pero su apoyo a la aventura militar americana en Mesopotamia no se produce por servilismo a Bush, sino por sus propias convicciones. Y esa filosof¨ªa de cooperaci¨®n con Estados Unidos en la lucha contra el terrorismo islamista all¨¢ donde se encuentre se va a mantener por su sucesor al frente del laborismo brit¨¢nico y por el primer ministro que salga de las pr¨®ximas elecciones generales, sea ¨¦ste Gordon Brown o el nuevo l¨ªder conservador, David Cameron. Ambos han prometido mantener la contribuci¨®n brit¨¢nica al esfuerzo b¨¦lico en Irak y Afganist¨¢n. Ambos se consideran tan atlanticistas como Blair -Brown incluso veranea desde hace a?os en Massachusetts cerca de los Kennedy-, aunque ambos desean pasar la p¨¢gina Bush y colaborar con el pr¨®ximo ocupante de la Casa Blanca. En cuanto a pol¨ªtica dom¨¦stica, el blairismo seguir¨¢ presente, aunque esa gran m¨¢quina de ganar elecciones llamada Tony Blair no ocupe el 10 de Downing Street. Brown ha sido el arquitecto de su pol¨ªtica econ¨®mica y no va a tirar piedras contra su propio tejado. En cuanto a Cameron, el mejor pron¨®stico que se puede hacer sobre su pol¨ªtica futura, si gana las pr¨®ximas elecciones, es que los brit¨¢nicos le conocen como Blair lite o Blair leve.
Y, ?qu¨¦ consecuencias puede tener en la Uni¨®n Europea la retirada de Blair? Una b¨¢sica. El establecimiento de un triunvirato de nuevos l¨ªderes, Angela Merkel, Nicolas Sarkozy y Brown, que comparten una visi¨®n parecida del mundo, de la econom¨ªa, de la Uni¨®n Europea y de las relaciones de la UE con Estados Unidos. Mal augurio para los que no est¨¢n en esa longitud de onda.
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