Aquello que tocaba su mirada
Geoffrey Hill (Bromsgrove, Worcestershire, 1932) es uno de los poetas m¨¢s singulares ingleses vivos y lo es porque su poes¨ªa ostenta el extra?o y dif¨ªcil galard¨®n de no seguir las sendas m¨¢s acomodaticias y gregarias que siempre garantizan dulce acogimiento y pl¨¢cido bienestar. Public¨® poco durante casi 40 a?os (en los ¨²ltimos tiempos ha crecido asombrosamente su obra) y esa parquedad le sirvi¨® para identificarse consigo mismo, que es a lo m¨¢ximo que debe aspirar cualquier poeta aut¨¦ntico. No se parec¨ªa en nada a sus contempor¨¢neos -Philip Larkin, Kingsley Amis y compa?¨ªa-, y reivindicaba una cierta exigencia austera pero al mismo tiempo un cierto orgullo moderno, emparentado con T. S. Eliot y Ezra Pound.
HIMNOS DE MERCIA
Geoffrey Hill.
Edici¨®n de Jordi Doce y Juli¨¢n Jim¨¦nez Heffernan
DVD. Barcelona, 2007
153 p¨¢ginas. 11 euros
De hecho, cualquier lector
que decida leer Himnos de Mercia (1971) comprobar¨¢, puede que con cierta desaz¨®n, que sus secuencias en prosa -as¨ª las llama su autor- est¨¢n salpicadas de m¨²ltiples referencias de dif¨ªcil control y conocimiento si no se es un experto en las materias aludidas (lengua antigua inglesa, escultura y tapices medievales, mitolog¨ªa celta, etc¨¦tera). Incluso el autor a?adi¨® (al modo eliotiano) unas notas aclaratorias por si acaso, es decir, por si sus lectores se extraviaban en el mar de las alusiones jerogl¨ªficas. Sostengo que esas notas no son del todo necesarias, pero tal vez s¨ª lo fuera el gesto de afirmar unos antecedentes po¨¦ticos radicalmente segados por la insularidad larkiana. En todo caso, lo bello de este libro no reside en absoluto en sus riquezas arqueol¨®gicas ajenas al com¨²n de los lectores sino en la intrigante articulaci¨®n que se establece en ¨¦l entre el pasado y el presente, entre la Inglaterra lejana y profunda y casi sagrada y la m¨¢s actual y perfectamente profana; entre el hermetismo m¨¢s irremediable y natural y la explicitud m¨¢s luminosa y sosegada, entre la mitolog¨ªa reverenciada y la realidad en ocasiones tambi¨¦n elevada, entre la muerte que siempre tiene lugar y la vida que parece nacida para negarla radicalmente (pasajes de austera celebraci¨®n de la existencia, esculpidos en un lenguaje preciso, austero, grave pero a la vez muy emotivo y a rachas netamente fulgurante).
Mercia es el nombre de una
regi¨®n inglesa medieval y Offa es uno de sus reyes hist¨®ricos. No se asuste el lector que debe acudir a este libro. No hay nada en ¨¦l de excavaciones profesorales para feroces y afilados eruditos. Esa trama hist¨®rica revela una nostalgia por encontrar las ra¨ªces vivas de un pa¨ªs amado pero al mismo tiempo es casi una excusa para hacer posible una excursi¨®n velada por el tiempo de un autor que prefiere la ocultaci¨®n antes que la explicitud de sus peripecias m¨¢s decisivamente vitales.
Pero la autobiograf¨ªa no desaparece del todo sino que destella asombrosamente desde ¨¢ngulos imprevistos, como los de la sencillez rescatada en medio de la m¨¢s enga?osa oscuridad. "Aquello que tocaba su mirada era su ternura". ?sa es la principal revelaci¨®n de este hermoso libro -bien traducido adem¨¢s y muy documentadamente presentado-, escrito por un poeta repudiado en su d¨ªa por los cen¨¢culos maniobreros y mediocres pero bendecido por el arte po¨¦tico que no se deja enga?ar tan f¨¢cilmente y que s¨®lo premia a los verdaderamente puros.
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