Un raro impulso

?sta ya no es la Espa?a de Puerto Hurraco. Incluso los cr¨ªmenes agrarios se empiezan a ejecutar con m¨¦todo. Por eso no sabr¨ªamos decir si el de Fago fue un asesinato rural llevado a cabo desde una mente urbana o un crimen urbano llevado a cabo desde una mente rural. Lo cierto es que la autoridad competente tard¨® m¨¢s de 20 d¨ªas en detener al presunto asesino, pese a que los sospechosos se contaban con los dedos de una mano. Tal es quiz¨¢ la lecci¨®n principal de este caso en una ¨¦poca en la que los peri¨®dicos han renunciado a la secci¨®n de sucesos por falta de oferta (la demanda no cesa, es la verdad).

Fago es un bell¨ªsimo pueblo aragon¨¦s, situado a m¨¢s de 888 metros de altura en el valle de Ans¨®, comarca de La Jacetania. Tiene 25 habitantes y quiz¨¢ no muchas m¨¢s casas, todas ellas de piedra y madera. Parece un pueblo hecho a mano por un experto en belenes de Navidad. Ya s¨®lo se ven conjuntos as¨ª en las postales y en algunos cuadros de pintores de provincias. Parece Suiza, por citar un paisaje que est¨¢ en el imaginario de todos. Pero su ambici¨®n art¨ªstica no se reduce a la arquitectura y al paisaje: su p¨¢gina web, por ejemplo, incluye varios p¨¢rrafos con ambiciones literarias, como aquel que dice que este pueblo protagoniz¨® "un tipo de migraci¨®n temporal fundamentalmente femenina que, como las golondrinas, cruzaban los puertos en San Miguel (oto?o) para ir a trabajar en las f¨¢bricas de alpargatas de Maule¨®n (Francia) o como sirvientas en casas del otro lado de la frontera y regresaban con el buen tiempo, coincidiendo con la vuelta de los ganados de tierra baja".

Ese "como las golondrinas" alivia, si no oculta, las penalidades de aquellas mujeres que en invierno trabajan para los se?ores y en verano para las vacas. La literatura al servicio del orden social establecido. Quiz¨¢ fue la literatura lo que hizo decir al presunto asesino, Santiago Maynar, que mat¨® al alcalde de Fago, Miguel Grima, dominado por un "impulso raro". Eso s¨®lo se puede decir bajo la influencia directa o indirecta de Camus (lo mat¨¦ porque hac¨ªa sol). Un impulso raro, ya ven, que no impidi¨® la premeditaci¨®n ni, quiz¨¢, la alevos¨ªa, un impulso raro que implicaba un grado de planificaci¨®n criminal considerable. Hab¨ªa que colocar, por ejemplo, un obst¨¢culo en la carretera por la que esa noche ten¨ªa que pasar el alcalde con su Mercedes. Hab¨ªa que confiar en que se bajara del coche para retirarlo, hab¨ªa que esperar que regresara para dispararle de frente, hab¨ªa que alejar el cad¨¢ver y el autom¨®vil del lugar de los hechos, hab¨ªa que deshacerse de la escopeta (que sigue sin encontrarse), hab¨ªa que volver a casa y echarse a dormir. Y despu¨¦s ven¨ªa lo m¨¢s dif¨ªcil: salir durante m¨¢s de 20 d¨ªas en los peri¨®dicos y en las televisiones confesando con toda la cara el odio que se le ten¨ªa a la v¨ªctima. Un impulso raro.

Ah¨ª tienen a Santiago Maynar unos d¨ªas antes de su detenci¨®n, seguramente haciendo declaraciones a la prensa. Parece un hombre tranquilo, interesante, experto en algo, pero tiene impulsos raros que lleva a cabo (presuntamente) con bastante precisi¨®n. Pasado ya alg¨²n tiempo del suceso, nos queda la impresi¨®n de que, al contrario del de Puerto Hurraco, este crimen no nos ense?¨® nada acerca de nosotros mismos. Un crimen sin significado, en fin, cometido en un bello paraje, a 888 metros de altura y a 116 kil¨®metros de Huesca.