La fama y los candidatos
Lo peor para un candidato es que no le conozcan. Nada hay m¨¢s lesivo en t¨¦rminos electorales que la falta de popularidad, porque la fama tiene un plus de atracci¨®n aunque sea mala fama. Basta con ver los programas del coraz¨®n. Asusta lo de Isabel Pantoja, a la que tratan de convertir en hero¨ªna de Espa?a no por sus m¨¦ritos adquiridos a golpe de copla, sino por dormir en el calabozo. Es decir, que, bien manejado, estar metido en un l¨ªo parece tener sus ventajas en nuestro pintoresco pa¨ªs. Tal vez por eso, las campa?as son dise?adas no tanto pensando en los programas como en el impacto que focalice la atenci¨®n de la gente en su cabecera de cartel. Igual que su predecesora, el candidato del PSOE a la alcald¨ªa de Madrid, Miguel Sebastian, ha sufrido las dificultades de librar una contienda electoral partiendo de un nivel de conocimiento pr¨®ximo al cero. "?Miguel, que?", era el chiste que circulaba por los mentideros de la Villa para recalcar que no le conoc¨ªa ni Dios. Sebasti¨¢n dispuso de menos tiempo y no ten¨ªa f¨¢cil el hacerse unas fotos sensuales como aquellas de Trinidad Jim¨¦nez con chupa de cuero que dispararon en horas su popularidad. Bastante le costar¨ªa a don Miguel vestirse de pichi en la pradera de San Isidro como para posar en tanga.
Ya nadie bromea preguntando qu¨¦ Miguel es ¨¦se. Mucho menos tras el debate
Con m¨¢s o menos acierto, el candidato del PSOE ha propuesto cosas hasta trasladar la sensaci¨®n de ser un tipo con ganas de trabajar por la ciudad. Miren por donde, ese atributo no le ha proporcionado ni de lejos el chute de notoriedad que le otorg¨® el foll¨®n de la CNMV, tan aviesamente manejado por el PP. Es verdad que su primer silencio tras el embate de Conthe se hizo eterno, pero lo cierto es que ya nadie bromea preguntando ?qu¨¦ Miguel es ¨¦se? Mucho menos tras el debate en RTVE. Sebasti¨¢n y Gallard¨®n me recordaron a esos ni?os cabroncetes que est¨¢n en la playa tir¨¢ndose tierra con la palita hasta que uno se arrebata y le planta al otro el cubo de barro en la cabeza. El resultado es un asco, todos de mala hostia y los asuntos de Madrid en el limbo. Lo ¨²ltimo que necesita esta ciudad es mierda y a sus pol¨ªticos en el "tomate". El candidato no nace, se hace, y pocos auguraban un gran futuro al hoy alcalde de Madrid cuando apareci¨® en la escena pol¨ªtica con sus gafotas de pasta y su pinta de Pitagor¨ªn. Gallard¨®n forj¨® su liderazgo lenta pero inexorablemente aguantando dos fracasos electorales antes de alcanzar el poder. Ahora, con tres victorias y 12 a?os de gesti¨®n, amuebla los discursos con una eficacia que asusta, especialmente en sus propias filas. Tampoco su compa?era de partido -y sin embargo enemiga-Esperanza Aguirre, goz¨® siempre de la fuerza, las hechuras y el liderazgo que ahora detenta. Ni los que la adoran ni quienes la detestan reconocen ya a la Mari Puri que tantos creyeron ver antes de que agarrara el poder auton¨®mico de Madrid.
Ese poder que le fue negado in extremis al socialista Rafael Simancas y que, sin duda, hubiera fulminado toda consideraci¨®n negativa sobre su estatura f¨ªsica y pol¨ªtica. Para un candidato, el mejor esteticista imaginable es el poder. Simancas creci¨® un palmo en los debates a dos que hicieron en televisi¨®n por el empe?o de la presidenta de no enfrentarse a m¨¢s de un rival a la vez. Do?a Esperanza nunca quiso creer que el subconsciente del espectador tiende a respaldar al que parece acosado. En la tele, tanto In¨¦s Saban¨¦s como ?ngel P¨¦rez marcaron la diferencia y supieron estar. Junto a los pol¨ªticos suele haber pocos profesionales y muchos pelotas. El pelota termina trastornando al adulado hasta hacerle creer que mea colonia. Que a nadie le extra?e que algunos candidatos se manifiesten como si nuestra vida sin ellos careciera de sentido. Los ciudadanos casi nunca lo creen. Ellos, por desgracia, s¨ª.
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