El cemento releva al 'Prestige'

Si se le pregunta a un andaluz, un catal¨¢n o un madrile?o por alg¨²n titular llamativo de las elecciones municipales de 2003, sin duda citar¨ªa el avance del PP en la Costa da Morte, una de las m¨¢s castigadas por la cat¨¢strofe del Prestige, ocurrida seis meses antes. Aquellos resultados chocaron con la imagen de semanas previas de contestaci¨®n social sin precedente contra la gesti¨®n de la crisis de los gobiernos de Aznar y de Fraga. Hoy el fuel ha dejado paso al cemento, que centra con una inusitada virulencia la disputa de las elecciones del domingo.

A favor o en contra de la moratoria de la Xunta para construir en el litoral, todas las opciones pol¨ªticas coinciden en que quiz¨¢s llegue tarde para este rinc¨®n de la pen¨ªnsula. Los carteles de los candidatos a estos comicios compiten en el paisaje de la Costa da Morte con anuncios de venta o alquileres de apartamentos y el perfil de innumerables gr¨²as.

El urbanismo est¨¢ "en boca de todos", confirman pol¨ªticos locales de todas las ideolog¨ªas. Y no s¨®lo porque destroza el paisaje y los recursos naturales de una comarca muy subsidiada que, sin industria, a¨²n vive esencialmente del mar y la pesca. O porque arruina las perspectivas de organizar un sector tur¨ªstico que constituir¨ªa una alternativa econ¨®mica. El urbanismo preocupa, en esta campa?a, esencialmente porque, como en todo, toca al bolsillo de cada uno.

Desaparecieron las sustanciosas ayudas por el Prestige y las contrataciones masivas en las cuadrillas de limpieza del chapapote que, para el PSOE, fueron el principal aporte de votos al PP en 2003. Marineros y mariscadoras llegaban a ganar m¨¢s que faenando, reconoci¨® el alcalde de Mux¨ªa, Antonio Blanco (PP). Cuatro a?os despu¨¦s, el bum urban¨ªstico dispar¨® los precios del mercado inmobiliario y los pisos de tanta nueva construcci¨®n ya no est¨¢n al alcance del poder adquisitivo de la mayor¨ªa de los habitantes de la Costa da Morte.

Los j¨®venes, ya penalizados por la escasez de empleo, son los m¨¢s perjudicados. Comprar una vivienda en su pueblo resulta inviable. "Para la gente de aqu¨ª, pagar 30 o 35 millones de las antiguas pesetas por un piso es una barbaridad. Los compran los de Madrid o Bilbao, no los de aqu¨ª", corrobora Rafael Su¨¢rez Lema, un abogado treinta?ero que se estrena en la pol¨ªtica como cartel electoral del PP en Ares, una de las pocas localidades de la comarca en las que los socialistas lograron hace cuatro a?os una c¨®moda mayor¨ªa absoluta.

En esta villa de paradisiacas playas, el "urbanismo desenfrenado", denuncia Su¨¢rez, tambi¨¦n est¨¢ en primera l¨ªnea del rifi-rafe electoral, despu¨¦s de que la Xunta informase en contra del proyecto municipal de ordenaci¨®n por planificar excesiva construcci¨®n. La presi¨®n urban¨ªstica es consecuencia directa de la marea negra del Prestige, cuya repercusi¨®n medi¨¢tica desvel¨® una costa tan bella como sin explotar. Un diamante en bruto que aviv¨® todas las codicias.

Al amparo del desierto de regulaci¨®n y normas urban¨ªsticas que caracteriza todos los municipios de la zona, se desat¨® la construcci¨®n desenfrenada de urbanizaciones residenciales pese a que no ces¨® de caer la poblaci¨®n. En un a?o, la comarca perdi¨® mil habitantes pero su costa se visti¨® de hileras de edificios vendidos fuera de Galicia que s¨®lo se ocupan dos meses al a?o. "Y todas requieren servicios" que merman los ya exiguos presupuestos municipales e impiden dedicar el dinero a generar riqueza en los pueblos, alerta el presidente de los profesionales del turismo en A Costa da Morte, Manuel Pan.

El tri¨¢ngulo que conforman Fisterra, Cee y Mux¨ªa, y que en 2003 Mariano Rajoy, entonces vicepresidente del Gobierno al mando de la gesti¨®n del Prestige, convirti¨® en "s¨ªmbolo" electoral tras lograr sus tres alcaldes del PP mayor¨ªas absolutas, encabeza hoy en Galicia los ¨ªndices de la construcci¨®n.