Vivir bajo los misiles palestinos
Los habitantes de Sderot se sienten abandonados por el Gobierno israel¨ª
En Sderot se siente la furia. Centenar y medio de cohetes Kassam han sido disparados por las milicias palestinas en una semana sobre la ciudad, cuatro kil¨®metros al norte de la franja de Gaza. Se escuchan palabras dur¨ªsimas. "Hay que bombardear Gaza"; "hay que acabar con Ham¨¢s", dicen. Pero el municipio de 25.000 habitantes no est¨¢ de u?as contra los palestinos. Al fin y al cabo, son ya seis a?os soportando los proyectiles. A mediod¨ªa fue enterrada la primera v¨ªctima mortal del fuego palestino, una mujer de 32 a?os.
Poblada mayoritariamente por jud¨ªos sefard¨ªes, originarios de pa¨ªses ¨¢rabes, los vecinos se consideran ciudadanos de segunda, despreciados por las ¨¦lites gobernantes askenaz¨ªes, inmigrantes centroeuropeos. Est¨¢n hartos. Hu¨ªan ayer a centenares. Y lo que se escucha sobre el Gobierno de Ehud Olmert es tremendo.
Centenares de vecinos escapan de la ciudad en autobuses fletados por el Ministerio de Defensa
Un lamento com¨²n y una evidencia: de los 58 refugios p¨²blicos disponibles en la ciudad, s¨®lo 20 han podido ser abiertos. Los restantes no tienen luz o sus condiciones son deplorables. "No se ha hecho nada. Vivo aqu¨ª desde hace seis a?os y no se han reforzado las viviendas como se prometi¨®. ?D¨®nde est¨¢ el dinero?", comenta Daniel Shetrit, jud¨ªo de origen argelino, que observa la acalorada discusi¨®n de dos israel¨ªes.
Como enardecidos estaban los j¨®venes que el lunes por la tarde asaltaron el ayuntamiento causando destrozos. El alcalde Eli Moyal, tambi¨¦n est¨¢ en la diana. Algunos de los m¨¢s fieros reaparecieron en el sepelio de Shirel Friedman. El ministro del Interior, Roni Bar On, rodeado por una veintena de polic¨ªas, fue increpado por varios de los asistentes. Desfilan los miembros del Ejecutivo, incluido el propio Olmert, por Sderot. Demasiado tarde.
"El problema no son s¨®lo los Kassam. Esto no es nuevo. Es el Gobierno. Son una banda de corruptos; desde Ariel Sharon hasta Ehud Olmert pasando por Sim¨®n Peres. Son jud¨ªos quienes se quedan con el dinero de los supervivientes del genocidio nazi. Est¨¢ todo podrido. Si eso lo hacen contra los jud¨ªos, ?c¨®mo nos podemos quejar de que el presidente de Ir¨¢n, Mahmud Ahmadineyad, cuestione el Holocausto? Me da verg¨¹enza", comenta el granjero David Itzhaki, cuyos antepasados emigraron a Israel hace seis generaciones.
En el centro de la ciudad, junto al Ayuntamiento, empleados de la compa?¨ªa de televisi¨®n por sat¨¦lite Hot reparten pasteles. Resulta un punto grotesco que un payaso con zancos trate de alegrar a los pocos ni?os que andan por la plaza. Es muy dif¨ªcil levantar los ¨¢nimos en unas calles casi desiertas. Unos 2.500 huyeron durante el fin de semana a otros lugares de Israel. Por centenares escapaban ayer de Sderot en autobuses fletados por el Ministerio de Defensa.
"Yo no me voy a marchar. Pero mis hijos, de 22 y 26 a?os, quieren emigrar a Canad¨¢. Much¨ªsima gente joven quiere irse de Israel. Esto no se cuenta, pero est¨¢ sucediendo", advierte David.
El Ejecutivo ha titubeado. Si el primer ministro Olmert se opon¨ªa tajantemente a que los ciudadanos de Sderot fueran evacuados, el ministro de Defensa, Amir Peretz, residente en esta localidad, promov¨ªa la medida.
A la una de la tarde, una decena de autobuses esperaba para viajar hacia distintos lugares de Israel: Dimona, Tiberias, Tel Aviv. El que part¨ªa a esa hora era el decimos¨¦ptimo. "Yo me voy esta noche. No s¨¦ ad¨®nde. Quiero dejar la ciudad, pero para siempre. Olmert no ha hecho nada para protegernos", afirma Elad, de 26 a?os. Y mientras observa c¨®mo se a¨²pa la gente a los veh¨ªculos, acaba: "Gaza est¨¢ en llamas, hay que bombardearla".
Si la inmensa mayor¨ªa de los vecinos de Sderot coincide con la opini¨®n de que es imprescindible la mano m¨¢s dura con las milicias palestinas, tambi¨¦n hay excepciones. "Todo es relativo", comenta un joven empleado en una gasolinera en un cruce de carreteras. "Si comparas Sderot con Tel Aviv, es el infierno. Si lo comparas con Gaza, es el para¨ªso".
El granjero Itzhaki va m¨¢s all¨¢ y rechaza estigmatizar a los islamistas. "Yo entraba en Gaza antes de la segunda Intifada, en el a?o 2000. Me trataban muy bien. He comido con la familia Rantisi [Abdelaziz al Rantisi, m¨¢ximo dirigente de Ham¨¢s, fue asesinado en la primavera de 2004 por la aviaci¨®n israel¨ª]. Hay que negociar con ellos. S¨¦ que ahora es imposible, pero ha habido tiempo para hacerlo y no se ha querido".
Mientras, en Gaza, la vida transcurr¨ªa con normalidad. La aviaci¨®n hebrea ataca a diario. Pero, como sucede a los vecinos de Sderot respecto a los Kassam, los bombardeos israel¨ªes no suponen novedad. Con el soniquete de los aviones, helic¨®pteros y aparatos no tripulados de fondo, el tr¨¢fico era el habitual y los comercios abrieron sus puertas. Un cuartel de la polic¨ªa de Ham¨¢s fue alcanzado en Beit Lahia, en el norte de la franja. Siete personas resultaron heridas.
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