Los dem¨®cratas renuncian a un calendario de retirada de Irak
El Congreso y la Casa Blanca acuerdan la financiaci¨®n de la guerra
En un duro golpe de realismo y humildad, los l¨ªderes dem¨®cratas del Congreso de Estados Unidos renunciaron anoche a establecer una fecha precisa para la retirada de las tropas de Irak, con el prop¨®sito de obtener un acuerdo con la Casa Blanca para financiar esa guerra y la de Afganist¨¢n. Este acuerdo tiene ahora que ser convertido en el texto de una ley, con la esperanza de que el presidente George W. Bush, que a principios de mes vet¨® la versi¨®n anterior, la firme esta misma semana.
Se trata probablemente del momento m¨¢s dif¨ªcil que les ha tocado vivir a los dem¨®cratas desde que controlan ambas c¨¢maras del Congreso tras su victoria en las elecciones de noviembre pasado. Es una decisi¨®n costosa que, con seguridad, despertar¨¢ las cr¨ªticas de muchos de los mismos congresistas dem¨®cratas del ala izquierda y la irritaci¨®n de amplios sectores del electorado que le dieron la mayor¨ªa a la oposici¨®n con el deseo de que pusiese fin a la guerra.
Pero, al mismo tiempo, es una decisi¨®n inevitable en un sistema presidencialista que deposita en el jefe del Estado y comandante en jefe de las Fuerzas Armadas la decisi¨®n ¨²ltima en los grandes asuntos de Estado. Como reconoci¨® ayer el jefe de los dem¨®cratas en el Senado, Harry Reid, "no tenemos un Congreso a prueba de vetos".
Cuando el presidente vet¨® a principios de este mes la primera versi¨®n de esta ley, que inclu¨ªa cerca de 100.000 millones de d¨®lares (unos 74.000 millones de euros) para Irak y Afganist¨¢n, pero fijaba el comienzo de la retirada de tropas para este oto?o, ya advirti¨® que nunca estampar¨ªa su firma en una legislaci¨®n que estableciese fechas para la salida de los soldados.
As¨ª las cosas, los dem¨®cratas s¨®lo ten¨ªan dos soluciones constitucionales: o conseguir los dos tercios del Congreso que se requieren para salvar el veto -que no ten¨ªan- o llegar a un acuerdo con el presidente. De lo contrario, los 100.000 millones para las tropas no habr¨ªan salido de Washington y, muy posiblemente, los dem¨®cratas habr¨ªan quedado como culpables ante la opini¨®n p¨²blica.
Por el acuerdo de ayer, se aprueban esos fondos para la guerra, m¨¢s otros 20.000 millones de d¨®lares, aproximadamente, que los dem¨®cratas han incorporado a la ley y que est¨¢n destinados a distintos proyectos que nada tienen que ver con la guerra sino con compromisos de distintos congresistas en sus respectivas circunscripciones.
Todo lo que los dem¨®cratas han conseguido poner en esta ley de financiaci¨®n como freno al poder del presidente es una serie de condiciones al Gobierno iraqu¨ª para que siga recibiendo ayuda. Entre esas condiciones, que anoche no se conoc¨ªan con detalle, est¨¢ la de un nuevo sistema de distribuci¨®n m¨¢s equitativa de los beneficios del petr¨®leo entre las diferentes comunidades del pa¨ªs, la mayor involucraci¨®n del Ej¨¦rcito iraqu¨ª en las operaciones de seguridad y la desarticulaci¨®n de las milicias, incluidas las que obedecen a partidos que apoyan al Gobierno.
El presidente debe mantener informado al Congreso sobre el cumplimiento de estas condiciones por las autoridades iraqu¨ªes. Eventualmente, el Congreso podr¨ªa pedir la suspensi¨®n de la ayuda, pero Bush tendr¨ªa autoridad para que esa petici¨®n no fuese vinculante.
El portavoz de la Casa Blanca, Tony Snow, dijo que el acuerdo "aporta los fondos y la flexibilidad que el presidente deseaba". El l¨ªder de los republicanos en la C¨¢mara de Representantes, John Boehner, afirm¨® que "los dem¨®cratas han reconocido finalmente su derrota", mientras que el senador dem¨®crata Russell Feingold, un ardiente detractor de la guerra, critic¨® lo que calific¨® como "una ley que s¨®lo tiene rid¨ªculas condiciones y que le permite al presidente continuar con lo que ha sido el m¨¢s grande fracaso de la pol¨ªtica exterior norteamericana en la historia".
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