La traza del polonio
La traza del polonio 210, material altamente radiactivo con el que se envenen¨® el 1 de noviembre pasado en Londres al ex agente del KGB y refugiado pol¨ªtico Alexandr Litvinenko, ha llevado a los servicios antiterroristas de la Polic¨ªa Metropolitana a concluir que el asesinato fue obra de otro esp¨ªa ruso, Andr¨¦i Lugov¨®i, que ahora dirige una empresa de seguridad. El fiscal general ingl¨¦s ha considerado que hay pruebas suficientes para acusarle de este "crimen extraordinariamente grave", y pedido al Gobierno de Blair que solicite la extradici¨®n. La negativa de Mosc¨², por boca de la Fiscal¨ªa General rusa, ha sido rotunda. El caso va a tensar sobremanera las relaciones entre Londres y Mosc¨² y por extensi¨®n y solidaridad entre la UE y Rusia, que ya est¨¢n en muy mal estado.
La acusaci¨®n brit¨¢nica contra Lugov¨®i no despeja los m¨®viles del asesinato de un ex agente que se hab¨ªa vuelto cr¨ªtico contra el Kremlin por otro que colaboraba con el poder. El uso del polonio 210, que en principio s¨®lo tienen contados centros oficiales en Rusia y que deja rastros all¨ª por donde pasa, indica que los asesinos -Lugov¨®i estaba acompa?ado de dos rusos en el bar del Hotel Millennium, de Londres, donde le vertieron el material radiactivo en el t¨¦- quer¨ªan que se supiese que el golpe ten¨ªa un car¨¢cter oficial. Quiz¨¢s, como ha sugerido Martin Sixsmith en un libro sobre el caso, no viniera de las esferas m¨¢s altas del KGB (hoy FSB), sino de sus escalafones medios, con el mensaje de que esa organizaci¨®n, columna vertebral de la nueva Rusia, no tolera traidores. Tampoco cabe excluir que responda a las luchas en el Kremlin por la sucesi¨®n de Putin en la presidencia del pa¨ªs.
Sea como sea, el caso llega cuando Occidente acumula problemas con Rusia, desde las cr¨ªticas al silenciamiento de toda oposici¨®n o pluralidad medi¨¢tica, las tiranteces con Estonia y Polonia, el uso de la energ¨ªa como elemento de presi¨®n, o la posici¨®n rusa respecto a Ir¨¢n o Kosovo en el Consejo de Seguridad. Sin duda, Mosc¨² ha recuperado protagonismo y capacidad de presi¨®n. Pero ni Londres ni la UE deben arrugarse ante este crimen.
Claro que tampoco los brit¨¢nicos deber¨ªan permitir que un magnate ruso como Bor¨ªs Berezovsky, que tambi¨¦n conoc¨ªa a Litvinenko y que vive en Londres como refugiado pol¨ªtico, lance llamamientos p¨²blicos para un golpe de Estado contra Putin, raz¨®n por la que Mosc¨² ha pedido su extradici¨®n. Si
la Constituci¨®n de Rusia impide conceder la extradici¨®n de un nacional, tambi¨¦n ese pa¨ªs es firmante del Convenio de Extradici¨®n del Consejo de Europa, que la permite. En ¨²ltimo t¨¦rmino, si realmente no hay posibilidades de extraditarlo, Lugov¨®i debe ser juzgado en su propio pa¨ªs, lo que pondr¨ªa al Kremlin en un aprieto y le obligar¨ªa a hacer la luz sobre este oscuro episodio. Europa no puede dormir tranquila sabiendo que hay agentes con polonio 210 sueltos por ah¨ª.
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