Que dejen de hacer el avestruz
Esta campa?a electoral se va a cerrar sin ning¨²n sobresalto para los partidos pol¨ªticos en la medida de que no hay nada que haga intuir hasta la fecha alg¨²n cambio relevante de tendencia en el electorado. Claro que si el olfato no enga?a vamos a tener una abstenci¨®n r¨¦cord en este tipo de elecciones. Y tambi¨¦n es verdad que si nuestra democracia fuera de calidad los partidos pol¨ªticos se tomar¨ªan muy en serio eso de la abstenci¨®n.
Pero, por lo que se ve, ¨¦ste no es el caso y la preocupaci¨®n por la abstenci¨®n la tendremos cuando cierren los colegios electorales y, a lo sumo, si se aproxima al 45% lo alargaremos unos cuantos d¨ªas. Pero que nadie se enga?e; esa preocupaci¨®n ser¨¢ poco m¨¢s que ret¨®rica, sin ninguna consecuencia para mejorar la pr¨¢ctica pol¨ªtica que intente disminuir en el futuro la abstenci¨®n.
La desafecci¨®n pol¨ªtica -nombre un poco cursi para definir que cada vez son m¨¢s los que pasan de la pol¨ªtica- tiene ra¨ªces m¨²ltiples. Pero no es menos cierto que de entre las causas conocidas tenemos la originada por unas pr¨¢cticas pol¨ªticas ejercidas desde las instituciones de gobierno, que se olvidan con demasiada facilidad de romper ese mundo de relaciones casi aut¨¢rquicas que hoy se da en lo que identificamos como clase pol¨ªtica. El problema principal de nuestra democracia es que los partidos y los pol¨ªticos son autosuficientes y se retroalimentan, con la colaboraci¨®n inestimable de los medios de comunicaci¨®n, sin ninguna necesidad de tomar el pulso real con lo que ocurre fuera de eso que llamamos sistema pol¨ªtico.
La democracia se ha convertido en una m¨¢quina perfecta para elegir gobierno, pero en poca cosa m¨¢s. Y es evidente que cuando una m¨¢quina funciona sin que tu aportaci¨®n sea relevante, la desincentivaci¨®n para tomar juego en esa maquinaria aumenta. Son muchos los convencidos de que el ma?ana para nuestras ciudades ser¨¢ similar con nuestra participaci¨®n electoral el d¨ªa 27 que sin ella. S¨®lo unos pocos creemos saber que sin nuestra participaci¨®n la vida de nuestras ciudades ser¨ªa un poco peor. Pero que unos cuantos creamos que el sentido de la democracia no es s¨®lo escoger gobierno, sino tambi¨¦n confrontar modelos, dise?ar futuro, contraponer ideas y sobre todo alimentar la corresponsabilidad de todos con el espacio p¨²blico, es una condici¨®n necesaria pero no suficiente para dar un vuelco a ese desapego pol¨ªtico generalizado.
Por eso sabe mal que los profesionales de la pol¨ªtica inviertan en general tan poco esfuerzo para generar un estado de ¨¢nimo distinto entre la ciudadan¨ªa. Que la abstenci¨®n crezca, que el inter¨¦s ciudadano por esta campa?a est¨¦ bajo m¨ªnimos, depende b¨¢sicamente de ellos. Que dejen de hacer el avestruz y asuman que tienen que cambiar.
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