Las facultades mentales del Estado
Al PSOE le queda todav¨ªa un a?o para cumplir su promesa electoral de crear en el Congreso de los Diputados una comisi¨®n que reflexione sobre el derecho a la eutanasia, a una muerte digna y todo eso. Pero no es probable que lo haga porque ha enviado numerosos mensajes en el sentido de que "no es el momento". ?No es el momento de qui¨¦n? ?De Acebes? ?De Rajoy? ?De Zaplana? ?De la Conferencia Episcopal? ?De qui¨¦n no es el momento, a ver, cuando tres de cada cuatro j¨®venes creen que es correcto ayudar a morir a un enfermo incurable, cuando entre los menores de 45 a?os las cifras de apoyo a la eutanasia rozaban en 1995 el 70%, cuando el encarnizamiento terap¨¦utico, con las nuevas t¨¦cnicas para alargar la vida, la puta vida, cabr¨ªa decir en este caso, alcanza ya niveles de delirio? ?De qui¨¦n no es el momento cuando la derecha persigue implacablemente a los m¨¦dicos que alivian el dolor, que facilitan el tr¨¢nsito, cuando a los 50 a?os, en muchos sitios, te jubilan, que es como decirte mu¨¦rete (vean el caso de TVE, donde a los cuatro d¨ªas de quitarse de encima a experimentados profesionales de 50 a?os se han convocado plazas para cubrir 800 vacantes)? De acuerdo, s¨ª, me muero, nos morimos, pero ¨¦chennos una mano con las leyes.
Al comprobar que no llegaba el momento, Madeleine Z, la mujer de la foto, se hizo por su cuenta con la Gu¨ªa de autoliberaci¨®n, editada por la asociaci¨®n DMD (derecho a morir dignamente), y tom¨® nota del c¨®ctel de f¨¢rmacos preciso para irse "despacito" al otro mundo. Madeleine Z ten¨ªa una capacidad notable para disfrutar de la vida y hab¨ªa sido una mujer feliz, intensa, interesante, capaz de inspirar una hermosa canci¨®n a Georges Brassens. Pero sufr¨ªa desde hac¨ªa alg¨²n tiempo una enfermedad neuromuscular evolutiva y no estaba dispuesta a rubricar una vida digna, alegre, plena, con una muerte de mierda. No quer¨ªa acabar sus d¨ªas en una cama de hospital, alimentada por una raci¨®n diaria de encarnizamiento terap¨¦utico, de tortura cient¨ªfica, de sadismo legal. Le pon¨ªa los pelos de punta la idea de que tuvieran que limpiarle el culo ("por m¨ª y por quienes me lo tengan que limpiar", a?ad¨ªa). As¨ª que en plena posesi¨®n de sus facultades mentales (algo de lo que no siempre puede presumir el Estado) decidi¨® disponer de su muerte con el mismo grado de libertad que hab¨ªa dispuesto de su vida y se quit¨® de en medio el viernes 12 de enero del presente a?o, despu¨¦s de dejarnos unas declaraciones y unas fotos como la que aparece en esta p¨¢gina. La imagen de Madeleine se nos hizo familiar y querida de inmediato gracias a ese rostro tranquilo, al humor que se desprende de su mirada, al sosiego que transmite su expresi¨®n corporal. M¨¢s que una abuela, parece el arquetipo de una abuela.
No es probable que durante la campa?a a las municipales y auton¨®micas salga a relucir la cuesti¨®n del derecho a una muerte digna. No queda bien en los m¨ªtines. Sin embargo, el poder local, cuando se utiliza con talento, puede impulsar los grandes temas estatales. Debemos, por ejemplo, la existencia del testamento vital, hoy tan a mano, a una ley del Parlamento catal¨¢n (bien es cierto que empujado por la asociaci¨®n DMD). Si de lo que se trata es de echar una mano, en fin, se puede hacer desde cualquier posici¨®n o instancia. As¨ª que cuando nos digan que no es el momento, preguntemos de qui¨¦n no es el momento, a ver, porque entre el momento de Rouco Varela y el nuestro hay un abismo insuperable.
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