No saltaremos como cabritos
El fundador de la V Rep¨²blica, Charles de Gaulle, dio con las puertas de Europa en las narices del Reino Unido en dos ocasiones, en 1963 y en 1967. Tambi¨¦n practic¨® la pol¨ªtica de la silla vac¨ªa, un aut¨¦ntico boicot a las reuniones de los ministros europeos, entre junio de 1965 y enero de 1966 por disconformidad con el presupuesto agrario elaborado por la Comisi¨®n Europea. Pero dio uno de los mayores impulsos a la construcci¨®n europea al estrechar los lazos con el canciller alem¨¢n Konrad Adenauer y firmar en 1963 el Tratado del El¨ªseo, que consagra la amistad entre los dos enemigos b¨¦licos de un siglo entero y los convierte en el motor de esta aventura pol¨ªtica fant¨¢stica que llegar¨¢ hasta la misma circulaci¨®n del euro ya en el siglo XXI.
Nicolas Sarkozy ha hecho ya toda su gesticulaci¨®n frente a la Europa convencional. No a Turqu¨ªa. Malas caras ante la burocracia bancaria que rige sin intervenci¨®n de los gobiernos la pol¨ªtica monetaria desde Francfort, al igual que De Gaulle denostaba lo que ¨¦l llamaba la Comisi¨®n de Bruselas por su interferencia en la pol¨ªtica agraria francesa. Pero ha dado un claro y rotundo s¨ª, de nuevo, a la cooperaci¨®n con Berl¨ªn, la capital a la que viaj¨® inmediatamente despu¨¦s de tomar posesi¨®n el primer d¨ªa de su presidencia. El dise?o de la nueva pol¨ªtica exterior, esbozado ya por Sarkozy en algunas declaraciones y nombramientos, ofrece numerosos aspectos alentadores. El ministro de Exteriores, Bernard Kouchner, es un europe¨ªsta completo, de cabeza y de pasi¨®n. Lo es todav¨ªa m¨¢s el secretario de Estado para Asuntos Europeos, Jean-Pierre Jouyet, que ha sido jefe de gabinete de Jacques Delors.
Lo sabe todo el mundo, nos guste m¨¢s o menos. Con Sarkozy Europa vuelve a estar en marcha. No es la Europa de la Convenci¨®n Europea que dirigi¨® con m¨¢s prosopopeya que prudencia el ex presidente Val¨¦ry Giscard d'Estaing. No es una Europa con bandera e himno, con grandes gestos y enunciados pomposos. Sarkozy es el bisnieto de De Gaulle. Es amigo de Estados Unidos a diferencia de su bisabuelo ideol¨®gico, pero est¨¢ igualmente prendido de toda la ret¨®rica y toda la emoci¨®n nacionales que corresponden al gaullismo, clasificado en la variante bonapartista de la derecha pero situado de nuevo como palo del pajar de la mayor¨ªa. No es ocioso recordar una de las frases c¨¦lebres del anciano general a prop¨®sito de Europa, que ¨¦l consideraba una entelequia, a diferencia de las naciones, la ¨²nica realidad a sus ojos. "Hay que tomar las cosas tal como son, pues no se puede hacer pol¨ªtica, sino es a partir de realidades. Claro que podemos saltar sobre la silla como cabritos gritando Europa, Europa, Europa, pero esto no lleva a nada ni significa nada".
La llegada al poder de Sarkozy y Gordon Brown, debidamente recibidos por Angela Merkel, ofrecen a la UE una oportunidad como habr¨¢ pocas m¨¢s en su historia inmediata. Rusia se halla empantanada en el final del reinado de su zar y enzarzada en una tensi¨®n creciente con sus vecinos. Estados Unidos se paraliza como potencia mundial en este segundo mandato catastr¨®fico de un Bush que va dejando todos los pelos en la gatera de Irak. Es la hora de Europa. El calendario de reforma de los tratados trazado por Merkel, que empieza a correr ahora en la cumbre de junio y culmina en las elecciones al Parlamento Europeo de junio de 2009 es el momento de la verdad. Ahora o nunca. O Europa se hace, de nuevo con los peque?os pasos y las solidaridades de hecho, de nuevo con el eje Par¨ªs-Berl¨ªn, de nuevo con una generaci¨®n de pol¨ªticos que pueden entenderse, o llegar¨¢ el acabose.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.