Entre dos rayas
Juli¨¢n Herbert necesita en Espa?a de cierta presentaci¨®n. Que es mexicano de 1971, por ejemplo. O que es autor de varios poemarios (El nombre de esta casa o Autorretrato a los 27) y de la novela Un mundo infiel. Adem¨¢s, es vocalista de Madrastras (banda "funcklorica" con tres discos y media docena de v¨ªdeos en YouTube). Una vez atravesado el prefacio protocolar, habr¨ªa que a?adir lo siguiente: Coca¨ªna (Manual de usuario) es un libro que no necesita ninguna compa?¨ªa curricular que lo apuntale m¨¢s all¨¢ de s¨ª mismo. A trav¨¦s de quince narraciones entrelazadas, tensa una l¨ªnea, o tal vez dos -dos "rayas gruesas y largas"- para hacer bascular sus historias. Entre una estrofa de Lou Reed y una frase del doctor Watson sobre Sherlock Holmes, en cuyo diagn¨®stico aprendemos que el detective viv¨ªa alternando "una semana de coca¨ªna con una semana de ambici¨®n". Si este libro confirma una existencia tan solitaria se debe a que est¨¢ exento de coartadas: no hay aqu¨ª, fuera de la coca¨ªna, ni un "m¨¢s all¨¢ literario" ni un "m¨¢s ac¨¢ metaf¨®rico" para pasar a otras historias acaso m¨¢s sublimes. Nada hay fuera del c¨ªrculo que traza la droga en esta pieza que es novela breve y libro de cuentos, un largo poema y una epopeya cotidiana cuya geograf¨ªa alcanza lo mismo a un barrio perif¨¦rico de M¨¦xico y a Baker Street, al interior claustrof¨®bico de una habitaci¨®n y a la fantas¨ªa de una vida suspendida a 8.000 metros de altura, en un avi¨®n.
COCA?NA (MANUAL DE USUARIO)
Juli¨¢n Herbert
Almuzara. C¨®rdoba, 2007
102 p¨¢ginas. 8 euros
Las narraciones de Coca¨ªna
proponen, al mismo tiempo, un estado de la cuesti¨®n y un cat¨¢logo de rituales del consumo; una tipificaci¨®n de los adictos y un prospecto del producto; un abanico de t¨¦cnicas (la piedra, fumada, inyectable, en lata, la raya) y una clasificaci¨®n de los consumidores (Legales, Esquiroles, Turistas e Ilegales); una cartograf¨ªa de la ingesta (desde los ba?os hasta las ambulancias) y una escueta pero precisa literatura b¨¢sica (Conan Doyle, Antonio Escohotado, George Karkl, Lou Reed). "Ella no miente, ella no miente, ella no miente", cantaba Eric Clapton en Cocaine, despu¨¦s de que Bataille hubiera sido rotundo acerca de la verdad que nos regalan las tinieblas: "La oscuridad no miente". En esa oscura plazoleta, consigue una intensidad amoral que entra?a una ¨¦tica. Eso s¨ª, sin levantar un dedo contra nada ni a favor de nada (el cap¨ªtulo 'Zapatistas en el ba?o de mi casa' es impagable).
Ag¨®nica sin ser tr¨¢gica, culta pero no pedante, reflexiva sin arrepentimiento, objetiva sin distanciamiento, Coca¨ªna dibuja una l¨ªnea -esta vez ni gruesa ni larga sino un tiro contundente y r¨¢pido- con las dosis exactas de poes¨ªa, reflexi¨®n y brutalidad que arman esta "rayuela" particular de un escritor de dif¨ªcil encaje en eso que una vez se llam¨® literatura latinoamericana. Es la suya una escritura ¨¢spera y hermosa al mismo tiempo, una ¨¦pica sin h¨¦roes que hace a?icos el tejado de vidrio de la hipocres¨ªa. Una escritura donde incluso tienen cabida las alarmas provocadas por unos excesos que nombran el l¨ªmite: hijitoquetestapasando, yaparalecarnal, vivomuertopaque. Con respecto a lo dem¨¢s, el doctor Watson y otros facultativos son abundantes en diagnosis y tratamientos. En lo que toca a la literatura s¨®lo podemos recomendarte que no le pares, carnal.
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