De Chicago al cielo
Las grandes torres gu¨ªan la mirada en la ciudad norteamericana
Hitos de la arquitectura en fachadas de cristal y acero. La belleza del centro urbano, reconstruido tras el fuego de 1885, se extiende a barrios como Oak Park, genial dominio de Frank Lloyd Wright.
Subo al edificio Hancock y a las torres Sears. Desde abajo, el primero es un trapecio recorrido por crucetas de metal del estilo Bauhaus-Gropius, un zigurat sin rampas exteriores, oscuro y poderoso, cercano a la bah¨ªa del lago Michigan, al espig¨®n, a la noria; a sus pies, la torre del Agua recuerda que esta ciudad se quem¨®, y que de ese fuego proviene la idea de Chicago como lugar reconstruido, hueco entretejido, bordado, por la puntada de insignes costureras: Le Baron Jenney -el primer arquitecto que construye un rascacielos, el Home Insurance Building en 1885-, Root, Sullivan, Roche, Lloyd Wright, Van der Rohe, Bertrand Goldberg... desde 1871, a?o del incendio, la reinvenci¨®n de Chicago, sus iluminaciones arquitect¨®nicas, los esqueletos met¨¢licos que sostienen sus edificios de cristal, m¨¢rmol, terracota, conjuran el dolor por la desaparici¨®n, por el no lugar que hoy es la s¨ªntesis de todo hipertexto. Desde abajo, la torre Sears, la m¨¢s alta del mundo antes de la construcci¨®n de las Petronas, son m¨®dulos airosos que culminan en antenas inacabables; en la calle se pierde la perspectiva, el punto de fuga vertical es infinito y el paseante cae hacia el cielo, se tiene que agarrar a las paredes.
Desde los miradores de las torres parece que, si pudi¨¦ramos sacar una pierna por una de sus ventanas, ser¨ªamos capaces de pisarlo todo: incluso el monumental Chicago Board of Trade y su estatua de la diosa Ceres se minimizan; el ser humano, transmutado en dios de las alturas, dome?a el poder omn¨ªmodo del dinero. Espejismos: en cada esquina, un homeless agita su vasito de cart¨®n para que alguien eche una moneda; al verlos, es dif¨ªcil explicarse c¨®mo sobreviven al fr¨ªo.
El arte de Sullivan
Nadie puede negar la hermosura del centro urbano, el loop: es soberbio el Reliance Building, con su fachada de terracota y sus protot¨ªpicos vanos (divididos en tres partes; la central, mayor que las laterales, cerradas por ventanas de guillotina) de la escuela de Chicago. En el Roockery, las l¨ªneas se quiebran con arcos de medio punto y motivos aleg¨®ricos de grajos. Pese a la insistencia en lo geom¨¦trico, estos edificios no se caracterizan por su austeridad o por su monoton¨ªa; las decoraciones art dec¨®, las rejer¨ªas con curvas y formas vegetales -bell¨ªsimas las del Carson Pirie Scott, obra de Sullivan que constituye el kil¨®metro cero de la ciudad-, los colores de los materiales, las irisaciones de las cristaleras, los miradores que sobresalen de la fachada, rompiendo la verticalidad resbaladiza del vac¨ªo -bell¨ªsimo tambi¨¦n el Carbide and Carbon Building, de m¨¢rmol verde y grecas doradas-, son rasgos idiosincr¨¢sicos de unas construcciones que es preciso observar desde la altura, a ras de suelo, al otro lado de la acera, con el ojo pegado al muro. En el Instituto de Arte de Chicago se exhiben bocetos de Sullivan, delicados, precisos, barrocos... Por ello, un vistazo a los interiores es ineludible; a trav¨¦s de las puertas giratorias se accede a los vest¨ªbulos: nunca olvidar¨¦ las puertas de oro de los ascensores, como sacadas de esas pel¨ªculas de cuando el cine estadounidense produc¨ªa comedias glamourosas.
La preocupaci¨®n por la funcionalidad y la belleza se plasma en los dise?os de muebles de Frank Lloyd Wright, que, adem¨¢s de la famosa Robie House, tiene algunas de sus construcciones m¨¢s peculiares en el selecto barrio de Oak Park, donde tambi¨¦n se encuentra la casa natal de Ernst Hemingway. Son muy interesantes su casa-estudio, las figuras humanas encogidas que adornan la fachada y la casa Arthur B. Heurtley, edificada en planos horizontales de ladrillo visto de distintos colores. La masa de hormig¨®n exterior del Unity Temple, sus inexpugnables vol¨²menes, no permiten adivinar la claridad y calidez de un interior concebido para el recogimiento; las cristaleras cenitales iluminan el espacio con una luz amarilla, cremosa..., las cristaleras y la marqueter¨ªa son dise?os de este arquitecto, que evoluciona desde las formas de la escuela de Chicago hacia un estilo personal, en el que la casa Robie es la muestra m¨¢s sobresaliente de la llamada Escuela de la Pradera.
Apariencia ingr¨¢vida
Mies van der Rohe proyecta, entre otros, el edificio de IBM y el Crown Hall del Instituto Tecnol¨®gico de Illinois, creando escuela en una ciudad cuajada de rascacielos de metal negruzco y muros de vidrio interrumpidos por fajas met¨¢licas. Menos es m¨¢s, la funci¨®n precede a la forma: minimalismo y funcionalismo cristalizan en interiores transparentes, exentos, d¨²ctiles. En el exterior, las obras de Van der Rohe tienen una apariencia casi ingr¨¢vida gracias al retranqueamiento de los vol¨²menes de fachadas remetidas en su base o con una elevaci¨®n salvada por medio de una peque?a escalera, como en el Crown Hall.
Un paseo en barco por el r¨ªo Chicago confirma el eclecticismo y la belleza del downtown: la Marina Tower, como dos mazorcas de ma¨ªz; tras ellas, The House of Blues, donde me tomo una cerveza; a lo lejos, los carteles luminosos del distrito del teatro; el neog¨®tico de la Tribune Tower o el remate del Wrigley Building, que emula a la Giralda; la diferencia entre la ciudad de d¨ªa y de noche... todo ello habla del eclecticismo de este lugar que destila una armon¨ªa perturbadora en la coherencia de su planificaci¨®n. Las fachadas, en el paseo a lo largo del r¨ªo, reflejan los edificios circundantes con los colores verdes y azules del agua: las formas fr¨ªas del acero y del cristal, su racionalismo, contienen formas fantasmag¨®ricas y org¨¢nicas, descompuestas y cambiantes por el efecto deconstructivo de la luz. Lo mismo ocurre con el viajero cuando se observa contra el espejo curvo de la Puerta de las Nubes, en el Millenium Park: repetido, magnificado o minimizado, el viajero se interroga sobre los l¨ªmites de su propia dimensi¨®n.
Marta Sanz (Madrid, 1967), fue finalista del Premio Nadal 2006 por la novela Susana y los viejos
GU?A PR?CTICA
C¨®mo ir- Iberia (902 400 500; www.iberia.com) ofrece vuelos sin escalas a Chicago, ida y vuelta, desde 800 euros, tasas y cargos incluidos.- British Airways (902 132 132; www.ba.com) y Virgin Atlantic (www.virgin.com) vuelan, v¨ªa Londres. El billete de ida y vuelta, a partir de 604 euros.Informaci¨®n - Oficina de turismo de Chicago (www.choosechicago.com). Reservas hoteleras: 187 72 44 22 46.- Millennium Park (001 31 27 42 11 68; www.millenniumpark.org).- www.oak-park.us.- Chicago Greeter (001 31 27 44 80 00; www.chicagogreeter.com) ofrece visitas guiadas por locales.- www.usatourist.com.
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