Kusturica: "El cine ya no hace preguntas, s¨®lo busca diversi¨®n"
Emir Kusturica gan¨® la Palma de Oro en 1985 con Mi padre est¨¢ en viaje de negocios. Tres a?os despu¨¦s, en 1988, llegaba el premio al mejor director con El tiempo de los gitanos y, en 1995, su segunda Palma de Oro con Underground. Su cara de mat¨®n retirado y su cine a ritmo de fanfarria forman parte fundamental de la historia del festival de Cannes. Ayer, su ¨²ltimo filme, titulado Promise me this puso punto final al concurso de una edici¨®n de alt¨ªsimo nivel.
A nadie le sorprendi¨® el nuevo filme del cineasta serbio. ?l mismo lo reconoce, es m¨¢s de lo mismo: "Siempre hago la misma pel¨ªcula, desde Dolly Bell, mis pel¨ªculas no acaban nunca. Es un asunto del que hablo a menudo con mi psiquiatra, es la locura mirada por un hombre loco".
Kusturica (que asegura que el pr¨®ximo a?o rodar¨¢ su esperado filme sobre Maradona) nos arrastra otra vez a su id¨ªlica visi¨®n del campo serbio, a una tierra verde y floreciente que contrasta con la corrupta ciudad, nido de cafres, proxenetas, mafiosos y pistoleros, que no tienen sitio en el para¨ªso rural que evoca el director de Gato blanco, gato negro. Comedia loca, f¨¢bula social y pol¨ªtica protagonizada por un ni?o-h¨¦roe que a?ora volver al pueblo con su abuelo y con las promesas cumplidas. El cine de Kusturica arrasa en pa¨ªses como Brasil ("se nota que les gusta el buen f¨²tbol") y encuentra serias dificultades para abrirse camino en EE UU, donde, seg¨²n explica el cineasta, las cr¨ªticas negativas de las revistas industriales (y cita a Variety) inciden en que no se compren y distribuyan sus pel¨ªculas.
Kusturica no suele dejar indiferente y ayer, en la primera proyecci¨®n de Promise me this, mientras un joven espectador bailaba al ritmo de las trompetas, otro con m¨¢s arrugas vociferaba contra una pantalla que le ofend¨ªa. El cineasta dice que lo que quiere es transmitir energ¨ªa. Y lo logra. Una energ¨ªa tan positiva para algunos como negativa para otros. Con una banda sonora menos desatada que otras veces, realizada por su hijo Stribor, el director convierte su filme en un mejunje en el que caben los gui?os ultranacionalistas, la zoofilia, el antiamericanismo y la reflexi¨®n hist¨®rica. Entre pechos descubiertos, toros castrados y ruido de metralletas pone en boca de un personaje la idea de que cuando Hitler entr¨® en Polonia se consider¨® "una gran provocaci¨®n", mientras que ahora un bombardeo es considerado "un acto de amor". "Lo creo", a?ade el director, "la invasi¨®n de Hitler se consider¨® una provocaci¨®n internacional mientras que si hoy bombardean un pa¨ªs es porque le quieren demasiado".
"Donde unos ven filosof¨ªa otros ven una pantomima", contin¨²a Kusturica. "Soy uno de los pocos cineastas que todav¨ªa hace lo que quiere, y siempre he querido evocar el cine europeo y americano de los a?os 70, un cine en el que lo que importaba eran los problemas pol¨ªticos y sociales". En Promise me this hay un homenaje expl¨ªcito al Taxi Driver, de Scorsese y otro al Andrei Rublev, de Tarkovski. "Con las nuevas tecnolog¨ªas, Hollywood ha destruido aquel sue?o de los a?os 70, convirtiendo en cineastas marginales, en perdedores, a todos lo que no caben en sus par¨¢metros. Olvidan que sin perdedores no existir¨ªa su gran cine de los a?os 40, 50 y 70". Kusturica a?ade que hoy se hace un cine que sigue tendencias pero que no hace preguntas, "s¨®lo vale divertirse".
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