Recuerde, hoy votamos
En buena lid debemos decir que a quien Dios se la d¨¦, san Pedro se la bendiga, pues ya est¨¢ todo el pescado vendido y en cuesti¨®n de horas tendremos noticias de las urnas. Si nos atenemos a los sondeos de opini¨®n publicados, el refr¨¢n viene que ni pintiparado, dada la correspondencia entre la p¨ªa invocaci¨®n y el no el menos p¨ªo color de los pron¨®sticos. Con alguna excepci¨®n, que para confirmase habr¨ªa de producirse una excepcional movilizaci¨®n del electorado, que su vertiente progresista sacudiera el escepticismo o la galbana y acudiese a votar por imperativo c¨ªvico, impulso cordial y convicci¨®n en que hay una pol¨ªtica mejor -por razonable y transparente- m¨¢s all¨¢ de la burbuja conservadora que ha obnubilado al Pa¨ªs Valenciano desde 1995.
Aunque apelamos al universo por lo general m¨¢s reflexivo de la sociedad, cual es el progresista, que en otros trances hist¨®ricos fue punta de lanza para el cambio necesario, en esta ocasi¨®n tendr¨¢ que hacer un esfuerzo suplementario para movilizarse porque, si bien hemos asistido a una campa?a electoral dilatad¨ªsima, apenas si se le ha dado motivos para ilusionarse en un proyecto pol¨ªtico. Y eso, obviamente, tiene mucho que ver con el discurso y el talante de los candidatos mismos. Pero tambi¨¦n, y muy decisivamente, en la aton¨ªa pol¨ªtica que el PP valenciano ha sabido cultivar durante a?os mediante la simple f¨®rmula de insistir en el mantra de la prosperidad econ¨®mica, rehuir el debate y neutralizar el eco medi¨¢tico de la oposici¨®n.
Este ha sido a grandes trazos el rodillo que ha laminado cualquier discrepancia pol¨ªtica, militante o no de un partido, y habremos de convenir en que Francisco Camps ha sabido instrumentarlo, incluso contra los disconformes en el seno de su propia formaci¨®n, los zaplanistas, mudos, inermes y hasta invisibles ¨²ltimamente por el riesgo cierto de ser aniquilados. La sutilidad y cortes¨ªa del presidente -en funciones- y candidato del PP a la Generalitat maquillan una ins¨®lita contundencia e instinto autocr¨¢tico que no ha sido justamente valorado por sus antagonistas. El f¨¦rreo y fascistoide control de la RTVV, tan impropio de una democracia adulta, es una prueba de cargo, aunque obviamente se la traiga al fresco a ¨¦l y a su feligres¨ªa.
En contrapunto a este panorama opresivo, agravado por los embates de la corrupci¨®n y el descr¨¦dito frente a los parlamentarios e inversores inmobiliarios europeos, que ya es decir, habr¨¢ de admitirse que el ecosocialismo, gen¨¦ricamente descrito, no ha pasado de tener una respuesta pol¨ªticamente correcta, pero sosaina a m¨¢s no poder. Resulta obvio que Ignasi Pla ha sorteado la tentaci¨®n demag¨®gica y las provocaciones, principalmente las que lo involucran con un eventual gobierno tripartito de vocaci¨®n republicana y catalanista. Una connotaci¨®n que, seg¨²n con qu¨¦ intenciones se dice, puede ser un esperpento o una mera descripci¨®n de la realidad, y en ning¨²n caso merece que se pierda el tiempo en la respuesta.
Lo grave es que tampoco se ha respondido con un discurso y proyecto alternativos que hayan puesto en evidencia el despilfarro y los incumplimientos del PP ind¨ªgena, as¨ª como las soluciones para los problemas insoslayables que arrostramos, por m¨¢s que se quieran difuminar con las exaltaciones y el botafumeiro. Y con esta constataci¨®n no restamos m¨¦ritos al esfuerzo desplegado por la oposici¨®n en su conjunto, pero a nadie se le oculta que no ha estado en consonancia con los doce a?os de hegemon¨ªa conservadora.
Entre las inc¨®gnitas que hoy se despejar¨¢n est¨¢ el calado electoral que consiga Comprom¨ªs pel Pais, liderado por Gloria Marcos. Sin esperar milagros, podr¨ªa marcar una pauta y una esperanza para enmendar la fragmentaci¨®n de esas siglas, consolidando un pacto de m¨¢s alcance y conjurando as¨ª el perverso bipartidismo al que parecemos abocados.
Y una ¨²ltima nota acerca del voto municipal, adem¨¢s de exhortarles a que lo ejerciten. En Alicante se tiene la oportunidad de segar esa excrecencia democr¨¢tica que es Luis D¨ªaz Alperi. La candidata socialista, Etelvina Andreu, es un relevo id¨®neo y posible. L¨¢stima que no pueda afirmarse lo mismo de Valencia, donde, m¨¢s que una edil, gobierna un fen¨®meno geol¨®gico indemne a la cr¨ªtica, por muy fashion que se aderece. Ni siquiera Carmen Alborch, tan intr¨¦pida, puede luchar contra los elementos.
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