El perro de presa imperial
Tony Blair entreg¨® su lealtad, ante todo, a la Casa Blanca. El resultado ha sido un legado de odio que ha acabado con su mandato.
El final fue tambi¨¦n un ejercicio de manipulaci¨®n t¨ªpico del Nuevo Laborismo y nuestro querido l¨ªder. Un p¨²blico minuciosamente escogido, un discurso en defensa de s¨ª mismo, la voz temblorosa... y fin. En su momento, Blair hab¨ªa llegado al n¨²mero 10 de Downing Street con una exhibici¨®n cuidadosamente organizada de banderas. Tambi¨¦n el otro d¨ªa hubo muestras de fervor patri¨®tico, con referencias a "este bendito pa¨ªs... el mejor pa¨ªs del mundo" y sin decir nada de los McDonald's, Starbucks, Benetton que adornan las calles principales de cada ciudad de Gran Breta?a ni el hecho de que, bajo su mandato, la imagen de este pa¨ªs en el resto del mundo ha pasado a ser la del perro de presa favorito en la perrera imperial.
El principal triunfo de Tony Blair fue ganar tres elecciones sucesivas. Era un actor de segunda, pero ha resultado ser un pol¨ªtico astuto y avaricioso. Carec¨ªa de ideas propias y se apresur¨® a apoderarse del legado de Margaret Thatcher para tratar de mejorarlo. Pero si bien en muchos sentidos el programa de Blair ha sido una versi¨®n eufem¨ªstica -aunque m¨¢s sangrienta- del de Thatcher, a la hora de marcharse han tenido estilos muy distintos. La dimisi¨®n de Thatcher, obligada por sus propios compa?eros del Partido Conservador, fue digna de un gran drama teatral. Blair se va a su pesar, en una situaci¨®n llena de coches bomba y matanzas en Irak, con cientos de miles de muertos y heridos causados por sus decisiones pol¨ªticas y Londres convertido en objetivo central de atentados terroristas. Los partidarios de Thatcher dijeron despu¨¦s que estaban horrorizados por lo que hab¨ªan hecho. En el caso de Blair, hasta los que m¨¢s le han adulado en los medios de comunicaci¨®n confiesan sentirse aliviados por su marcha.
Blair siempre fue leal a los ocupantes de la Casa Blanca. En Europa prefiri¨® a Aznar antes que a Zapatero, a Merkel por encima de Schr?der, se qued¨® muy impresionado con Berlusconi y, en estos ¨²ltimos tiempos, no ha ocultado que apoyaba a Sarkozy. Comprendi¨® que la privatizaci¨®n y la desregulaci¨®n en el ¨¢mbito nacional formaban parte del mismo mecanismo que las guerras en el extranjero.
Si esta opini¨®n les parece excesivamente dura, v¨¦ase lo que dec¨ªa Rodric Braithwaite, antiguo asesor de Blair, en un art¨ªculo publicado en The Financial Times el 2 de agosto de 2006: "Un fantasma recorre la televisi¨®n brit¨¢nica, un zombi desgastado y amarillento, salido directamente del Museo de Cera de Madame Tussaud, aunque ¨¦ste, extra?amente, parece vivo y coleando. Quiz¨¢ procede de la caja de trucos t¨¦cnicos de la CIA, alguien programado para soltar el lenguaje de la Casa Blanca con un acento ingl¨¦s artificial... El se?or Blair ha hecho m¨¢s da?o a los intereses brit¨¢nicos en Oriente Pr¨®ximo que Anthony Eden, que llev¨® al Reino Unido al desastre de Suez hace 50 a?os. En el ¨²ltimo siglo, hemos bombardeado y ocupado Egipto e Irak, dominado un levantamiento ¨¢rabe en Palestina y derrocado Gobiernos en Ir¨¢n, Irak y el Golfo. Ya no podemos seguir haciendo esas cosas por nuestra cuenta, as¨ª que las hacemos con Estados Unidos. La absoluta identificaci¨®n de Blair con la Casa Blanca ha destruido su influencia en Washington, Europa y Oriente Pr¨®ximo: ?qui¨¦n pierde tiempo con el mono bailar¨ªn si puede dirigirse directamente al organillero?".
Y este comentario, a su vez, resulta suave en comparaci¨®n con lo que se dice en privado en los ministerios brit¨¢nicos de Exteriores y Defensa. Altos diplom¨¢ticos me han asegurado que no les importar¨ªa que se juzgara a Blair como criminal de guerra. Sin embargo, mientras que no se han pedido cuentas a Blair ni a ninguno de los que iniciaron una guerra agresora y de ocupaci¨®n contra Irak, el otro d¨ªa se envi¨® vergonzosamente a prisi¨®n a un funcionario y un ayudante parlamentario por revelar varios acuerdos entre Bush y Blair en la trastienda de la guerra.
Lo que sale a la luz con todo esto es indignaci¨®n e impotencia. No existe ning¨²n mecanismo para deshacerse de un primer ministro mientras su partido no pierda confianza en ¨¦l. La direcci¨®n conservadora decidi¨® que Thatcher ten¨ªa que dimitir por su actitud negativa respecto a Europa. El laborismo suele ser m¨¢s sentimental con sus dirigentes y, en este caso, deb¨ªa tanto a Blair que nadie quer¨ªa desempe?ar el papel de Bruto. Hasta que, al final, fue ¨¦l quien decidi¨® marcharse. El desastre de Irak le hab¨ªa granjeado odios y quitado apoyos. La lentitud en hacerlo se ha debido, entre otras cosas, a que el pa¨ªs carece de oposici¨®n seria. En el Parlamento, los conservadores se han limitado a seguir a Blair. Los dem¨®cratas liberales se han mostrado incompetentes.
En el a?o 2000, en Niza, Blair resumi¨® la actitud brit¨¢nica respecto a Europa: "Es posible, a nuestro juicio, luchar por los intereses brit¨¢nicos, sacar lo m¨¢ximo posible de Europa para Gran Breta?a y ejercer aut¨¦ntica autoridad e influencia en Europa. Como tiene que ser. Gran Breta?a es una potencia mundial". Este grotesco espejismo de que "Gran Breta?a es una potencia mundial" pretende justificar que siempre habr¨¢ diferencias entre la UE y el Reino Unido. La verdadera uni¨®n es la que tenemos con Washington. A Francia y Alemania se les considera rivales con los que disputa el favor de Washington, no unos posibles aliados en una UE independiente.
La decisi¨®n francesa de reincorporarse a la OTAN y presentarse como el aliado m¨¢s fuerte de Estados Unidos fue un cambio estructural que debilit¨® a los europeos. Gran Breta?a reaccion¨® fomentando un orden pol¨ªtico fragmentado en Europa mediante la expansi¨®n, e insisti¨® en que Estados Unidos tuviera una presencia permanente.
El sucesor semi-ungido de Blair, Gordon Brown, es m¨¢s inteligente pero tiene grandes diferencias pol¨ªticas. Estamos ante una perspectiva poco halag¨¹e?a: la pol¨ªtica alternativa -contra la guerra, contra el Trident, en favor de los servicios p¨²blicos- queda circunscrita a los partidos nacionalistas de Escocia y Gales, y su ausencia a escala nacional alimenta la indignaci¨®n de sectores considerables de la poblaci¨®n, que se refleja en el voto contra los que est¨¢n en el poder, o en no ir a votar en absoluto.
Tariq Ali, novelista y ensayista paquistan¨ª, es autor de Rough Music: Blair, Bombs, Baghdad, London, Terror. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
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