La palabra y la acci¨®n
Se han cumplido 30 a?os del asesinato del argentino Rodolfo Walsh. Un "grupo de tareas" de la ESMA (Escuela Superior Mec¨¢nica de la Armada) lo acribill¨® a balazos. Renovador de la novela negra, creador del informe de denuncia escrito con la t¨¦cnica de la literatura "policial", periodista de investigaci¨®n y autor de un libro de culto, Operaci¨®n Masacre, del cual se cumplen ahora 50 a?os de su primera edici¨®n. Desconfiaba de la ficci¨®n literaria -"la trampa cultural" escribi¨®- y se sumergi¨® en la actividad sindical y pol¨ªtica. Estuvo con los montoneros sin compartir su deriva armamentista. Se revindic¨® como intelectual y escritor, obsesionado por el estilo, exigente con el lenguaje y aplicando una implacable lucidez a la pol¨ªtica. Como tal escribi¨® su Carta de un escritor a la Junta Militar, fechada el 24 de marzo de 1977, un a?o despu¨¦s del golpe militar. El d¨ªa en que depositaba la carta en el buz¨®n fue tambi¨¦n el de su muerte. Cuando hab¨ªa decidido volver a la literatura.
La Carta es un informe inapelable. Tan s¨®lo en el primer a?o de dictadura militar, "quince mil desaparecidos, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados son la cifra desnuda de ese terror". Walsh denuncia no s¨®lo la tragedia, sino tambi¨¦n el proyecto pol¨ªtico y econ¨®mico que lo sustentaba y que pr¨¢cticamente arruin¨® al pa¨ªs y degrad¨® a sus instituciones, Ahora, un cuarto de siglo despu¨¦s, Argentina empieza a salir del t¨²nel.
Estos d¨ªas se presenta un libro fundamental para entender Argentina y la violencia que en un grado desconocido hasta entonces se abati¨® sobre el pa¨ªs en los a?os setenta. El libro se titula Rodolfo Walsh, la palabra y la acci¨®n. Su autor es Eduardo Jozami, que a ratos parece un ¨¢lter ego de Walsh. Intelectual y pol¨ªtico, l¨ªder de la tendencia de izquierda del Frepaso en los a?os noventa. Detenido, torturado y encarcelado de 1975 a 1983, acusado de montonero. Colabor¨® con Walsh cuando ¨¦ste dirigi¨® a finales de los sesenta la revista de la CGT de los argentinos. Es la biograf¨ªa apasionante de una figura de la que se ha dicho que "es el mejor personaje de la literatura argentina" (Oswaldo Bayer). Y es tambi¨¦n un esclarecedor ensayo sobre la pol¨ªtica argentina, el contradictorio peronismo y la violencia. El "retrato de la oligarqu¨ªa dominante, de una clase temperamentalmente inclinada al asesinato", como escribi¨® Walsh en 1969, es el factor ¨²ltimo que explica la instalaci¨®n de la violencia sistem¨¢tica en la vida pol¨ªtica a partir del golpe militar que depone a Per¨®n en 1955, la represi¨®n brutal posterior (Operaci¨®n Masacre), los golpes contra los moderados presidentes civiles Frondizi e Illia en los sesenta, la posterior dictadura militar de Ongan¨ªa y sucesores. Y despu¨¦s del esperanzador 73, los dos a?os de presidencia de Isabelita y L¨®pez Rega, con el apoyo de la c¨²pula militar, mientras la triple A asesinaba a l¨ªderes sociales e intelectuales. Ante esta violencia sistem¨¢tica conservadora, de los militares y de sus c¨®mplices pol¨ªticos, se entiende el surgimiento de las organizaciones de izquierda, peronistas y marxistas, que apostaron por un imposible equilibrio entre la pol¨ªtica legal y la violencia armada.
Walsh y Jozami hacen una interesante cr¨ªtica al tr¨¢gico subjetivismo de la direcci¨®n montonera y de las organizaciones armadas en general, incapaces de evaluar tanto la fuerza del peronismo tradicional como del Ej¨¦rcito. Sus errores contribuir¨¢n a la muerte de miles de sus militantes y simpatizantes. El golpe militar de 1976, que instala el terror en el pa¨ªs, es considerado "una victoria del pueblo, pues demuestra la debilidad de la oligarqu¨ªa que debe recurrir a la intervenci¨®n directa de las Fuerzas Armadas y facilita as¨ª el enfrentamiento directo con el movimiento popular". Y dan por supuesta la victoria del mismo. Ante este razonamiento irreal y absurdo Walsh responde secamente: "Las masas est¨¢n condenadas al uso del sentido com¨²n".
El subjetivismo armado no entendi¨® que el programa pol¨ªtico y econ¨®mico de los militares y de la oligarqu¨ªa supon¨ªa el aniquilamiento de los movimientos emergentes de los a?os sesenta y que la existencia de las organizaciones armadas les facilitaba mucho la labor. Walsh en cambio proclama y reclama su opci¨®n por la democracia, el marco que permite a las mayor¨ªas populares incidir en la pol¨ªtica.
Debo confesar que, a pesar del indudable inter¨¦s del an¨¢lisis pol¨ªtico que nos ofrece Jozami a trav¨¦s de la figura de Walsh, me ha resultado especialmente estimulante un extenso cap¨ªtulo (m¨¢s de un centenar de p¨¢ginas), el segundo: Escritura y pol¨ªtica. Walsh cuestiona la validez de la ficci¨®n desde el punto de vista de la utilidad pol¨ªtica. No quiere integrarse en el grupo de los mandarines de la literatura, los grandes nombres de la literatura latinoamericana con los que se encuentra en La Habana de los sesenta. Teme la "trampa cultural" vinculada al medio en el que se mueve la intelectualidad y el escapismo que facilita la ficci¨®n. Incluso cuestionar¨¢ el escribir en nombre de la acci¨®n. Aunque de una forma u otra siempre escribir¨¢.
El libro de Jozami expone con sutileza y profusi¨®n de ejemplos y de citas el mundo de los intelectuales latinoamericanos, sus dilemas y contradicciones, la ambivalencia frente a democracias limitadas, inciertas y precarias, los debates sobre las formas de enfrentarse con los autoritarismos dominantes y sobre los usos de la violencia, los alcances del engagement (compromiso), la utilidad de la literatura (se cita a Sartre). Grandes temas no muy diferentes de los que se debat¨ªan en la Europa de los sesenta y setenta.
Jozami opone a las declaraciones m¨¢s unilaterales y negativas de Walsh la eficacia de la literatura a largo plazo, la fuerza que puede alcanzar la ficci¨®n. Argumentos a los que probablemente Walsh, conscientemente contradictorio, no se opondr¨ªa. La imposible y verdadera afirmaci¨®n de Oscar Wilde -"la naturaleza imita al arte" (o la realidad imita a la imaginaci¨®n)- es aplicable al hecho art¨ªstico o literario cuando debe expresar realidades sociales tan complejas como tr¨¢gicas. El horror del genocidio argentino, y otros latinoamericanos, no puede transmitirse en su totalidad, ni como fen¨®meno colectivo ni en su irreductible individualidad como vivencia, por medio de la descripci¨®n realista, de los datos indiscutibles, de los documentos acusadores, de las declaraciones de las v¨ªctimas. Esto es necesario, no suficiente. Como escrib¨ªa Jorge Sempr¨²n en su pr¨®logo al libro El no de Klara, "solamente la ficci¨®n -es la paradoja, el misterio de la literatura- podr¨¢ revivir y enriquecer la memoria" (de los campos nazis). Walsh no podr¨¢ escribirlo. Jozami y otros y otras que su gran libro cita (Pilar Calveiro, Lila Pastoriza, etc¨¦tera) quiz¨¢s s¨ª.
Jordi Borja es urbanista.
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