Estrellas literarias y cl¨¦rigos
Definir el papel p¨²blico del intelectual a comienzos del siglo XXI significa reconocer su gloria por todas partes celebrada. Quiere decir tambi¨¦n preguntarse por su ostensible ausencia p¨²blica. Incesantemente se aplauden, se exhiben y se premian intelectuales. En muy pocos lugares se oye, sin embargo, su voz frente a las guerras y el empobrecimiento masivo de la poblaci¨®n mundial; frente a la destrucci¨®n ecol¨®gica global o el escarnio medi¨¢tico de la masa electr¨®nica; frente al vac¨ªo de nuestro tiempo hist¨®rico.
La paradoja de un intelectual elevado a los cielos del espect¨¢culo cultural por los mismos medios que lo enmudecen frente a los grandes dilemas universales de nuestro tiempo se desprende directamente de los constituyentes de la aldea global, de las industrias culturales, y de la organizaci¨®n corporativa de la educaci¨®n y el conocimiento. Pero comencemos por el principio: ?qu¨¦ es un intelectual?
Sus funciones y jurisdicciones se asientan sobre sagrados principios: la filosof¨ªa, la ciencia, los saberes literarios y art¨ªsticos. Giordano Bruno es un caso cl¨¢sico. Llev¨® la cr¨ªtica copernicana del geocentrismo a sus ¨²ltimas consecuencias metaf¨ªsicas y pol¨ªticas: una concepci¨®n infinita, abierta y din¨¢mica del universo, que no admit¨ªa dogmas ni fronteras religiosas o pol¨ªticas, y se coronaba soberana con una filosof¨ªa que abrazaba en arm¨®nica unidad las tradiciones espirituales de los magos egipcios, la sabidur¨ªa talm¨²dica y cabal¨ªstica, la ciencia pitag¨®rica, la espiritualidad isl¨¢mica, un humanismo cristiano y la matem¨¢tica y la astronom¨ªa modernas. El principio elemental que define al intelectual moderno es esa identidad de conocimiento y soberan¨ªa humana: por encima de las fronteras, prejuicios y cadenas que esta misma humanidad se ha impuesto.
La historia de este intelectual moderno atraviesa grandes hitos: el concepto de democracia de Spinoza y Rousseau, la filosof¨ªa de la libertad de Leibnitz o de Kant, la Encyclop¨¨die de Diderot, las filosof¨ªas de la Independencia de Paine o Sim¨®n Rodr¨ªguez, las filosof¨ªas revolucionarias de Fourier, Proudhon y Marx... Su punto de partida ha sido en todas las circunstancias el mismo: la identidad de raz¨®n y libertad, la continuidad l¨®gica y pol¨ªtica entre conocimiento y plenitud humana. Pero el siglo XX ha transformado dr¨¢sticamente este horizonte.
El siglo XX ha sido de los totalitarismos. Y con los totalitarismos ha tenido lugar una transformaci¨®n del intelectual en performer del espect¨¢culo y cl¨¦rigo profesional de las maquinarias y los usos de la Administraci¨®n estatal. Junto a la instrumentalizaci¨®n est¨¦tica y cognitiva del cl¨¦rigo en los aparatos de propaganda, o en las corporaciones financieras e industriales, se han sucedido las persecuciones, violencias y exilios masivos de aquellos intelectuales que han sostenido una conciencia aut¨®noma y reflexiva frente al espect¨¢culo y la dominaci¨®n. La novela Mephisto de Klaus Mann y el manifiesto que escribi¨® a ra¨ªz de su prohibici¨®n son uno de los an¨¢lisis m¨¢s l¨²cidos de la transfiguraci¨®n del intelectual en estrella pol¨ªtica y cl¨¦rigo institucional bajo la misma maquinaria totalitaria que hac¨ªa desaparecer al intelectual independiente.
Pero el siglo XX ha presenciado asimismo una radical ruptura de aquella unidad de conocimiento y soberan¨ªa humana que defin¨ªa la modernidad cl¨¢sica. Las corporaciones industriales asumen un control creciente sobre los medios y fines de la investigaci¨®n cient¨ªfica. La m¨¢quina acad¨¦mica ha transformado el universo espiritual de las humanidades en un campo ling¨¹¨ªsticamente vigilado de saberes pragm¨¢ticos compartimentados y segregados. La industria cultural abarata la creaci¨®n art¨ªstica e intelectual bajo las reglas de juego de un manipulado mercado. Y los medios de comunicaci¨®n eliminan estructuralmente la reflexi¨®n intelectual de los espacios p¨²blicos y de la vida privada. Control medi¨¢tico de la sociedad, burocratizaci¨®n de los saberes acad¨¦micos y triviali-zaci¨®n comercial de la cultura: he aqu¨ª los rigores que amenazan al intelectual en el amanecer del siglo XXI.
La estrella literaria y el experto son los protagonistas de esta nueva constelaci¨®n. La primera pone en escena una cultura concebida como ficci¨®n y fetiche, y la transubstanciaci¨®n de lo real en la farsa de papirote de las industrias medi¨¢tica y cultural. El experto, en cambio, es un agente organizacional: una conciencia gregaria y disciplinada, y el representante sin rostro de saberes acad¨¦micamente domesticados y administrativamente controlados. Su actuaci¨®n se rige bajo los c¨®digos an¨®nimos de la racionalidad objetiva y la rentabilidad. Y aunque invente transg¨¦nicos ecocidas, dise?e armas nucleares o produzca programas econ¨®micos socialmente destructivos, el nombre sagrado de la ciencia le otorga t¨ªtulo de inocencia y carta de inmunidad. El rigor de la profesionalidad le exime de cualquier responsabilidad social. Es precisamente esta profesi¨®n de irresponsable inocencia lo que le degrada a la categor¨ªa de cl¨¦rigo.
La estrella literaria resplandece en el reino del espect¨¢culo. El cl¨¦rigo profesional administra el orden instrumental de la realidad. El com¨²n denominador de sus respectivas funciones es la cosificaci¨®n social en un sistema manipulado de mercanc¨ªas y simulacros.
Frente a ellos, la conciencia reflexiva independiente, el intelectual en un sentido estricto, emerge como conciencia negativa. Walter Benjamin la llam¨® "car¨¢cter destructivo". Sus signos son la cr¨ªtica de lo existente y el deseo de reducirlo a escombros. No por el placer de la destrucci¨®n, sino por hallar encrucijadas y abrir caminos nuevos. Su expresi¨®n filos¨®fica es una figura negativa del conocimiento: la teor¨ªa cr¨ªtica.
La reflexi¨®n se transforma en teor¨ªa cr¨ªtica all¨ª donde los saberes institucionalmente alineados se hacen resistentes a la verdad y a la humanidad. Y es precisamente a partir de este conflicto que se da expresi¨®n el intelectual contempor¨¢neo. Es la real condici¨®n que han puesto de manifiesto fil¨®sofos como G¨¹nther Anders a lo largo de su oposici¨®n al desarrollo de la industria y el armamento nucleares, Carlos Mari¨¢tegui en su cr¨ªtica del neocolonialismo o Vandana Shiva a trav¨¦s de su resistencia a la destrucci¨®n tecnoc¨¦ntrica de los ecosistemas y las culturas del Tercer Mundo.
En nombre de una circunstancial "condici¨®n postmoderna" se dict¨® hace a?os "la fin des grands r¨¦cits". Dise?ada como letan¨ªa clerical para rubricar la liquidaci¨®n del marxismo como ¨²ltima herej¨ªa, su colateral damage se llev¨® por delante las tradiciones intelectuales modernas que hab¨ªan formulado una alternativa a la raz¨®n colonial y totalitaria: ya se tratara del Esp¨ªritu de la utop¨ªa, de Ernst Bloch, o del Movimiento Antropof¨¢gico, de Oscar de Andrade y Tarsila do Amaral; ya fuera el concepto social de democracia de Rosa Luxemburg o Las venas abiertas de Am¨¦rica Latina, de Eduardo Galeano. La actual tarea del intelectual es revertir esta inmolaci¨®n voluntaria.
Plantear el papel p¨²blico del intelectual supone reconocer el significado social del conocimiento en una era de instrumentalizaci¨®n corporativa y escarnio medi¨¢tico global. Significa restablecer las memorias sociales acad¨¦mica y medi¨¢ticamente canceladas. Quiere decir recuperar el valor humano de las palabras. Y la restauraci¨®n de una vida da?ada.
Eduardo Subirats es profesor de Filosof¨ªa, Est¨¦tica y Literatura; ense?a en la Universidad de Nueva York.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.