Volver a lo esencial
Aboga el autor por cambiar la mirada sobre el planeta para abordar la cuesti¨®n del medio ambiente desde una perspectiva de especie
Los ingleses tienen una expresi¨®n muy adecuada cuando las cosas tienden a irse por las ramas, amenazando con perder de vista los aspectos clave de un tema: "back to basics", volver a lo esencial. En los debates sobre la sostenibilidad ambiental ocurre con frecuencia que nos perdemos en los detalles, en las t¨¢cticas, en los eventos, en los peque?os movimientos, por lo que, de vez en cuando, conviene subir al ¨¢rbol, mirar por encima del bosque en el que caminamos, no vaya a ser que estemos avanzando en c¨ªrculos hacia ninguna parte.
Hace 35 a?os tuvo lugar el primer encuentro internacional al m¨¢s alto nivel sobre el medio ambiente. Fue en Estocolmo, en 1972. Tras m¨¢s de un tercio de siglo de cumbres mundiales, grandes eventos, informes, pol¨ªticas ambientales, los avances han sido muchos y muy importantes, especialmente en el ¨¢mbito europeo donde la gran sensibilidad de la sociedad civil ha sido el principal driver. Pero en una perspectiva global, la m¨¢s relevante en el tema ambiental, las cosas no van bien y en mi opini¨®n es mejor mirar la realidad de frente que esconder la cabeza bajo el ala. Ante el d¨ªa mundial del medio ambiente que se celebra el 5 de junio, este es mi personal back to basics.
Los problemas ambientales crecen a una velocidad superior a nuestra capacidad para gestionarlos
Hay un problema de escala entre el sistema econ¨®mico y el sistema natural global: la biosfera tiene l¨ªmites
Uno. El n¨²cleo de la sostenibilidad ambiental es la capacidad de la especie humana para acomodar su desarrollo a la biosfera sin da?ar sus sistemas vitales, de manera que no se ponga en peligro el derecho de las generaciones venideras a vivir de manera digna y gratificante sobre la Tierra. Las generaciones humanas que en este momento vivimos sobre el planeta estamos de paso. Antes que nosotros, miles de generaciones han caminado por estos senderos y muchos creemos que es nuestro deber ¨¦tico favorecer que otras tantas la puedan heredar y disfrutar.
Ante ese deber, la econom¨ªa de mercado carece de los mecanismos internos de autorregulaci¨®n para asegurar que ese legado hacia el futuro se haga de manera autom¨¢tica. La econom¨ªa de mercado es especialmente ineficiente para gestionar los bienes comunes globales -el clima, la salud de los oc¨¦anos, la diversidad biol¨®gica, la capa de ozono-, dando pie a los fallos de mercado tan conocidos en econom¨ªa y especialmente en la ambiental -la tragedia de los bienes comunes, lo denomin¨® Garret Hardin en un art¨ªculo seminal de 1968-. El concepto mismo de desarrollo sostenible asumido por la comunidad internacional supuso reconocer impl¨ªcitamente esa incapacidad de la mano invisible para asegurar la preservaci¨®n de los sistemas vitales de la biosfera. La sostenibilidad requiere instituciones, acuerdos mundiales, pol¨ªticas internacionales, nacionales, regionales, para preservar la salud de los sistemas biol¨®gicos, es decir una voluntad expl¨ªcita que regule y oriente la din¨¢mica propia de las fuerzas del mercado.
Dos. Los 6.300 millones de personas que poblamos la Tierra nos hemos convertido en una fuerza planetaria capaz de alterar equilibrios b¨¢sicos del sistema natural global como el clima. Algunos cient¨ªficos argumentan que desde hace varios siglos hemos entrado en una nueva era geol¨®gica, el antropoceno, caracterizada por el fuerte impacto de nuestra especie sobre la biosfera, sus ecosistemas, funciones y recursos. La humanidad avanza hacia una poblaci¨®n de 9.000 millones de personas a mediados del siglo XXI. Grandes econom¨ªas como China, India, Brasil est¨¢n creciendo de manera muy poderosa en los ¨²ltimos a?os, demandando m¨¢s recursos naturales y generando m¨¢s severos impactos ambientales, que se suman a los ocasionados por los pa¨ªses econ¨®micamente desarrollados.
Tal y como ha argumentado desde hace a?os el economista Herman Daly, hay un problema de escala entre el sistema econ¨®mico y el sistema natural global. La biosfera tiene l¨ªmites. La demanda de recursos y la generaci¨®n de residuos y contaminantes de nuestro sistema econ¨®mico global no. La fricci¨®n era, es, inevitable. Hemos rebasado los l¨ªmites de carga de los sistemas naturales y los grandes problemas ambientales globales son la manifestaci¨®n de ese problema de fondo: cambio clim¨¢tico, desaparici¨®n acelerada de la diversidad biol¨®gica, contaminaci¨®n de mares y oc¨¦anos, poluci¨®n atmosf¨¦rica en urbes de todo el mundo, avance de la desertizaci¨®n, presencia de componentes qu¨ªmicos en los eslabones de las cadenas tr¨®ficas...
Tres. la alteraci¨®n del clima es el ejemplo paradigm¨¢tico de la dificultad que nuestra especie est¨¢ teniendo para gestionar con sensatez un bien com¨²n esencial como es la atm¨®sfera terrestre. Muchas personas est¨¢n despertando estos ¨²ltimos meses al problema del cambio clim¨¢tico y esa es una buena noticia. Pero hay que recordar que la primera conferencia cient¨ªfica internacional sobre el tema tuvo lugar hace casi 30 a?os, que el primer informe del Panel Intergubernamental para el Cambio Clim¨¢tico fue presentado en 1990 y que la denominada Cumbre de la Tierra de R¨ªo de Janeiro, en la que se aprob¨® la Convenci¨®n sobre el Clima, tuvo lugar hace 15 a?os, en 1992. Es decir, mientras que el problema de la modificaci¨®n del clima por factores antropog¨¦nicos avanza de manera geom¨¦trica, la respuesta de la sociedad lo hace de manera aritm¨¦tica. Estamos enfrentando un dilema del prisionero a gran escala del que solo se puede salir con una soluci¨®n cooperativa mundial urgente y contundente que, desgraciadamente, no se divisa en el horizonte.
Cuatro. La desaparici¨®n de la diversidad biol¨®gica de la Tierra pone de manifiesto que la ra¨ªz de la crisis ambiental global proviene de una cosmovisi¨®n profundamente sesgada. Los valores b¨¢sicos que han conformado nuestra civilizaci¨®n tecno-industrial han educado nuestra mirada de manera que la naturaleza que nos rodea y de la que formamos parte es percibida fundamentalmente como un espacio de objetos inertes que est¨¢n ah¨ª exclusivamente para nuestro servicio. Porque nos percibimos separados y por encima del resto de la naturaleza, nuestra relaci¨®n con ella es de posesi¨®n, dominio, uso y abuso. Como no nos sentimos formando parte de la red de la vida, no tenemos problemas en destruirla. Ah¨ª est¨¢ la ra¨ªz del problema. Ello remite a una reeducaci¨®n b¨¢sica en nuestros valores, requiere reconectarnos conscientemente al tejido vital del que formamos parte. Los 13 millones de especies que comparten con nosotros el planeta son el tesoro de 3500 millones de a?os de evoluci¨®n de la vida sobre la Tierra. Pero, en lugar de percibirlas y tratarlas como el irremplazable tesoro que son, las consideramos como un elemento m¨¢s que se incluye en nuestra ecuaci¨®n del desarrollo.
Quinto. la cosmovisi¨®n que ha educado nuestra mirada y moldeado nuestro comportamiento se he estructurado en tres mensajes centrales, de los que dos se han comentado brevemente. El primero, que la naturaleza no es un factor limitante ni para el consumo de recursos ni para la absorci¨®n de residuos y contaminantes. No hay l¨ªmites al crecimiento. Da lo mismo que seamos mil millones de personas -comienzos del siglo XX- que seamos 9.000 millones en 2050, apenas 150 a?os m¨¢s tarde. El segundo, somos la especie dominante. El mundo nos pertenece, est¨¢ ah¨ª para servirnos. Tercero, el bienestar se define por el nivel de consumo de bienes y servicios. Cuanto m¨¢s consumes, m¨¢s cerca est¨¢s del bienestar, suced¨¢neo de la felicidad. No hay l¨ªmites para nuestro anhelo de posesi¨®n y disfrute de artefactos y servicios. La concatenaci¨®n de esos tres mensajes y su instalaci¨®n en el programa cero de la maquinaria de nuestra sociedad han generado una din¨¢mica que no pod¨ªa sino acabar provocando grietas cada vez m¨¢s profundas en el tejido de la biosfera.
Conclusi¨®n. Se est¨¢n produciendo sin duda numerosos avances t¨¢cticos, pero la situaci¨®n general es de retroceso estrat¨¦gico. Los problemas ambientales globales crecen a una velocidad superior a nuestra capacidad para gestionarlos adecuadamente. En una generaci¨®n, 25-30 a?os, a algunos de ellos no se les denominar¨¢ problemas ambientales, sino problemas de seguridad mundial. El que el Reino Unido haya llevado recientemente el tema del cambio clim¨¢tico al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas es un aviso a navegantes.
La humanidad necesita una generaci¨®n de post-estadistas, mentes y corazones que piensen, sientan y act¨²en tambi¨¦n desde una perspectiva de especie humana. Representantes democr¨¢ticos de todo el mundo, a poder ser en activo (es decir, antes de retirarse de la vida p¨²blica institucional), que sean conscientes del sentido de urgencia que requiere el reto planteado y contribuyan a generar la masa cr¨ªtica social imprescindible para protagonizar un giro de tim¨®n radical en los pr¨®ximos a?os hacia la sostenibilidad.
Antxon Olabe es economista ambiental.
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