J?rg Immendorrf, el chico terrible del arte alem¨¢n
Mao¨ªsta radical en su juventud, nunca dej¨® de escandalizar a sus contempor¨¢neos
Con la desaparici¨®n de J?rg Immendorff Alemania pierde a un gran pintor y a uno de los personajes m¨¢s originales y extravagantes del pa¨ªs. Una necrol¨®gica lo defin¨ªa en el S¨¹ddeutsche Zeitung con una enumeraci¨®n de sus m¨²ltiples papeles: "Catedr¨¢tico y le¨®n en las fiestas, amigo del canciller y cantinero, dandi y dada¨ªsta". Todo eso y mucho m¨¢s fue Immendorff.
Empez¨® sus estudios en los a?os sesenta en la Academia de Bellas Artes de D¨¹sseldorf, donde se encontr¨® a Joseph Beuys del que hered¨® su compromiso pol¨ªtico y la tendencia a comportarse como un chico terrible y asustar a todo lo que oliera a peque?oburgu¨¦s. Se sum¨® al grupo de artistas conocido como los j¨®venes salvajes y por su actitud levantisca lo expulsaron de la Academia.
Se sum¨® a las filas de la rebeli¨®n de 1968. Cuando el movimiento se desintegr¨®, el pintor se hizo marxista-leninista en el KPD-ML y dise?¨® pasquines y prospectos para el grup¨²sculo, uno m¨¢s en la sopa de letras del ultraizquierdismo alem¨¢n de los a?os setenta. Sosten¨ªa por aquellos tiempos que quer¨ªa "ser activo y participar en la lucha de las masas, desenmascarar al imperialismo, ponerlo en la picota y combatirlo". Tambi¨¦n afirmaba: "El cuadro tiene que cumplir la funci¨®n de la patata", tiene que ser "un instrumento para la revoluci¨®n mundial, no ser bonito, sino llenar el est¨®mago".
Durante 12 a?os trabaj¨® de profesor de arte en una escuela p¨²blica y sus cuadros amontonados en almacenes se pod¨ªan comprar por 5 marcos (2,5 euros). Un galerista de Colonia le convenci¨® para que dejase sus labores de agitaci¨®n y propaganda y se dedicase al arte. En 1972 particip¨® en la Documenta de Kassel y en 1978 en la Bienal de Venecia. Todo esto acompa?ado de muchas acciones de corte dada¨ªsta, creaci¨®n de comunas y provocaciones siempre que se prestaba la ocasi¨®n.
A finales de los a?os setenta se despierta su inter¨¦s por la divisi¨®n de Alemania e inicia su serie de pinturas m¨¢s conocidas, Caf¨¦ Alemania, 43 cuadros que se ocupan de este tema. En uno aparecen el canciller Helmut Schmidt y al dictador Erich Honecker pintando las banderas de sus dos Alemanias. El ¨²ltimo cuadro de la serie expon¨ªa de forma prof¨¦tica la reunificaci¨®n. Aseguraba Immendorff: "Para m¨ª la idea de que todos aceptasen la divisi¨®n de Alemania me resultaba insoportable".
En esa ¨¦poca se hizo cantinero en un local de Hamburgo llamado La Paloma y provocaba a todos con su anillo en la oreja y sus trajes de cuero. En el extranjero era m¨¢s reconocido que en Alemania, donde hasta 1996 no se organiz¨® una exposici¨®n, en Wolfsburgo, la ciudad de la Volkswagen.
En 1998 le diagnostican la enfermedad que le llev¨® a la invalidez y la muerte: esclerosis lateral amiotr¨®fica, una enfermedad degenerativa incurable que provoca la par¨¢lisis progresiva hasta la muerte por asfixia o paro cardiaco. Para entonces ya era una figura de rango mundial. Lo nombraron catedr¨¢tico de la Academia de Bellas Artes de donde lo hab¨ªan expulsado por rebelde; gan¨® el Marco de M¨¦xico, el premio mundial de pintura de mayor dotaci¨®n, con 250.000 d¨®lares; pint¨® cuadros para el festival de Salzburgo y pas¨® a viajar en Porsche y hacer publicidad de trajes caros.
?l y su mujer, una alumna nacida en Bulgaria 34 a?os m¨¢s joven, eran figuras brillantes en las fiestas de la alta sociedad y todo tipo de jolgorios. El canciller socialdem¨®crata Gerhard Schr?der le invitaba a acompa?arlo a sus viajes al extranjero. Immendorff declar¨® que era su amigo y le agradec¨ªa que hubiese mantenido a Alemania fuera de la guerra de Irak. Schr?der le encarg¨® su retrato oficial para la galer¨ªa de los ex cancilleres en la sede del Gobierno federal. Fue una de sus ¨²ltimas obras y el pasado marzo la entreg¨®, sentado ya en una silla de ruedas: un retrato de Schr?der en oro.
No pod¨ªa vivir sin el esc¨¢ndalo y se convirti¨® en pasto de la prensa amarilla con gigantescos titulares cuando la polic¨ªa le sorprendi¨® en un hotel de lujo de D¨¹sseldorf rodeado de varias prostitutas y con una importante cantidad de coca¨ªna. Se reun¨ªan all¨ª con frecuencia.
En el proceso por la tenencia de droga lo condenaron a 11 meses en libertad condicional y una fuerte multa. Una pena que no lleg¨® al l¨ªmite de expulsarle de la c¨¢tedra. As¨ª pudo conservar la condici¨®n de funcionario p¨²blico hasta su muerte. Ante el tribunal. Immendorff se defendi¨® con el argumento de que todo se deb¨ªa a su enfermedad, "al ansia de vivir de una persona condenada a muerte". El defensor aleg¨® que todo no era m¨¢s que una "escenificaci¨®n er¨®tica" para inspirar su pintura.
La enfermedad le paraliz¨® los brazos, pero Immendorff segu¨ªa pintado. Como un director de orquesta, dirig¨ªa a los alumnos y les daba instrucciones de lo que quer¨ªa, y si no le gustaba lo romp¨ªa. Viaj¨® a China para recibir inyecciones de c¨¦lulas de fetos, pero la esclerosis lateral amiotr¨®fica sigui¨® su curso implacable y acab¨® con su intensa vida el lunes de Pentecost¨¦s.
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