Tiempos y ritmos
Unos tanta prisa y otros tan poca. Horas despu¨¦s de ser reelegido, Alberto Ruiz-Gallard¨®n ya emprend¨ªa la escalada de La Moncloa. El partido socialista, en cambio, no tiene otra respuesta para su crisis en Madrid que la de siempre: dejar pasar el tiempo sin hacer nada. Ahora, con la coartada de la proximidad de las elecciones generales. Alberto Ruiz-Gallard¨®n me recuerda a Michel Rocard. Son personajes con gran ¨¦xito de p¨²blico y escasa estima de partido. Y esta falta de cari?o les hace cometer graves errores de precipitaci¨®n. Ruiz-Gallard¨®n acelera cuando en la calle G¨¦nova est¨¢n todav¨ªa con el champagne por una victoria p¨ªrrica que, en tiempo de vacas flacas, se vive como un triunfo extraordinario. ?Por qu¨¦ corre tanto Gallard¨®n? Porque quiere eliminar un mont¨®n de obst¨¢culos con un solo salto. Quiere coger ventaja en la disputa por el delfinato con Esperanza Aguirre. Y quiere estar en el sitio adecuado en el momento en que Mariano Rajoy se la pegue. En el particular cuento de la lechera del alcalde de Madrid, si consigue la segunda posici¨®n en la lista de la capital a las elecciones legislativas, quedar¨¢ autom¨¢ticamente ungido como heredero y, cuando llegue la hora de la sucesi¨®n, el partido -su enemigo- s¨®lo podr¨¢ asentir.
Naturalmente, para legitimar su salto, Ruiz-Gallard¨®n se presenta ante los suyos con el entusiasmo del converso. Declaraci¨®n de amor a Rajoy -"he confesado en reiteradas ocasiones mi ilusi¨®n de poderle acompa?ar en las pr¨®ximas generales"- y bofet¨®n a Zapatero -"ser¨¢ un par¨¦ntesis en la historia de Espa?a y del socialismo"- en estricta aplicaci¨®n de la consigna del PP: "Zapatero, el breve". A la hora de la sucesi¨®n de Aznar, Rodrigo Rato plante¨® un programa alternativo y perdi¨®. Aznar no estaba para dejar su herencia en manos de una persona con ideas propias. Ruiz-Gallard¨®n no quiere correr el riesgo de proponer porque sabe que tiene el ¨¢rbitro -el partido- en contra y porque quiz¨¢s su proyecto real desdibujar¨ªa su potente imagen. Por eso, intenta colarse en el escalaf¨®n a la carrera. Y hacer valer el n¨²mero dos de Madrid si lo consigue. Esperanza Aguirre y Francisco Camps esperan impasibles a ver como su acelerado rival se estrella en la primera curva. Las prisas, en pol¨ªtica, provocan derrapajes y avalanchas de recelos.
El resultado del PSOE en Madrid es terrible en s¨ª y en sus consecuencias. En s¨ª, porque un partido que quiere tener la hegemon¨ªa en Espa?a no puede ser doblado por su adversario en la capital y porque demuestra la incapacidad de la direcci¨®n del partido para resolver un problema tan grave como cr¨®nico. La consecuencia inmediata del descalabro es que le ha dado al PP la escenograf¨ªa necesaria -el balc¨®n de los triunfadores- para propagar la imagen de una gran victoria en las elecciones municipales. Y lo peor es que, ante ello, el PSOE transmite la sensaci¨®n de que no tiene plan alguno para afrontar esta crisis.
?Por qu¨¦ Zapatero, con aparente autoridad absoluta sobre el partido, no es capaz de practicar la cirug¨ªa necesaria en la federaci¨®n socialista de Madrid? Todo tiene su historia. Y ¨¦sta empieza en el Congreso que eligi¨® como secretario general del PSOE al hoy presidente del Gobierno. Aquel d¨ªa, 23 de julio de 2000, Zapatero gan¨® por ocho votos. En su victoria, fue decisivo el voto guerrista. El guerrismo siempre ha tenido mucho peso en la federaci¨®n madrile?a. Zapatero no se ha atrevido a tocarlo. En vez de desmontar el tinglado burocr¨¢tico all¨ª instalado, ha intentado resolver el problema de la peor manera: parachutando candidatos sin experiencia y sin pedigr¨ª, condenados a convivir con un partido hostil. Y de derrota en derrota hasta el desastre actual. Ni siquiera el tamayazo sirvi¨® como aviso al presidente. En vez de aprovechar para hacer limpieza en la casa socialista madrile?a prefiri¨® consolarse con la teor¨ªa de la conspiraci¨®n. Despu¨¦s de tanto desprop¨®sito la crisis de Madrid le afecta directamente. Fue Zapatero quien eligi¨® los candidatos a la alcald¨ªa, fue ¨¦l quien decidi¨® colocar a personalidades externas de su confianza sin tocar nada en la estructura del partido. Tiene ahora la oportunidad de hacer un gesto de autoridad que reforzar¨ªa su imagen de cara a las generales. ?De verdad cree que es mejor no hacer nada durante diez meses? ?O es que realmente no sabe qu¨¦ hacer?
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