Una operaci¨®n audaz
Santander, Royal Bank of Scotland y el banco asegurador belga Fortis acaban de presentar una OPA sobre el primer banco holand¨¦s y d¨¦cimo europeo ABN Amro por valor de 71.000 millones de euros, equivalente a 38,40 euros por acci¨®n, operaci¨®n competidora de la oferta que present¨® en su d¨ªa el brit¨¢nico Barclays. Su envergadura es el primer aspecto llamativo de la operaci¨®n. Sin embargo, lo que convierte en singular esta OPA es que por primera vez en la historia financiera tres bancos han unido sus fuerzas para comprar otro con el fin expl¨ªcito de trocear la entidad y rentabilizar cada uno de los adquisidores el segmento del que se apropian; y tambi¨¦n por primera vez una alianza de bancos acude al mercado busc¨¢ndose cada uno de ellos su propia financiaci¨®n. Est¨¢ claro que es una operaci¨®n audaz e innovadora.
Si la OPA del Santander y sus socios se impone a la de Barclays -y por el momento tiene las de ganar, puesto que ofrece casi un 14% m¨¢s a los accionistas-, una de las consecuencias inevitables es que casi todos los bancos mundiales empeque?ecer¨¢n un poco. Porque por muy grandes que sean, si sus ¨¢reas de negocio o mercados geogr¨¢ficos son segregables, siempre estar¨¢n a tiro de una alianza circunstancial de bancos dispuestos a comprarlos de forma conjunta, segregar sus partes y rentabilizar cada una de ellas. La l¨®gica empresarial es implacable, tal como lo expuso el ejecutivo del Royal Bank of Scotland Fred Goodwin: "Si yo adquiriera el Banco Real no conseguir¨ªa las mismas sinergias que el Santander, porque no estoy en Brasil. Tambi¨¦n yo soy capaz de sacar m¨¢s provecho de Lasalle [banco estadounidense que controla ABN Amro y que fue objeto de un contrato de venta previo a Bank of America que ahora se quiere renegociar] que mis socios". ?sa es la l¨®gica de la rentabilidad que explica la segregaci¨®n de activos y mercados.
Pero una operaci¨®n tan innovadora no pod¨ªa estar exenta de riesgos y fricciones. Las autoridades holandesas han expuesto, con raz¨®n, que el troceamiento de ABN Amro implicar¨¢ la destrucci¨®n de m¨¢s de 10.000 empleos, cuyo coste se trasladar¨¢ a la Hacienda P¨²blica holandesa. Una vez m¨¢s, la l¨®gica de la libertad de movimiento de capitales -que debe ser respetada, por supuesto- tiene consecuencias inquietantes cuando se aplica sin resolver los problemas legales y sociales previos.
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