Con el paso cambiado

"Un flirteo es un romance a ritmo acelerado. Un romance es un flirteo a ritmo lento". Esta did¨¢ctica y rotunda frase de Billy Wilder resume a la perfecci¨®n el car¨¢cter casi diab¨®lico de uno de los elementos m¨¢s dif¨ªciles de ejercitar en una comedia: el ritmo. Una sentencia que inevitablemente se incrusta en la mente casi con cada situaci¨®n de la pel¨ªcula La caja, debut en el largometraje de Juan Carlos Falc¨®n, inspirado en la novela Nos dejaron el muerto, del escritor canario V¨ªctor Ram¨ªrez.

En clave de comedia negra, aunque con alg¨²n elemento dram¨¢tico, e incluso rom¨¢ntico, la pel¨ªcula narra una situaci¨®n casi ¨²nica (el periodo de velorio de un despreciable del que todo hijo de vecino quiere vengarse, aunque sea metido en un ata¨²d), en un escenario casi exclusivo (el sal¨®n de la casa donde yace el cad¨¢ver); una historia donde las situaciones creadas casi siempre son prometedoras. Sin embargo, ¨¦stas no acaban de fluir casi en ning¨²n momento. Puede que en el gui¨®n, adaptado por Falc¨®n, los enigmas y su resoluci¨®n, los enfrentamientos entre personajes y los dobles sentidos de las frases tuviesen cierta inspiraci¨®n, pero la puesta en escena (con planos muy generales sin apenas movimiento) anda continuamente estancada, el montaje no baila al son de las r¨¦plicas, ciertos di¨¢logos no son lo r¨¢pidos que quiz¨¢ deber¨ªan. Es como si Robert Bresson se hubiese puesto a filmar un gui¨®n de Luis Garc¨ªa Berlanga. Con toda probabilidad, hubiese salido una pel¨ªcula elegante, sencilla y muy austera, pero en modo alguno descacharrante, agil¨ªsima, malintencionada y procaz, que era lo que ped¨ªa a gritos La caja.