No hay pruebas que descarten
Hay maneras detestables de hacer las cosas. En periodismo, por ejemplo, la de quienes aplican el principio "No hay pruebas que descarten...". A poco que uno no est¨¦ advertido sobre ese condenado mecanismo, se puede encontrar discutiendo las pruebas que no existen y es probable que, crecientemente irritado por esa imposibilidad, termine por perder la raz¨®n, y hasta la educaci¨®n, para regocijo del provocador. Algunos periodistas utilizan esa t¨¦cnica de manera intensiva, ocult¨¢ndola bajo la advocaci¨®n, es decir bajo la protecci¨®n y el patrocinio, del periodismo de investigaci¨®n, lo que deja todav¨ªa m¨¢s exasperadas a sus v¨ªctimas y a sus cr¨ªticos.
En pol¨ªtica existen fen¨®menos parecidos, m¨¢s sofisticados y afortunadamente mejor estudiados. Se trata de crear marcos dentro de los cuales el oponente se sienta obligado a moverse, utilizando adem¨¢s un lenguaje determinado creado por el interlocutor. Uno de los que m¨¢s lo han analizado es el ling¨¹ista norteamericano George Lakoff, profesor de la Universidad de Berkeley, furioso ante el ¨¦xito con el que lo aplican los conservadores y la incapacidad de los progresistas para sacudirse esa trampa.
Uno de sus libros, que acaba de editar en espa?ol Foro Complutense, se llama No pienses en un elefante (frase que autom¨¢ticamente te obliga a pensar en uno), y tiene algunos casos estupendos. Un d¨ªa, por ejemplo, los asesores de Bush empezaron a hablar de "alivio fiscal", un hallazgo extraordinario, seg¨²n Lakoff: "De entrada, para que se produzca un alivio, tiene que haber ocurrido antes a alguien algo adverso, alg¨²n tipo de desgracia, y ha tenido que haber tambi¨¦n alguien capaz de aliviar esa desgracia, alguien que pasa a ser un h¨¦roe". "Cuando a la palabra fiscal se le a?ade alivio, el resultado es una met¨¢fora: los impuestos son una desgracia; la persona que los suprime, un h¨¦roe, y quienquiera que intente frenarle, un mal tipo". Lo importante fue que, desde la Fox a la BBC, desde los pol¨ªticos locales a los senadores, para alabarlo o para criticarlo, todo el mundo empez¨® a hablar del Plan de alivio fiscal del presidente.
Quiz¨¢s ser¨ªa conveniente que el Ala Oeste de La Moncloa (?a que autom¨¢ticamente los asesores de Rodr¨ªguez Zapatero parecen m¨¢s inteligentes, m¨¢s atractivos, con m¨¢s sentido del humor y mejores expertos?) empezase a leer este libro a toda velocidad. El resultado de las elecciones auton¨®micas y municipales no ha sido una cat¨¢strofe (salvo en Madrid), pero, si se empe?an, todav¨ªa pueden empeorar un poco m¨¢s antes de las generales.
Aun dando por supuesto que las elecciones municipales y generales son muy diferentes y que no es razonable extrapolar, sin m¨¢s, los datos de unas a otras, resulta interesante el an¨¢lisis cuidadoso de algunos datos de pasado d¨ªa 27. Por ejemplo, respecto a las generales de 2004, el Partido Popular ha perdido 1,84 millones de votos, mientras el PSOE ha perdido 3,26 millones.
Es verdad que el PSOE ha ganado en n¨²mero de comunidades aut¨®nomas (7 en lugar de las 5 que gobernaba en 2003); en n¨²mero de provincias (22 frente a 17), en n¨²mero de capitales (16 en lugar de 12) o, incluso, en n¨²mero de municipios (80 m¨¢s que en 2003). Pero tambi¨¦n que el PSOE fue todav¨ªa en 2003 el partido m¨¢s votado en ciudades de entre 50.000 y 100.000 habitantes y que ahora lo es el PP.
El problema para los socialistas no es tanto que el Partido Popular o Mariano Rajoy hayan mejorado sustancialmente sus expectativas de voto como el hecho de que sus oponentes consigan imponer su marco y su elefante como ¨²nico debate pol¨ªtico. El PSOE deber¨ªa estudiar por qu¨¦ no ha arrancado con la fuerza que suelen proporcionar tres a?os de gobierno con una extraordinaria bonanza econ¨®mica. ?De verdad cree el presidente del Gobierno que no tiene nada que ver su pol¨ªtica territorial? ?Tiene alg¨²n plan de acci¨®n para los pr¨®ximos diez meses? ?Piensa enviar alguna se?al de cambio? ?quiz¨¢s ampliar el n¨²mero de portavoces de manera que participen en el debate pol¨ªtico personajes de m¨¢s peso, capaces de defender su propio lenguaje y su propio marco? Lakoff advierte contra la tentaci¨®n de creer que basta con crear algunas expresiones llamativas u ocurrencias de marketing. Se trata de algo mucho m¨¢s serio. solg@elpais.es
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