Entre bandos y partidos
Es bien sabido que las elecciones expresan momentos de visibilidad de procesos m¨¢s profundos. En ese sentido, no es factible considerar cada elecci¨®n como una historia cerrada. Las elecciones de mayo de 2007 han desnudado expl¨ªcitamente un escenario nuevo, con nuevas reglas. En el caso del votante PP, la estructura de doble voto o abstenci¨®n selectiva significativa experimenta una crisis de volatilidad. A rasgos generales, ya no se valora prioritariamente al candidato local, afinidad, carisma, aprecio. No se valora la capacidad de gesti¨®n, sus posibles aciertos o propuestas. El eje para referenciar el comportamiento electoral local (y auton¨®mico) ha girado sobre dos dimensiones hasta ahora de menor consistencia en este tipo de elecciones: el partido pol¨ªtico y la ideolog¨ªa. La movilizaci¨®n del electorado del PP ha sido defensiva. M¨¢s intensa donde m¨¢s debilitado pod¨ªa parecer el partido. La presencia permanente de los pol¨ªticos nacionales hablando en clave local, contribuy¨® posiblemente a la desestructuraci¨®n del doble voto. La tracci¨®n de la movilizaci¨®n local es de origen auton¨®mico, como muestra en los agregados los 100.000 votos m¨¢s que obtiene el PP en auton¨®micas sobre locales. Y este crecimiento ha desbordado el delicado equilibrio en que se encontraban muchas estructuras de voto locales. En sentido opuesto, la cada vez m¨¢s d¨¦bil resistencia del PSOE al declive es de origen local, con 20.000 votos m¨¢s en locales que en auton¨®micas. No ha sido suficiente esa resistencia, equivalente a la mostrada en 1999, al modificarse los referentes que habilitaban el doble voto. En ese sentido, municipios con candidatos del PP pr¨¢cticamente desconocidos o sin valoraci¨®n significativa, se han visto aupados por el voto a partido. Esto nos habla de los resultados sorpresa. El ¨¦xito de Barber¨¢ en Valencia o de Camps, a?ade las otras dimensiones. Adem¨¢s de partido o ideolog¨ªa, son candidatos conocidos y bien valorados.
"Los j¨®venes que votan, votan predominantemente al PP; los progresistas votan menos, est¨¢n desvinculados de la pol¨ªtica"
En ese sentido, se configura el escenario actual. Sorprendente por parad¨®jico. Estas elecciones locales y auton¨®micas han confirmado que para el electorado PP en la Comunidad Valenciana predomina el partido y la ideolog¨ªa como raz¨®n de voto. Esas banderas que con aspecto de perplejidad mencionaba Camps la noche electoral. El partido que defiende el liberalismo, el mercado, la importancia de la gesti¨®n se apoya electoralmente sobre la imagen de partido y la percepci¨®n bicolor de su electorado. Los partidos de izquierdas, que se suponen profundamente ideol¨®gicos, e hist¨®ricamente apoyados en la organizaci¨®n y el partido, buscan desesperadamente el reconocimiento de su gesti¨®n o la cr¨ªtica a la del PP para conseguir sus objetivos electorales. En t¨¦rminos generales, sin aspirar a explicar exhaustivamente la mir¨ªada de casos locales, los argumentos, "no explicamos bien nuestras propuestas", o "no comunicamos bien nuestra gesti¨®n", eran aceptables hasta ahora. Ya no son validas como criterio general. Las elecciones locales en la Comunidad Valenciana han experimentado un salto cualitativo. Entramos en una ¨¦poca donde son m¨¢s eficaces los banderines que los bandos municipales.
En este mundo del rev¨¦s, los j¨®venes que votan, votan predominantemente PP. Los j¨®venes progresistas votan en menor medida, est¨¢n desvinculados de la pol¨ªtica o se encuentran fragmentados en apuestas localistas o alternativas. El electorado del PP se moviliza, es activo pol¨ªticamente, se manifiesta. Se siente moderno. Como electorado de partido que es, disfruta con el enfrentamiento y se crece con ¨¦l. El PP mantiene su movilizaci¨®n permanente tras las elecciones generales de 2004. Han votado en las elecciones locales en clave de partido y con unos resultados que se hacen cada vez m¨¢s insensibles del tipo de elecci¨®n. El electorado potencialmente socialista o de izquierda, todo lo contrario. Ya sabemos que en ocasiones protesta, pero no se moviliza en las urnas. La cr¨ªtica al PP por su gesti¨®n (en sanidad, educaci¨®n, pol¨ªtica social, etc.) o por los casos de corrupci¨®n urban¨ªstica no son suficiente factor de movilizaci¨®n. ?D¨®nde se encuentran esos 300.000 electores que en 2004 votaron al PSOE en la Comunidad Valenciana para echar al PP del gobierno central? Desmovilizados. Ni para votar en contra del PP, ni para votar a favor del PSOE.
Para estas elecciones, en la mayor¨ªa de las muchas encuestas que he podido analizar, la intenci¨®n de voto al PP aparec¨ªa anclada en un s¨®lido voto directo a partido, con intenci¨®n de participar. Incluso antes de saber qu¨¦ candidato local presentar¨ªa el PP o en mitad del fragor del conflicto Camps-Zaplana. Por el contrario, los resultados del PSOE o de EU depend¨ªan en gran medida de la realizaci¨®n de una simpat¨ªa o afinidad con el candidato o su gesti¨®n. Ese doble movimiento de participar y votar por afinidad ha quedado truncado en su origen en la mayor¨ªa de las ocasiones para el PSOE y EU. La asociaci¨®n de EU con el BLOC ha demostrado ser un salto cualitativo arriesgado, dada la naturaleza de sus electorados. En pol¨ªtica, lo habitual es que dos m¨¢s dos sean tres, cuando de coaliciones se trata. La novedad de las elecciones de 2007 en la Comunidad Valenciana es que, hoy por hoy, en elecciones locales el escenario v¨¢lido para activar el voto no es, o ya no principalmente, el de gesti¨®n o carisma local. Tambi¨¦n juegan, y cada vez con m¨¢s fuerza, el partido y la ideolog¨ªa.
Antonio Alaminos es catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa de la Universidad de Alicante
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