Un poco de autocr¨ªtica, por favor
Los an¨¢lisis globales, en unas elecciones municipales, s¨®lo pueden sembrar confusi¨®nLos ciudadanos han valorado m¨¢s la gesti¨®n de algunos alcaldes que su honradez
Las expectativas que cada uno de los partidos pol¨ªticos llevaban antes del 27M parece que se han cumplido, porque todos se han felicitado por los resultados. As¨ª, no cabe duda de que las campa?as han sido un ¨¦xito. Su dise?o era correcto, unos candidatos pretend¨ªan ser alcaldes y otros no, la confecci¨®n de las listas era la m¨¢s adecuada, y sobre todo, consiguieron movilizar a todo el censo electoral.
Si comenzamos por analizar las campa?as, los discursos han estado m¨¢s que centralizados en temas que eran propiamente locales, en muchas ocasiones hemos tenido dudas de si la convocatoria era para unas generales, o para elegir a los alcaldes, pero era porque los ciudadanos, a veces, no nos enteramos de las cosas. Los temas centrales de la campa?a han dado respuesta y han generado promesas para afrontar las carencias que hoy padecen los ciudadanos de cada ciudad: atascos, ruidos, suciedad, inseguridad, gesti¨®n ineficaz de los servicios...
No ha habido esc¨¢ndalos sobre la forma de adjudicar obras y servicios, de calificar suelos, porque al menor indicio, se ha acudido a los tribunales de justicia sin cuestionar el Estado de derecho.
Queda claro que no todos los candidatos quer¨ªan ganar, por eso est¨¢n satisfechos al comprobar que han ganado sus colegas de otros pueblos o ciudades. As¨ª, permanecer¨¢n en la oposici¨®n para aprender, ejercer una oposici¨®n responsable y llegar a ser alternativa en las pr¨®ximas elecciones.
La confecci¨®n de las listas, responsabilidad sobre todo de los secretarios generales de los partidos, no es algo a considerar como importante, porque la lista de personas es como una bolsa de personas que el candidato lleva a sus espaldas y que no influye, en nada, en los resultados. Por eso, s¨®lo debe rendir cuentas el candidato a alcalde y no las respectivas maquinarias electorales de los partidos.
Debemos felicitarnos, tras la mayor¨ªa de las ruedas de prensa celebradas la noche electoral, finalmente, porque la participaci¨®n ha sido masiva y existe un inter¨¦s claro por la pol¨ªtica, que se manifiesta a trav¨¦s de la participaci¨®n electoral. Est¨¢ claro que todos hemos ganado, ?pero el que? ?mayor¨ªas absolutas? ?coaliciones contra-natura? ?mensajes contradictorios? ?confusi¨®n entre los ciudadanos? ?radicalizaci¨®n entre los que simpatizan con un partido frente a los que simpatizan con el adversario?.
Ojala s¨®lo se hubiese logrado una alta participaci¨®n. Con ello realmente podr¨ªamos felicitarnos.
La participaci¨®n es el elemento central de una democracia, y en la medida que decrece el inter¨¦s por participar, se debilita la misma, y por ende, la legitimidad de los que detentan el poder. Algunos gobernantes en Latinoam¨¦rica ocupan el poder con algo m¨¢s del cincuenta por ciento de un veinticinco por ciento de participaci¨®n electoral, y no es, precisamente, la mejor de las situaciones.
En Andaluc¨ªa, recientemente comprobamos c¨®mo la mayor¨ªa de los andaluces decidieron no ir a votar la ratificaci¨®n del nuevo estatuto. Y entonces, se argumentaron mil motivos, a cual mas insostenible. Se trataba de la ley m¨¢s importante para Andaluc¨ªa y ya se dej¨® notar lo que podr¨ªa ser una constante en un futuro y que hemos visto en estas ¨²ltimas elecciones: la desafecci¨®n pol¨ªtica.
Cuando tratamos de definir la participaci¨®n pol¨ªtica, en demasiadas ocasiones, se suele caer en el t¨®pico de que se realiza principalmente a trav¨¦s de las elecciones. De hecho, al revisar los diferentes estudios de opini¨®n, sobre la cultura pol¨ªtica de Andaluc¨ªa, se comprueba que el andaluz o el espa?ol, en general, considera que es la ¨²nica forma de hacerlo. Esto puede traducirse en la relevancia que, seg¨²n este imaginario colectivo, tiene para la sociedad andaluza el ir a votar el d¨ªa de unas elecciones. Dicho esto, ?qu¨¦ est¨¢ ocurriendo para que los ¨ªndices de participaci¨®n est¨¦n descendiendo en la forma en que lo est¨¢n haciendo?
En muchas ocasiones se ha comprobado que la participaci¨®n electoral va descendiendo a medida que crece el tama?o de un municipio. Si comparamos los ¨ªndices de participaci¨®n de las capitales de provincia con el resto, as¨ª se constata. Sin embargo, al analizar cada provincia de forma pormenorizada, y por citar alg¨²n ejemplo, en C¨¢diz, los datos que se obtienen verifican el hecho de que a medida que los municipios tienen mayor censo, la participaci¨®n es menor. Existe una diferencia importante, porque tambi¨¦n desciende la participaci¨®n en los medianos y peque?os municipios.
Independientemente de que esto no favorece a ning¨²n partido pol¨ªtico, las lecturas pueden ser diferentes en base a la provincia que analicemos. Siguiendo con el ejemplo de C¨¢diz, al aumentar la participaci¨®n, disminuyen los votos al PP, y en cambio aumentan los votos al PSOE, sobre todo porque existe un bipartidismo en la provincia bastante acentuado. Es decir, cuando aumentan los votos al PSOE disminuyen los votos al PP, y viceversa. ?Esto se puede extender al resto de las provincias andaluzas? En absoluto.
Los datos analizados en Granada, Ja¨¦n, Almer¨ªa, C¨®rdoba, nada tienen que ver con lo obtenido en C¨¢diz. De manera que los an¨¢lisis globales, en unas elecciones municipales, s¨®lo pueden sembrar confusi¨®n. As¨ª que, despu¨¦s de congratularnos todos con el ¨¦xito de todos, lo l¨®gico ser¨ªa que cada partido, en cada provincia, y en cada municipio, hiciera un an¨¢lisis pormenorizado de cuales han sido sus errores, para corregirlos en el futuro, y cuales sus aciertos.
Todo an¨¢lisis se deber¨¢ fundamentar, m¨¢s que en datos emp¨ªricos, que pueden ser ¨²tiles para comportamientos generales, en reflexiones profundas, si se quieren extraer conclusiones v¨¢lidas para mejorar, no tanto los resultados de cada partido, que es la gran preocupaci¨®n de los mismos, sino para frenar el posible desinter¨¦s por la pol¨ªtica, que de forma progresiva muestran los ciudadanos.
En segundo lugar, en estas elecciones hay tres factores sobre los que habr¨¢ que reflexionar: ?Qu¨¦ influye en los ciudadanos para orientar su voto e ir a votar: el candidato, la gesti¨®n realizada por el alcalde saliente, el partido en el ¨¢mbito local, o el partido en el ¨¢mbito nacional?, ?por qu¨¦ los candidatos inculpados en casos de corrupci¨®n o esc¨¢ndalos siguen obteniendo el apoyo de los ciudadanos? Y finalmente, ?por qu¨¦ todos los partidos pol¨ªticos se declaran ganadores?, sobre todo, porque si nadie ha perdido nada, no habr¨¢ nada que corregir o mejorar.
Hace algunos a?os le¨ª a un colega americano que, en sus estudios, argumentaba que en Espa?a, a¨²n no se votaba libremente porque la memoria hist¨®rica pesaba demasiado, o lo que es lo mismo, la identificaci¨®n familiar con un partido pol¨ªtico, por la experiencia familiar vivida, influ¨ªa fuertemente. Aquello, que no entend¨ª en torno a 1994, comprob¨¦ que iba super¨¢ndose, cada vez que un ciudadano abr¨ªa su mente lo suficientemente como para votar, no al partido de toda la vida, lo hiciese de forma acertada o no, sino a aquel que seg¨²n sus acciones, merec¨ªa o no representar a los ciudadanos de forma mayoritaria. Porque as¨ª, entre otras cosas, se evitar¨ªa el dejarse caer en la seguridad de sentirse siempre ganador.
En las elecciones locales se presenta la mejor oportunidad para conocer, de primera mano, qu¨¦ hacen o no los representantes pol¨ªticos, en este caso, los alcaldes. Si comprobamos los resultados, las ciudades que han experimentado en sus infraestructuras una importante transformaci¨®n, han recibido el apoyo mayoritario de los ciudadanos. En los casos donde los candidatos se han implicado y participado de las preocupaciones de los que forman parte de club deportivos, cofrad¨ªas, asociaciones vecinales, etc¨¦tera, tambi¨¦n han recibido el apoyo mayoritario. Incluso, algunos, a pesar de estar afectados por esc¨¢ndalos y por corrupci¨®n, los ciudadanos han valorado m¨¢s su gesti¨®n que su honradez.
En la pol¨ªtica ganaremos todos, si la acci¨®n de los pol¨ªticos conlleva una autocr¨ªtica que garantice el recambio de aquello que no funciona. As¨ª, se podr¨¢ comenzar a recuperar el prestigio que conlleva una vocaci¨®n de servicio, ya que como muestran diferentes sondeos de opini¨®n, se trata de una profesi¨®n que cada vez est¨¢ peor valorada por lo ciudadanos y esto ya est¨¢ afectando a la participaci¨®n ciudadana. Esperemos que a¨²n exista la oportunidad de cambiar dicha percepci¨®n.
Susana Corzo Fern¨¢ndez es profesora Titular del Departamento de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad de Granada
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