Liberad a Tinki-Winky
Corren tiempos extra?os para todo lo que huela a infancia. En Occidente, los ni?os y adolescentes han dejado de ser mano de obra para convertirse en objeto y sujeto de consumo, es decir, en clientes. Y ya se sabe que el cliente siempre tiene raz¨®n. Se pasa m¨¢s r¨¢pido de la ausencia de derechos al despotismo que de cero a cien en un coche caro. ?Tiempos extra?os? La extra?eza siempre puede terminar en delirio. Se empieza -en el haz- adaptando los cuentos tradicionales a la correcci¨®n pol¨ªtica y se termina -en el env¨¦s- acusando a Tinky-Winky de corrupci¨®n de menores. Pongan un teletubbie en manos de un semi¨®logo y sacar¨¢ petr¨®leo. P¨®nganlo en manos del ministro de Educaci¨®n polaco y sacar¨¢ el crucifijo. Si lo ponen en manos de un ni?o ver¨¢ un mu?eco azul que lleva un bolso con la misma naturalidad con que sus compa?eros llevan un gorro, una pelota y un patinete. ?Natural? Para un ni?o todo es natural. De ah¨ª que jam¨¢s pregunte por qu¨¦ habla el ciervo en la f¨¢bula de Esopo o la tortuga en el relato de Lewis Carroll. Ni lo preguntan los ni?os ni lo preguntan -m¨¢s que despiertos, despertados- los adolescentes. A ambos se dirige Harold Bloom (Nueva York, 1930) en Relatos y poemas para ni?os extremadamente inteligentes de todas las edades. El padre del canon occidental, que se define como "anticuado y rom¨¢ntico", ha reunido 40 relatos y 85 poemas con la convicci¨®n de que nacemos siendo lectores "por naturaleza", eso s¨ª, hasta que ese instinto "es destruido por los medios de comunicaci¨®n". Al margen del enfado permanente del gran apocal¨ªptico y de que su sentido de lo universal comparte fronteras, mayormente, con el Reino Unido y Estados Unidos, esta antolog¨ªa tiene varias virtudes. Una: es en s¨ª misma toda una biblioteca (fant¨¢stica, en los dos sentidos). Dos: est¨¢ llena de curiosidades (Tarantino, por ejemplo, parece un ep¨ªgono racionalista del Mark Twain de Periodismo en Tennessee). Tres: devuelve la poes¨ªa al lugar que perdi¨® hace tiempo. Y cuatro: aunque con cierto desd¨¦n por la literatura juvenil oficial, demuestra que si varias generaciones leyeron a Stevenson, Kipling o Chesterton entre los cinco y los quince a?os, otras varias podr¨ªan seguir haci¨¦ndolo. Los lectores sin prejuicios disfrutar¨¢n como ni?os, lo sean o no. Los otros echar¨¢n los dientes de rabia con la mera presencia de Walt Whitman. ?Qui¨¦n sale perdiendo?
RELATOS Y POEMAS PARA NI?OS EXTREMADAMENTE INTELIGENTES DE TODAS LAS EDADES
Harold Bloom
Traducci¨®n de Dami¨¢n Alou
Anagrama. Barcelona, 2007
710 p¨¢ginas. 13,50 euros
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