?C¨®mo que fea!
Ma?ana vamos a repetir aquel paseo por las comarcas de Tarragona que hicimos con el fot¨®grafo Gregori Civera, el 10 de junio del a?o 2000, hace exactamente siete a?os, visitando las casas, las mas¨ªas, las iglesias de Jujol, el arquitecto genial del modernismo cuya influencia, seg¨²n dicen algunos, contribuy¨® decisivamente a desviar a Gaud¨ª de la est¨¦tica exin castillos de sus primeros a?os. ?Gregor, ap¨²ntate! ?Aparca tus compromisos con Wallpaper y las modelos esas que retratas, cancela tus viajes chinos, y volvamos a las iglesias de Vistabella y Constant¨ª, alardes de creatividad y a la vez de humildad franciscana, los rasgos dominantes de la personalidad de Jujol. Entraremos... si encontramos a la vecina que nos deje la llave. Y al anochecer subiremos otra vez al otero pelado, batido por todos los vientos del abandono, donde se alza el santuario de Montferri, ese singular homenaje a la Virgen de Montserrat, cuyo techo reproduce los caracter¨ªsticos monolitos y las agujas columnares de la sierra, en color gris del cemento en que est¨¢ construido. Se respira all¨ª una atm¨®sfera subyugante y melanc¨®lica, como la de esas p¨¢ginas de Perucho en las que un caballero medieval cabalga por los descampados, en compa?¨ªa de seres transparentes, esp¨ªritus y vampiros catalanes...
De regreso de Montferri, al entrar en Barcelona veremos fugazmente la fuente monumental
Estimado se?or Perucho: recuerdo muy bien, ya que es inolvidable, la tarde en su sal¨®n de la avenida de la Rep¨²blica Argentina, y en especial el instante en que usted me se?al¨®, en una mesita baja, la min¨²scula copa de precioso cristal labrado, llena de un licor color grana como la sangre de Cristo, licor de cerezas sutil, que a la luz polvorienta que se filtraba por las listas de las persianas, echadas para proteger los incunables de su biblioteca (puertas a mundos fant¨¢sticos por donde usted iba y ven¨ªa a su antojo), lanzaba destellos de rub¨ª. Y me invit¨® a beberlo en su lugar, pues a usted se lo hab¨ªa prohibido el m¨¦dico. Yo le di un sorbito respetuoso, seguro como estaba de que aquel n¨¦ctar usted lo hab¨ªa tra¨ªdo a casa desde lejos, de alguna expedici¨®n por sus libros de nigromante. Andaba por all¨ª su se?ora, sol¨ªcita y gentil. Aunque la parte mejor y m¨¢s honda de usted era, como es siempre, incomunicable, salvo tal vez en alguna lengua ignota y muerta; eran interesant¨ªsimas las cosas que dec¨ªa sobre fantasmas y aparecidos. Y nos sobraba el tiempo. ?C¨®mo olvidarlo? ?Qu¨¦ otro privilegio o Tois¨®n de Oro o Laureada de San Fernando se puede pedir?
Perucho era muy creyente, y tambi¨¦n Jujol era creyente, practicante y muy devoto. La fe le hac¨ªa ser impuntual, pues se deten¨ªa a rezar en las iglesias que le salieran al paso, y tambi¨¦n le ayud¨® a sobrellevar tiempos de peligro y desventuras, durante las persecuciones de la guerra y en la posguerra, cuando las circunstancias, el cambio del gusto est¨¦tico, su propia edad y quiz¨¢ la ojeriza de alg¨²n enemigo le arrebataron sus poderes m¨¢gicos, se qued¨® sin encargos y sus lecciones impacientaban a sus nuevos alumnos... En cambio los antiguos, los de antes de la guerra, le adoraban. En el libro que le dedic¨® su hijo, algunos recuerdan an¨¦cdotas de esa devoci¨®n tan intensa. C¨¦sar Martinell Brunet, por ejemplo: "Cuando era estudiante y pintaba una gran acuarela de una zarza de moras, al llegar a la mitad la encontr¨¦ dif¨ªcil de pintar. Viendo mis dificultades, Jujol simplemente me dijo: 'Si le resulta m¨¢s f¨¢cil, siga con tinta china'. Le respond¨ª que entonces la mitad de la l¨¢mina estar¨ªa pintada con una t¨¦cnica, y la otra mitad con otra. 'Por eso no se preocupe', respondi¨®, y dibuj¨® diestramente el nombre de Jes¨²s en mitad de la l¨¢mina, justo donde las dos t¨¦cnicas cambiaban. 'El nombre de Jes¨²s lo une todo." Revent¨®s Farrarons: "Una vez, viendo unos dibujos m¨ªos, dijo: 'Tiene usted suerte de tener una t en el apellido. As¨ª, cada vez que firma puede dibujar una cruz sin dar explicaciones a nadie."
...De regreso de Montferri, al entrar en Barcelona por la Gran Via y hundirnos en el t¨²nel bajo la plaza de Espanya, veremos fugazmente la fuente monumental, ese hito fallido, a base de columnas y estatuas, en un estilo ecl¨¦ctico o neobarroco cargado de simbolismos patri¨®ticos, que parece que no le gusta a nadie. A m¨ª me encanta su extravagancia y atrevimiento y no hay amigo forastero con el que pase por all¨ª y se libre de mi laudatio de Jujol: "?Ves esa fuente? ?Te gusta? ?No? Bueno, hay que tener en cuenta que se la encargaron sin margen de tiempo, y que le faltan algunas cascadas, y las tres albercas que deber¨ªan representar los mares Cant¨¢brico, Atl¨¢ntico y Mediterr¨¢neo. Las figuras humanas simbolizan los r¨ªos de Espa?a; las esculpi¨® Miquel Blay, que entonces era director de la Academia espa?ola en Roma. El brasero de bronce simboliza 'el constante sacrificio de Espa?a por extender la civilizaci¨®n'; quiz¨¢ vuelvan a encenderlo pronto, pues los b¨¢rbaros del norte van a sacrificar a alguien, a¨²n no se sabe a qui¨¦n... En los filacterios que abrazan las columnas figuraban los nombres de personalidades ib¨¦ricas. Me parece muy propio de Jujol, y admirable, que entre esos altos nombres -San Ignacio de Loyola, Cervantes, Cam?ens, Ramon Llull, Isabel la Cat¨®lica, Jaume I, Col¨®n- colase el de su maestro y amigo, el de Gaud¨ª".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.