As¨ª fue el di¨¢logo con ETA
El 21 de junio de 2005 se encontraron en el hotel Wilson de Ginebra (Suiza) el dirigente hist¨®rico de ETA, Jos¨¦ Antonio Urrutikoetxea, Josu Ternera, y el presidente del Partido Socialista de Euskadi (PSE), Jes¨²s Eguiguren. Ternera acudi¨® a la cita con un ejemplar de un libro de Eguiguren publicado cinco a?os antes, Los ¨²ltimos espa?oles sin patria (y sin libertad), en cuyo pr¨®logo apuntaba las claves para hallar una soluci¨®n al terrorismo en Euskadi. Si el Gobierno estaba dispuesto a suscribir lo que dec¨ªa el pr¨®logo de su libro, le dijo Ternera, podr¨ªa llegarse a un final de la violencia.
Ya se conoc¨ªan. Hab¨ªan coincidido en el Parlamento vasco en la legislatura anterior, antes de que Josu Ternera huyese, abandonando su esca?o parlamentario para evitar el regreso a prisi¨®n. La presencia en Z¨²rich de Ternera, de 58 a?os, supuso para Eguiguren toda una garant¨ªa. Sab¨ªa que era un dirigente hist¨®rico de la antigua ETA militar, amigo de su fallecido n¨²mero uno, Jos¨¦ Miguel Be?ar¨¢n, Argala, con quien particip¨® en el atentado mortal contra el presidente franquista Luis Carrero Blanco, en diciembre de 1973. Eguiguren, algo m¨¢s joven, euskald¨²n como Ternera, es un intelectual de izquierdas, un hombre de la universidad, que empez¨® a militar en el socialismo desde muy joven y lleg¨® a ser presidente del Parlamento vasco.
Eguiguren y Otegi acordaron una doble negociaci¨®n: de un lado, Gobierno y ETA; de otro, mesa de partidos
La bomba de Barajas muestra que ETA apuesta por un proceso que conduzca a la soberan¨ªa de Euskadi
El trabajo lento y minucioso hab¨ªa comenzado en 2002, con Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar en La Moncloa
Rubalcaba controla las conversaciones. Eguiguren y Otegi piensan en Etchegaray como intermediario
La base del acuerdo fija en seis meses el plazo desde el alto el fuego hasta los contactos oficiales
En julio de 2006, ETA cambia de prioridades y no quiere empezar por negociar sobre el futuro de los presos
El Gobierno pidi¨® al Sinn Fein que intercediera ante ETA para que no volviera a la violencia
Aquella cita fue el comienzo de las conversaciones entre el Gobierno y ETA que culminaron, nueve meses despu¨¦s, en el alto el fuego permanente de la banda, el 22 de marzo de 2006. Sin embargo, antes de que los dos negociadores se reuniesen en Suiza, hubo cuatro a?os de trabajo lento y delicado, muchas horas de conversaciones entre el propio Eguiguren y el portavoz de Batasuna, Arnaldo Otegi. Un laborioso esfuerzo que ETA, con la formalizaci¨®n del regreso al terrorismo, de anuncio del fin de su "alto el fuego permanente", arroj¨® por la borda el pasado martes, perdiendo as¨ª la mejor oportunidad que ha tenido nunca para acabar, de manera dialogada, y salvando la cara, con sus m¨¢s de 40 a?os de violencia.
Ese trabajo empez¨® en 2002, cuando Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar estaba en La Moncloa. ETA manten¨ªa a¨²n su campa?a de atentados, reiniciada en enero de 2000, tras la ruptura de la tregua de 1998. La situaci¨®n pol¨ªtica en el Pa¨ªs Vasco era irrespirable, y no s¨®lo por las amenazas de la banda terrorista, sino tambi¨¦n por la agria confrontaci¨®n entre los gobiernos de Aznar y de Juan Jos¨¦ Ibarretxe.
Las conversaciones de Eguiguren y Arnaldo Otegi -que coincidieron tambi¨¦n en la C¨¢mara vasca y que fueron propiciadas por un amigo com¨²n, Jos¨¦ Luis Egea, ex consejero socialista del Gobierno vasco- se iniciaron en un caser¨ªo de Elgoibar (Guip¨²zcoa), propiedad de un amigo del l¨ªder de Batasuna, y continuaron en Azpeitia tras descubrirlas el Centro Nacional de Inteligencia. Todav¨ªa eran los tiempos de Aznar. Lo primero que se hizo en aquellas conversaciones preliminares fue un an¨¢lisis de los fracasos de las treguas anteriores de ETA.
Aquellos contactos se produc¨ªan mientras en Irlanda del Norte avanzaban las negociaciones que culminar¨ªan este mismo a?o con el Sinn Fein de Gerry Adams y sus enemigos irreconciliables, los extremistas protestantes del reverendo Ian Paisley, compartiendo gobierno. Aunque a Otegi y Eguiguren les serv¨ªa de est¨ªmulo la buena marcha que hab¨ªan tomado las negociaciones en Irlanda del Norte, a ra¨ªz del acuerdo de Stormont de 1998, el dirigente socialista nunca fue partidario de utilizar el Ulster como referente. Prefer¨ªa remitirse a modelos hist¨®ricos m¨¢s cercanos. Eguiguren es un profesor especializado en historia. No le cost¨® entenderse con Otegi sobre esa base.
La doble negociaci¨®n
Sin embargo, la clave que permiti¨® avanzar fue el an¨¢lisis cr¨ªtico que los dos interlocutores hicieron de los procesos de paz fallidos y las conclusiones a las que llegaron. El pr¨®logo del libro de Eguiguren, que Josu Ternera llevar¨ªa a?os despu¨¦s a su primera cita en Ginebra, ya avanza la necesidad de separar en Euskadi el proceso de paz y el pol¨ªtico. Su mezcla hab¨ªa sido la clave del fracaso de las conversaciones de Argel de 1989, el primer intento de envergadura por lograr el final de ETA por la v¨ªa del di¨¢logo.
El Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez dej¨® entonces claro a ETA que no estaba dispuesto a mantener una negociaci¨®n pol¨ªtica con una banda armada. Ten¨ªa una base de apoyo, el Pacto de Ajuria Enea, de enero de 1988, que permit¨ªa al Gobierno negociar una soluci¨®n para los presos de ETA a cambio del cese de la violencia, pero no cuestiones pol¨ªticas que corresponden a los partidos. A ese compromiso se remiti¨® el Ejecutivo para rechazar las pretensiones de ETA, que rompi¨® la tregua a los dos meses de declararla.
Eguiguren y Otegi, a la vista del error del pasado, coincidieron en abrir una doble negociaci¨®n separada. Gobierno y ETA abordar¨ªan la negociaci¨®n sobre la base de canjear paz por presos y los partidos vascos decidir¨ªan, en una segunda mesa, el futuro pol¨ªtico de Euskadi. La necesidad de reformar el Estatuto de Gernika, defendida por todas las formaciones vascas, a excepci¨®n del PP, ofrec¨ªa la oportunidad de incorporar a Batasuna al juego pol¨ªtico. Antes ten¨ªa que recuperar la legalidad.
La llamada del cardenal
Llegados a ese punto, Eguiguren y Otegi comprendieron que su trabajo hab¨ªa llegado a un l¨ªmite. Cre¨ªan que deb¨ªan ser el Gobierno y ETA quienes les relevasen. Eguiguren se hab¨ªa limitado a informar de sus gestiones a Patxi L¨®pez, secretario general del PSE. Ante la proximidad de las elecciones generales de marzo de 2004, decidieron esperar a los resultados. Fue en esas fechas, muy poco antes de los comicios, cuando el PSE notific¨® al secretario general del PSOE, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, el resultado de las conversaciones con Batasuna.
Una vez celebradas las elecciones, Zapatero, investido presidente del Gobierno, decidi¨® que fuese el nuevo portavoz socialista en el Congreso (y hoy ministro del Interior), Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, quien controlase las conversaciones. ETA llevaba por entonces un a?o sin matar.
A su vez, Eguiguren y Otegi se hab¨ªan planteado la necesidad de encontrar un intermediario que facilitase la relaci¨®n entre el Gobierno y ETA. Pensaron en el cardenal vasco-franc¨¦s residente en el Vaticano Roger Etchegaray. Eguiguren contact¨® con ¨¦l a trav¨¦s de Fran?ois Maitia, por entonces concejal del Partido Socialista Franc¨¦s (PSF) en una pedan¨ªa de Saint Jean Pied de Port, hoy vicepresidente del Consejo de Las Landas, y amigo com¨²n de los dos negociadores.
El cardenal llam¨® por tel¨¦fono a Eguiguren y se citaron en Roma el 22 de mayo de 2004, el mismo d¨ªa que el Pr¨ªncipe Felipe y Leticia Ortiz se casaron en Madrid. Desafortunadamente, Etchegaray rechaz¨® la petici¨®n, con el argumento de que el Vaticano no pod¨ªa comprometerse en un asunto de esta naturaleza.
ETA escribe al Gobierno
A principios de agosto de 2004, ETA envi¨® una carta oficial al Gobierno (ya hab¨ªan llegado los socialistas al poder) a trav¨¦s de un peculiar canal, que comenzaba en un cura vasco-franc¨¦s y continuaba por intermediarios, llegaba hasta Eguiguren y, por medio de ¨¦ste, hasta el Ejecutivo. La carta de ETA, firmada por la banda y con su sello de la serpiente y el hacha, propon¨ªa "establecer v¨ªas de comunicaci¨®n para resolver el conflicto". El Gobierno tard¨® tiempo en responder a ETA. Pero Zapatero dio el visto bueno, animado, sin duda, por el primer ministro brit¨¢nico, Tony Blair, que, basado en su experiencia irlandesa, defend¨ªa el establecimiento de un canal de comunicaci¨®n con la banda terrorista.
Paralelamente, Batasuna exterioriz¨® las conclusiones de las conversaciones mantenidas con el PSE en la Asamblea de Anoeta, en San Sebasti¨¢n, en noviembre de 2004. All¨ª Otegi propuso la doble mesa y que, en la de car¨¢cter pol¨ªtico, ETA asumiera que Batasuna le representase. Tambi¨¦n proclam¨® la necesidad de que en el futuro pol¨ªtico de Euskadi participasen los partidos no nacionalistas, que quedaron excluidos del pacto de Lizarra, surgido al calor de la tregua de ETA de 1998. Y propuso que ETA negociase con el Gobierno, en otra mesa "t¨¦cnica", la salida de los presos a cambio de la paz.
Tambi¨¦n se public¨® por entonces la carta de varios militantes de ETA encarcelados que encabezaba el que fue l¨ªder de la banda en los a?os ochenta, Francisco M¨²gica Garmendia, Pakito, y en la que se quejaban de la orientaci¨®n de ETA y le animaban a un final dialogado con el Gobierno.
Dos meses despu¨¦s, en enero de 2005, Otegi, como portavoz de Batasuna, escenific¨® la nueva situaci¨®n con el env¨ªo de una carta a Zapatero, que antes mostr¨® a Eguiguren, en la que le ped¨ªa que encabezase el esfuerzo para llegar a un final dialogado de la violencia. Zapatero respondi¨® al d¨ªa siguiente, en un mitin en el Kursaal de San Sebasti¨¢n, que estaba dispuesto al di¨¢logo si se daban las condiciones necesarias.
Los expertos de Ginebra
Paralelamente, el Gobierno y ETA aprobaban la participaci¨®n en el proceso en ciernes de un organismo mediador, el Centro de Di¨¢logo Henri Dunant, radicado en Ginebra (Suiza) y con una amplia experiencia en conflictos armados. Sus miembros son de diversas nacionalidades y muchos de ellos excedentes de la ONU. La tragedia del tsunami en diciembre de 2004, oblig¨® al centro a dirigir sus esfuerzos a los pa¨ªses asi¨¢ticos, afectados por el maremoto, y eso retras¨® los contactos durante meses. Pero tras alguna tentativa fallida, el Centro de Di¨¢logo fij¨® para junio la cita a la que acuden Eguiguren, en nombre del Gobierno, y Josu Ternera, por parte de ETA. El primero llevaba un aval parlamentario. Un mes antes, en mayo de 2005, el Congreso hab¨ªa votado una resoluci¨®n, con el ¨²nico pronunciamiento negativo del PP, en la que se compromet¨ªa a dialogar con ETA si ¨¦sta daba muestras inequ¨ªvocas de dejar la violencia, con la condici¨®n de que las cuestiones pol¨ªticas las resolvieran los partidos. ETA llevaba ya dos a?os sin matar.
La primera cita
La cita tuvo lugar en Ginebra el 21 de junio de 2005. Un d¨ªa s¨ª y otro no se reunieron en presencia de representantes del Centro de Di¨¢logo. Ternera garantiz¨® a Eguiguren que representaba a ETA y que se alegraba de que la interlocuci¨®n fuera pol¨ªtica y no policial, porque hab¨ªa tenido "malas experiencias" en el pasado. Las conversaciones se iniciaron con largas exposiciones sobre c¨®mo entend¨ªa cada uno la historia de Euskadi, su situaci¨®n pol¨ªtica y las salidas a la violencia. La diferencia con procesos anteriores consist¨ªa en que se apreciaba una mayor voluntad pol¨ªtica por parte de ETA de comprometerse y, adem¨¢s, part¨ªa de un procedimiento ya empleado con anterioridad: la separaci¨®n entre la negociaci¨®n pol¨ªtica y la de los presos. Eguiguren se manten¨ªa en estrecho contacto telef¨®nico con Rubalcaba.
El 14 de julio, 22 d¨ªas despu¨¦s de iniciado el di¨¢logo, se alcanz¨® un acuerdo de principio: ETA anunciar¨ªa un alto el fuego indefinido y permanente. Las bases de ese compromiso, que se recoger¨ªan en el comunicado de ETA del 22 de marzo de 2006 y en la declaraci¨®n institucional del presidente del Gobierno, que inicialmente estaba previsto que se realizara seis meses despu¨¦s del comunicado etarra, no hac¨ªan referencia ni al derecho de autodeterminaci¨®n ni a Navarra, cl¨¢sicas reivindicaciones de ETA y de la izquierda abertzale. Se limitaban a se?alar que se respetar¨ªan las decisiones que sobre su futuro tomase libremente la ciudadan¨ªa vasca en ausencia de violencia. Tambi¨¦n se?alaban que las adoptar¨ªan los partidos a trav¨¦s de los procedimientos legales y teniendo en cuenta la pluralidad de la sociedad vasca. Finalmente, recog¨ªan la clave de la resoluci¨®n parlamentaria de mayo de 2005: el Gobierno dialogar¨ªa con ETA si se producen se?ales inequ¨ªvocas del cese de la violencia, y aclaraba que el Ejecutivo no pagar¨ªa precio pol¨ªtico alguno por la paz.
Las bases del acuerdo, del que fueron notarios los funcionarios del Centro de Di¨¢logo, fijaban en seis meses como m¨¢ximo el plazo entre la declaraci¨®n de alto el fuego y la celebraci¨®n de contactos oficiales entre el Gobierno y ETA. Ese tiempo lo utilizar¨ªa el Gobierno para verificar que no hab¨ªa chantajes de ETA ni actos de kale borroka. Tambi¨¦n se?alaba que, si cesaba realmente la actividad de ETA, se relajar¨ªa la actividad policial y que Batasuna se acoger¨ªa a la legalidad, permaneciendo vigente la Ley de Partidos. Finalmente, no sucedi¨® ni lo uno ni lo otro.
Se fij¨®, asimismo, un protocolo de reuniones, a propuesta del Centro de Di¨¢logo, sobre el n¨²mero de interlocutores, de asesores y de observadores, as¨ª como la constituci¨®n de un comit¨¦ de verificaci¨®n. La tanda de reuniones culmin¨® con el compromiso de un reencuentro, una vez que Eguiguren y Josu Ternera, hicieran consultas. Zapatero inform¨® a Rajoy durante el verano de la existencia de estos contactos y de la proximidad del alto el fuego.
Reuniones en Oslo
Entre el 3 y el 12 de noviembre se produjo una segunda tanda de reuniones en una residencia en las afueras de Oslo (Noruega), tambi¨¦n a trav¨¦s del Centro de Di¨¢logo, en la que se ratific¨® el acuerdo de julio. Los servicios secretos noruegos se encargaron de la seguridad y de los movimientos de las delegaciones. Ternera fue acompa?ado por otro dirigente veterano de ETA.
Las sesiones de Oslo se celebraron tambi¨¦n en d¨ªas alternos y, a instancias de la representaci¨®n del Gobierno, se elimin¨® la expresi¨®n "tregua indefinida" por considerarla "quemada". Se dej¨® "permanente", el mismo t¨¦rmino que el IRA utiliz¨® en su alto el fuego. Ternera introdujo, tambi¨¦n, algunos matices a las bases del acuerdo.
Se declara la tregua
El ¨²ltimo d¨ªa del a?o 2005 se produjo un ¨²ltimo encuentro entre Eguiguren y Ternera en Ginebra. El dirigente etarra comunic¨® al socialista que, a partir de las seis semanas siguientes, ETA har¨ªa p¨²blico el alto el fuego permanente. Tard¨® un mes m¨¢s. Ocurri¨®, finalmente, el 22 de marzo de 2006. Fue la tercera tregua de ETA de envergadura y provoc¨® una gran euforia, porque parec¨ªa la definitiva. Se sustentaba en bases m¨¢s s¨®lidas que las anteriores, ven¨ªa precedida de tres a?os sin muertos y contaba con un contexto pol¨ªtico muy favorable. Desaparecido el IRA de la escena europea, s¨®lo quedaba ETA practicando el terrorismo en una competencia imposible con los islamistas de Al Qaeda, y el nivel de rechazo de la violencia no s¨®lo en la sociedad espa?ola sino en la vasca era absoluto.
ETA se ajust¨® en su comunicado, del 22 de marzo de 2006, a lo que Ternera se hab¨ªa comprometido en las conversaciones de Ginebra y Oslo. El Gobierno no esper¨® seis meses para hacer su declaraci¨®n institucional en la que abr¨ªa oficialmente el di¨¢logo con ETA. Zapatero la materializ¨® en el Congreso el 29 de junio. La declaraci¨®n institucional gust¨® a Otegi, pero no a ETA, que interpret¨® que Zapatero soslay¨® la cuesti¨®n de Navarra.
Zapatero pretend¨ªa aprovechar el verano para iniciar las conversaciones de la mesa t¨¦cnica, entre el Gobierno y ETA, y poner en marcha el compromiso de paz por presos. Hab¨ªa preparado un plan preciso de acercamientos e incluso de excarcelaciones de etarras.
En julio, poco despu¨¦s de la declaraci¨®n del presidente, se produjo una comunicaci¨®n entre el Gobierno y ETA. La representaci¨®n de la banda no quiso empezar la negociaci¨®n de paz por presos. Exigi¨® que antes se reunieran los partidos para configurar la segunda mesa, la pol¨ªtica. Esta exigencia, adem¨¢s de cambiar las prioridades del calendario, planteaba la necesidad urgente de que Batasuna fuese legalizada.
Batasuna no quer¨ªa acogerse a la Ley de Partidos, cuya vigencia estaba en las bases del acuerdo. El clima se hallaba enrarecido entre los militantes de Batasuna porque el juez Fernando Grande Marlaska hab¨ªa practicado detenciones de dirigentes de Batasuna, en los primeros d¨ªas del alto el fuego, acogi¨¦ndose a la v¨ªa penal, y los sectores m¨¢s radicales empezaron a recuperar influencia. Marlaska hab¨ªa redactado un auto en enero -en el breve par¨¦ntesis entre el acuerdo de bases y la declaraci¨®n de alto el fuego- por el que prorrogaba por dos a?os la ilegalidad de Batasuna, con lo que dejaba en papel mojado la posibilidad de que esta formaci¨®n funcionase sin dificultades. Finalmente, Batasuna, presionada por sus bases, no se acogi¨® en el verano a la Ley de Partidos y continu¨® en la ilegalidad.
Para superar el bloqueo, una representaci¨®n del PSE se reuni¨® en julio con otra de Batasuna, de manera oficial. No bast¨® a ETA. En agosto dio su primer aviso con un comunicado. Consideraba que el proceso estaba en "crisis" y lo atribu¨ªa a que los partidos no hab¨ªan puesto en funcionamiento la mesa.
El Gobierno, pese al cambio de calendario, decidi¨® seguir. Con la puesta en marcha de las conversaciones entre partidos, irrumpi¨® en la escena el PNV. Su l¨ªder, Josu Jon Imaz, no ten¨ªa claro que se alterase la hoja de ruta y que el debate pol¨ªtico se pusiera por delante. No obstante, accedi¨® ante la obstinaci¨®n de Batasuna. En ese momento, en septiembre, PNV, PSE y Batasuna iniciaron contactos secretos -al ser ilegal la formaci¨®n abertzale- para avanzar en la constituci¨®n de la mesa de partidos. Tras una reuni¨®n tripartita en Loyola (Guip¨²zcoa) llegaron a un borrador de acuerdo. Batasuna pidi¨® consultarlo pero, en una reuni¨®n posterior, sus representantes -Arnaldo Otegi y Rufino Etxeberria- rechazaron el borrador y elevaron el list¨®n al pretender aprobar un ¨®rgano com¨²n de Navarra y Euskadi, con capacidad legislativa, en el plazo de dos a?os. El PNV y el PSE se plantaron y las conversaciones encallaron. Es el 10 de noviembre. Con ello se enterr¨® tambi¨¦n el proyecto de presentar la mesa de partidos en el marco de una Conferencia de Paz en San Sebasti¨¢n que se iba a celebrar en diciembre.
El proceso encalla
Con el proceso encallado y con ETA manteniendo brotes de violencia -adem¨¢s de relanzar la kale borroka, a fines de octubre la banda rob¨® 350 pistolas en el sur de Francia-, se celebr¨® el ¨²ltimo encuentro entre enviados del Gobierno y la banda, a mediados de diciembre.
A esa reuni¨®n ya no acudi¨® Ternera. Le relevaron dos militantes m¨¢s j¨®venes. Entre ellos no estaba Txeroki, cuyo papel real en ETA, seg¨²n fuentes del proceso, es inferior al de jefe del aparato militar que le atribuyen informaciones policiales. La representaci¨®n gubernamental la tuvieron Eguiguren y un ex ministro del Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez. ETA present¨® un planteamiento pol¨ªtico global -con Navarra y el derecho a la autodeterminaci¨®n- que la delegaci¨®n gubernamental rechaz¨® de plano. La banda, no s¨®lo cambi¨® el calendario, sino que tutel¨® pol¨ªticamente a Batasuna. Pese a todo, se comprometi¨® a no romper el proceso. Tard¨® 15 d¨ªas en faltar a su promesa. El 30 de diciembre, coloc¨® una bomba en Barajas, que cost¨® la vida a los ecuatorianos Diego Armando Estacio y Carlos Alonso Palate.
El comunicado reivindicativo del atentado, en el que dec¨ªa que no pretend¨ªa causar v¨ªctimas, daba su versi¨®n sobre la reuni¨®n de diciembre: "En lugar de acordar las bases de un nuevo marco pol¨ªtico que traiga la superaci¨®n del conflicto y que reconozca los derechos de Euskal Herria, [el Gobierno] ha establecido como tope del proceso los l¨ªmites de la Constituci¨®n espa?ola y de la legalidad".
Aunque el proceso termin¨® el 30 de diciembre, su deterioro se inici¨® en julio, con el cambio del calendario por parte de ETA. ?Por qu¨¦ lo alter¨®? ?Por qu¨¦ no asumi¨® su compromiso de ceder la pol¨ªtica a Batasuna, acordado en las conversaciones previas?
El presidente del PNV, Josu Jon Imaz, dio su explicaci¨®n un mes antes de que ETA pusiera la bomba en Barajas. "La crisis obedece a la resistencia de ETA a abandonar su viejo papel de garante o tutor de los acuerdos pol¨ªticos entre partidos en Euskadi y, en el fondo, a un v¨¦rtigo y miedo a hacer pol¨ªtica por la izquierda radical sin el tutelaje de las armas".
Imaz interpretaba que "la percepci¨®n de sectores de Batasuna, tras el alto el fuego, ha sido de debilidad social y pol¨ªtica mayor que la prevista" pues "la capacidad de movilizaci¨®n que mostr¨® en el alto el fuego de 1998 queda muy lejos". Y la constataci¨®n de su soledad en las reuniones de partidos, en las que no pudo imponer sus planes soberanistas al no apoyarle el PNV.
Bomba en Barajas
La bomba de Barajas y la consiguiente ruptura del proceso ya puso de manifiesto que, desde julio, ETA apostaba por un proceso que condujese a la soberan¨ªa de Euskadi mientras el Gobierno quiso un proceso de fin de la violencia, con la incorporaci¨®n de la izquierda abertzale a la pol¨ªtica. Fueron dos visiones distintas de un mismo proceso.
En los cinco meses que han transcurrido desde la ruptura del proceso hasta su formalizaci¨®n, con el comunicado de ETA del 5 de junio, la banda ha tratado de ganar "legitimidad" ante sus bases, sorprendidas por el atentado de Barajas. Su gran baza ha sido, seg¨²n dice el comunicado del 5 de junio, "la falta de libertad en las elecciones" por la eliminaci¨®n por los tribunales de todas las listas de Batasuna y la mitad de las de ANV. Pero, junto a ello, ha reconocido, sin tapujos, que su objetivo en el proceso eran la independencia y la constituci¨®n de una Euskadi con los siete territorios (las tres provincias vascas espa?olas, las tres francesas y Navarra).
Batasuna, despu¨¦s de Barajas, mantuvo tres reuniones con el PNV en las que plante¨® un refer¨¦ndum sobre Euskadi y Navarra para 2010 en el que el Partido Socialista de Navarra (PSN) hiciera campa?a a favor. El PNV no lo acept¨®.
El Gobierno, a su vez, cort¨® el proceso de di¨¢logo con ETA con el atentado de Barajas. S¨®lo le cab¨ªa la remota esperanza de que una reacci¨®n de Batasuna forzara a ETA a reconocer su "equivocaci¨®n" y abandonar la violencia. Pero, fuera de algunos gestos t¨ªmidos de dirigentes de Batasuna como Otegi, no hubo tal.
No obstante, el Gobierno s¨ª utiliz¨® el cauce del Centro de Di¨¢logo para saber las intenciones de ETA, tras el atentado del 30 de diciembre. E incluso pidi¨® al Sinn Feinn que reclamara a ETA el abandono de la violencia. No sirvi¨® de nada. Los gestos realizados por el Gobierno estos meses, tan criticados por el PP, como el traslado del etarra I?aki De Juana al hospital de San Sebasti¨¢n y la aceptaci¨®n de la mitad de las listas de ANV para las elecciones municipales, no tuvieron como objetivo "contentar a ETA". El Ejecutivo ya ten¨ªa informaci¨®n de que eran in¨²tiles desde esa perspectiva. Los hizo, sobre todo, para no ofrecer argumentos victimistas al entorno etarra. Y lo que termin¨® de convencer al Ejecutivo de que ETA iba a formalizar su ruptura fue la publicaci¨®n en Gara, durante la campa?a electoral, de la versi¨®n de Batasuna de las conversaciones previas al alto el fuego.En diciembre de 2006, ETA aparta a Ternera y plantea los temas de Navarra
y la autodeterminaci¨®n. Y el d¨ªa 30 llega el atentado de la T-4 de Barajas.
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