Panero r¨ªe, Panero teme
Un d¨ªa junto al m¨ªtico poeta. Cuenta chistes, piensa en la muerte y recibe mensajes telep¨¢ticos
"Este camarero est¨¢ planeando c¨®mo matarme". Leopoldo Mar¨ªa Panero (Madrid, 1948) est¨¢ sentado en una terraza de la Feria del Libro de Madrid. Ha salido unos d¨ªas del hospital psiqui¨¢trico de Las Palmas, su casa desde hace a?os, para presentar dos nuevos libros, uno de narrativa -Pap¨¢, dame la mano que tengo miedo (editorial Cahoba)- y otro de poemas -Jard¨ªn en vano (Arena)-. Acaba de llegar a la cita con su pantal¨®n de pinzas azul y su camisa de cuadros y lo primero que quiere contar el autor de As¨ª se fund¨® Carnaby Street (1970) y Poemas del manicomio de Mondrag¨®n (1987) es que est¨¢ "harto del proletariado". Cree que la CIA tiene un plan para asesinarlo y no se sabe muy bien si son "los masones" o "los aliados" la "pandilla de tipejos" que pretende cortarle, dice, "los pies y la polla".
Le ayuda su amigo F¨¦lix Caballero. Su misi¨®n consiste en atrapar sus palabras
A Panero le encanta contar chistes e inventarse nombres para la gente
Es jueves. La gente curiosea en las casetas instaladas en el parque del Retiro. Hace sol. Pegada a ¨¦l ha venido Tania Fr¨¢nquez, una chica de 20 a?os amiga suya. "Nos conocemos porque Leopoldo viene todos los d¨ªas a la librer¨ªa-bar en la que trabajo, all¨ª en Las Palmas", explica. Lo cuida, le da las medicinas. Vigila que no le atropelle un coche. Traduce su idioma. Ella nunca ha estado antes en Madrid. Descubre la ciudad al lado de Panero.
De camino hacia la Fnac de Callao, donde ¨¦l hablar¨¢ sobre sus nuevos libros a las ocho, va cantando la canci¨®n del mariachi, de Desperado, pel¨ªcula que protagonizaba Antonio Banderas. "Me gustan las mujeres, el vino y el ron... ay, ay, ay, ay mi morena de mi coraz¨®n". Panero necesita coger un taxi: "No soporto andar por la calle. Todo el rato me llegan mensajes telep¨¢ticos de la gente, me llegan sus pensamientos, aunque yo no he o¨ªdo voces en mi vida"
[en Pap¨¢ dame la mano... dice que los libros le hablan]. "Estoy en conversaci¨®n con los difuntos y escucho con mis ojos a los muertos", responde. Cuando Panero habla, no hay soluci¨®n de continuidad entre Wittgenstein y Eliot, entre ETA -"no entiendo por qu¨¦ pusieron la bomba en la T-4"- y Poe, que es "un poeta en abstracto".
A la media hora del encuentro, queda claro que no hay ninguna raz¨®n para suponer que el discurso del poeta podr¨ªa adquirir forma en una f¨®rmula pregunta-respuesta. Tambi¨¦n Pap¨¢, dame la mano... es un libro mestizo, ni una novela ni un poema en prosa. M¨¢s bien se parece a una perfecta elaboraci¨®n de su manera de hablar. Cuando no fuma o bebe Coca-Cola Light, cita constantemente, tambi¨¦n en ingl¨¦s y franc¨¦s. En la escritura le ayuda su amigo F¨¦lix Caballero. Su misi¨®n consiste en atrapar sus palabras, canalizar su poes¨ªa. Un interrogante eterno serpentea en estos dos libros: "?Qui¨¦n soy yo?". Y sobre la identidad ¨¦l responde que Oscar Wilde la perdi¨® cuando lleg¨® a Par¨ªs.
En el taxi no se puede fumar. Panero se interesa por el caf¨¦ a 80 c¨¦ntimos que toma Zapatero. El conductor se r¨ªe y comenta que el presidente no debe salir mucho a la calle, y que adem¨¢s debe de ser "horrible" no poder hacerlo solo. Siempre acompa?ado, siempre con escoltas. Panero y Fr¨¢nquez van detr¨¢s. ?l le pregunta a su amiga que cu¨¢l es su palabra favorita. "P¨²rpura", dice la chica. "Las m¨ªas son acezar ["jadear", define la RAE] y estantigua [ "procesi¨®n de fantasmas, o fantasma que se ofrece a la vista por la noche, causando pavor y espanto"]".
A Panero le encanta contar chistes e inventarse nombres para la gente. "Es lo que hace todo el tiempo cuando estoy con ¨¦l", dice Fr¨¢nquez. "Y escribir poemas conmigo". Han llegado a Callao, justo al lado de donde Panero hablar¨¢ de sus libros. Est¨¢n sentados en una terraza y enseguida aparecen los editores y los presentadores del acto, Diego Medrano, autor de El cl¨ªtoris de Camille y de Los h¨¦roes in¨²tiles, y Eugenia Rico, de La muerte blanca. Panero comparte con Medrano el contenido de Los h¨¦roes in¨²tiles, un epistolario de la correspondencia entre ambos. No conoce a Eugenia, pero bromea y la llama Paquita.
Tambi¨¦n est¨¢ en la caseta Thomas Canet, el fot¨®grafo que captur¨® la imagen de la portada de Pap¨¢, dame la mano... En ella Panero sujeta una calavera entre sus piernas.
La idea surgi¨® del poema del propio Panero Canci¨®n para una discoteca, que despu¨¦s interpretar¨ªa Enrique Bunbury en el disco homenaje (con el nombre del poeta) que edit¨® junto a Carlos Ann, Jos¨¦ Mar¨ªa Ponce y Bruno Galindo: "No tenemos fe / al otro lado de esta vida / s¨®lo espera el rock and roll / lo dice la calavera que hay entre mis manos".
Prin lal¨¢ [el nombre del perro imaginario de Panero] es otro grupo que ha puesto m¨²sica a uno de sus poemas: En los pantanos de la memoria. Traen un cart¨®n de tabaco y una bolsa llena de latas de Coca-Cola Light. Panero se siente mucho mejor. "A m¨ª lo que me gustar¨ªa es rodar un videoclip de Coca-Cola o de tabaco", dice Panero entusiasmado. "Dir¨ªa: ?Coca-Cola, la bebida de los dioses!" y estalla a re¨ªr.
El cine es una de las constantes de su obra. El brutal t¨ªtulo Pap¨¢, dame la mano que tengo miedo, la expresi¨®n m¨¢s depurada del desvalimiento, est¨¢ tomado de la pel¨ªcula Peeping Tom (El fot¨®grafo del p¨¢nico, Michael Powell, 1960). En ella un fot¨®grafo asesina a sus v¨ªctimas con una c¨¢mara para captar la imagen ¨²ltima del terror. Y lo hace porque su padre lo utilizaba de ni?o para medir la respuesta al miedo someti¨¦ndolo a todo tipo de torturas. "Sin cine no podr¨ªamos so?ar, sales de ver Batman y a¨²n sigues so?ando", dice.
No hay d¨®nde sentarse en el sal¨®n de actos de la Fnac. Los fans de Panero, muy j¨®venes, han venido con libros y c¨¢maras digitales. Adem¨¢s de firma, quieren tener una foto con ¨¦l. Teresa Cort¨¦s, de 18 a?os, asegura que la ¨²nica poes¨ªa que lee es la de Panero. Rafael Romero, de 28, dice estar "alucinado" por conocer "al poeta vivo m¨¢s importante de Espa?a". Panero sonr¨ªe. Para las fotos levanta el pu?o en plan comunista. En la presentaci¨®n declara: "Yo no me suicido ni a tiros, aunque ganas no me faltan porque me han destrozado la vida sistem¨¢ticamente".
El d¨ªa a d¨ªa de Panero consiste en despertarse "a las ocho de la ma?ana" y en tomarse, despu¨¦s, "el veneno". "Luego voy al banco y a la universidad", concreta. "En el psiqui¨¢trico de Las Palmas se piensan que soy el or¨¢culo de Delfos. ?Te cuento un chiste de locos?".
En la cena que sigue a la presentaci¨®n, a Panero el Anticristo se le pega a la provoletta, la carne asada le huele a Dylan Thomas "death, you shall die
", declama solemne. Luego calla, y de vez en cuando abre la boca para decir que es Leopoldo Mar¨ªa Panero, "hijo y hermano de poetas".
Su editora le dice que es un genio y ¨¦l le dice que quiere agua mineral. El hombre que ha frecuentado el abismo en la poes¨ªa, pero tambi¨¦n en psiqui¨¢tricos y bares; el que ha escrito 43 libros. El que se estudia en la universidad como el poeta maldito espa?ol por antonomasia. En Pap¨¢, dame la mano... ha escrito: "El miedo es la ¨²nica garant¨ªa de mi vida". ?l, ahora, en la terraza del C¨ªrculo de Bellas Artes, el viernes antes de comer, confiesa muy serio que le tiene miedo a la muerte.
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