El nombre de la cosa
El pique permanente entre el alcalde de Madrid y la presidenta de la Comunidad qued¨® aparcado durante el periodo electoral. Tras la obligada tregua, renace con ganas la pugna y promete ser la comidilla de la temporada en covachuelas y tabernas. El alcalde va a incluir en su equipo de gobierno a personas que no iban en las listas, eventualidad permitida por la Ley de Grandes Ciudades. No se les puede llamar concejales porque no han sido elegidos en las urnas. Hay que buscar otro nombre. Ruiz-Gallard¨®n quer¨ªa llamarlos "consejeros", pero Esperanza Aguirre le ha dicho que nanay. El alcalde y sus asesores andan buscando apresuradamente una palabra para designar el nombre de la cosa, un t¨¦rmino que sea bien visto por la se?ora presidenta.
En la antigua Roma, los ediles nombrados a dedo eran denominados curules
He aqu¨ª algunas sugerencias salidas del diccionario. Una de ellas es "curul". En la antigua Roma, los ediles nombrados a dedo eran denominados curules para distinguirlos de los plebeyos elegidos por el pueblo. Pero esa extra?a palabra seguro que no le gusta a la presidenta ni a nadie. Tambi¨¦n se les podr¨ªa llamar "corifeos", pero eso suena a tragedia griega. No ser¨ªa un desatino designarlos como "villanos", en cuanto que gerifaltes de la Casa de la Villa. A lo mejor eso ser¨ªa del agrado de do?a Esperanza. Como van a tener poder ejecutivo, podr¨ªan llamarse "ejecutores", siempre que se despojara la palabra de su olor a verdugo. Hay t¨¦rminos que quedar¨ªan muy aparentes, aunque antiguos, como burgomaestre, corregidor, cabildante o almocad¨¦n. Lo mejor es seguir llam¨¢ndoles concejales, porque ya nos est¨¢n mareando ustedes con tantos cargos. No est¨¢n los tiempos para enzarzarnos por cuestiones ling¨¹¨ªsticas.
Hablando de enzarzarse y de ling¨¹¨ªstica, es muy fuerte y muy jocoso lo que nos viene encima a todos los espa?oles: la letra de la cosa, los versos para el Himno Nacional. El himno est¨¢ bien como est¨¢, sin letra, s¨®lo con lo que cada cual se imagine mientras lo escucha. Un poema, aunque sea ¨¦pico, jam¨¢s puede ser producto de consensos. Va a ser imposible que se ponga de acuerdo tanta gente. Y, total, para nada, o para un esperpento. ?sta va a ser una guerra tonta y viperina, una p¨¦rdida de tiempo.
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