Llevan la derrota grabada en la frente
A la vista de lo ocurrido ayer en la Maestranza, habr¨ªa que pensar que algo grave padec¨ªan novillos y novilleros. Unos y otros llevaban la derrota grabada en la frente. Y lo dif¨ªcil es saber por qu¨¦, habida cuenta de que para el ganadero y los j¨®venes espadas se trataba de una tarde trascendental.
Los novillos salieron amuermados, blandos, mansos, descastados, sin calidad, sin codicia, rajados y muertos en vida. ?Qui¨¦n elige estas ganader¨ªas? ?Qu¨¦ meritos adornan a ¨¦sta para venir a Sevilla? Vaya usted a saber, porque ¨¦ste es uno de los misterios de esta fiesta, decadente y sopor¨ªfera a causa, fundamentalmente, de la degeneraci¨®n del toro bravo, y del escaso inter¨¦s de los taurinos por afrontar los problemas de la ganader¨ªa espa?ola. Una tarde m¨¢s, otra jornada de sopor protagonizada por animales prestos para el matadero, sin vida ni sangre brava en las venas, pero que, inexplicablemente, se anuncian en la plaza de la Maestranza, que tan prestigiosa fue.
Indarte / El Sombrerero, Chechu, Chicuelo
Novillos de Gim¨¦nez Indarte, -el sexto, devuelto-, desiguales de presentaci¨®n, mansos, blandos y muy descastados. El sobrero de El Serrano, encastado. El Sombrerero: tres pinchazos y media -aviso- (silencio); -aviso- estocada (ovaci¨®n). Jos¨¦ R. Garc¨ªa Chechu: tres pinchazos y el novillo se echa (silencio); pinchazo hondo, un descabello -aviso- y el novillo se echa (silencio). Curro Chicuelo: tres pinchazos -aviso- y el novillo se echa (ovaci¨®n); cuatro pinchazos -aviso-, dos pinchazos y media (silencio). Plaza de la Maestranza. 10 de junio. Novillada de abono. Algo menos de media entrada.
?Y la situaci¨®n de los novilleros? M¨¢s preocupante, si cabe. Para empezar, los apodos de El Sombrerero y Chechu no parecen los m¨¢s adecuados, pero ¨¦sa es s¨®lo la an¨¦cdota. La realidad es mucho m¨¢s dura. Ambos dos ofrecieron una imagen muy alejada de la que cabe esperar de un novillero que pretende comerse el mundo y alcanzar la vitola de figura. Ambos dos llevaban la imagen de la derrota en la frente, y as¨ª se la mostraron al respetable, que se aburri¨® sobremanera con el conformismo de la chavaler¨ªa. Dieron la impresi¨®n de que no se jugaban nada, y transmitieron frialdad, conformismo y des¨¢nimo.
El Sombrerero, torero de Ja¨¦n, cumple su s¨¦ptima temporada como novillero con caballos. Un mal dato, sin duda. Y hasta ayer no se present¨® en esta plaza. Peor dato, a¨²n. Y pas¨® sin pena ni gloria... Lo cierto es que ejecuta un toreo muy despegado, no se ci?e ni se embragueta, y a toda su actuaci¨®n le falt¨® inter¨¦s. Tanto es as¨ª que s¨®lo cuando dobl¨® el cuarto, al que traz¨® alg¨²n muletazo estimable y mat¨® con rapidez, se hicieron notar sus partidarios en el tendido, que, hasta entonces, hab¨ªan guardado un respetuoso silencio. Negro futuro se le avecina a quien no es capaz de emocionar ni a los que le quieren...
La labor de Chechu transcurri¨® en silencio, que es cosa grave en esta plaza. Ciertamente, no hizo nada destacable que aventure unas maneras toreras de las que dan pie a la esperanza. No est¨¢ claro si est¨¢ verde o es que su forma de interpretar el toreo peca de vulgaridad. De lo que pec¨®, de verdad, fue de falta de ganas, que se convirti¨® en tristeza. Y eso es lo peor que le puede ocurrir a un novillero. Ojal¨¢ que ¨¦sta no sea m¨¢s que una falsa impresi¨®n y le adornen condiciones ocultas que ayer no florecieron.
Y cerraba el cartel un nombre sevillan¨ªsimo, Curro Chicuelo, perteneciente a una saga del m¨¢s puro toreo art¨ªstico. Tiene detalles de torero diferente, con rasgos de pinturer¨ªa sevillana. As¨ª, destac¨® en las personal¨ªsimas ver¨®nicas con las que recibi¨® a su primero, muy rajado, con el que porf¨ªa vanamente.
Le devolvieron el sexto y sali¨® en su lugar un encastado novillo de El Serrano, muy codicioso, que exig¨ªa una muleta m¨¢s poderosa que la del poco experimentado Chicuelo. No le perdi¨® la cara, pero los muletazos no salieron limpios y a la faena le falt¨® temple, sitio y quietud. Pudieron m¨¢s las ganas del novillero que su capacidad para ahormar la incansable y algo violenta embestida del animal, y todo qued¨® en un frustrado quiero y no puedo.
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