Los nuevos reyes
Finaliz¨® una edici¨®n m¨¢s de Festimad, un festival con voluntad de resistencia y en eso s¨ª identificado plenamente con el esp¨ªritu de la capital de Espa?a. Lastrado moment¨¢neamente por el formato de concierto en estadio, esta edici¨®n se plante¨® sin conflictos rese?ables -apenas algunas quejas por la p¨¦rdida de las acampadas o la escasez de aseos-. Acab¨® el festival reincidiendo en el car¨¢cter de inequ¨ªvoco macrofestival de rock, aunque lo cierto es que el cartel no era tan democr¨¢tico y con varios puntos de inter¨¦s como lo ha sido hasta ahora.
De hecho, si el rock necesita reyes para perpetuar su ¨¦pica dinast¨ªa de rebeli¨®n, desde luego Pearl Jam est¨¢ ah¨ª, para cuando U2 se decida a abdicar. Grande fue su actuaci¨®n en Festimad, que poco a poco se va redimiendo de inconvenientes y falta de espacio o inter¨¦s. De lo primero porque el estadio del Lega, aunque fue hecho para el f¨²tbol, es c¨®modo y se ve y se oye bien. De lo segundo, porque tanto heavy ya aturd¨ªa. Sea por lo que sea, la banda de Eddie Vedder dio por segunda vez en Madrid en pocos meses -la primera fue el pasado oto?o- un aut¨¦ntico recital de electricidad, intensidad, ritmo y fogosidad guitarrera en algo m¨¢s de hora y media de concierto en la que, am¨¦n de repasar lo mejor de su carrera, se bebieron una botella "del mejor vino espa?ol", regalo del actor Javier Bardem, al que invitaron a subir a presentarles en el bis.
Fuerza rockera la de estos pioneros del grunge que se despleg¨® desde el principio del concierto, con Porch y Animal, y que alcanz¨® el culmen con Elderly woman behind the counter in a small town, plena de desarrollos instrumentales; Daugther, en la que la banda mand¨® recados nada amables a Bush e intercal¨® fragmentos de The wall, de Pink Floyd, y Alive, el mayor y m¨¢s conocido ¨¦xito de la banda y que Vedder cant¨® con la botella de vino en la mano. Para el final dejaron el tema Black, otra tremenda canci¨®n que cont¨® con el concurso de un Mike McCready, el guitarrista, capaz de sacar chispas del m¨¢stil de su instrumento.
De tal modo acab¨® otra edici¨®n de un Festimad castigado por la falta de un recinto natural para este tipo de acontecimientos, cosa que s¨®lo parece suceder en la Comunidad de Madrid, tan moderna ella. Debe ser que los 20.000 asistentes a Festimad no votan.
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