Toros, futbolistas, pasodobles y abucheos
Ni Federer ni Nadal estaban en la pista. Y la Philippe Chatrier ya aplaud¨ªa. El homenaje, sentido y disfrutado, era para uno de los tenistas que mejor ha conectado con el p¨²blico de Par¨ªs. Guga Kuerten, brasile?o y futbolero, celebraba ayer el d¨¦cimo aniversario del primero de sus tres t¨ªtulos de Roland Garros. ?l fue el encargado de entregarle a Nadal la Copa de los Mosqueteros. Y al hacerlo, trajeado y con corbata, tan lejos de la imagen de aquel tenista que jugaba vestido de futbolista, Kuerten dej¨® una frase en franc¨¦s con la que comulg¨® todo el p¨²blico: "Quiero felicitar a los dos, porque para m¨ª est¨¢is haciendo historia en el tenis. Sois el mejor jugador de la historia sobre tierra batida [a Nadal] y el mejor de todos los tiempos [a Federer]. Tratar¨¦ de volver el a?o que viene, pero no vestido as¨ª, sino como vosotros". Guga, que vive pendiente de su maltrecha cadera, quiere volver a jugar en Roland Garros. Y Par¨ªs, que Federer gane el torneo.
Enfrentado a la final, el p¨²blico no tuvo dudas. Su favorito era Federer, al que salud¨® con banderas de Suiza, palmas rompemanos y gritos de "?Roger! ?Roger!". Frente a la mayor¨ªa, sobrevivieron los espa?oles. Los gritos de "?Toro, toro, toro! ?Torero!" para Nadal. Los pasodobles cerrados con ol¨¦s. Y los gritos de "?Acu¨¦rdate del Bar?a!" y "?Nos vamos a la Cibeles!", cuando ya mor¨ªa el partido. Nadal, ya se sabe, se acost¨® feliz el s¨¢bado: el chico es madridista.
El p¨²blico de la Philippe Chatrier, no. A la gente de la central le gusta el rugby. Y en el rugby, el Stade Fran?ais, que el s¨¢bado gan¨® la Liga y ayer ofreci¨® el t¨ªtulo al p¨²blico. Para ver a los fornidos muchachos y su bandeja plateada se giraron todas las cabezas; todos los sombreros blancos y de ala grande; todos los espectadores de traje y corbata; todas las espectadoras con vestido de fiesta; y toda la gente bien que viv¨ªa pendiente del rugby, la pista y el palco.
Por ah¨ª escal¨® Nadal para celebrar el t¨ªtulo con sus padres y su t¨ªo Toni. Con Pau Gasol. Y con Emilio S¨¢nchez-Vicario, el capit¨¢n del equipo espa?ol de la Copa Davis. Nadal se abri¨® paso hacia ellos subido en una silla y ayudado por Jaime Lissavetzky, Secretario de Estado para el Deporte. Junto a ¨¦l, Pedro Mu?oz, presidente de la Federaci¨®n espa?ola de tenis. Cerca, Manolo Santana, el m¨¢s grande de los tenistas espa?oles. Y en el centro, presidiendo el partido, Su Alteza Real el Pr¨ªncipe Felipe, que estuvo acompa?ado del duque de Lugo, Jaime de Marichalar; de la ministra de Educaci¨®n y Ciencia, Mercedes Cabrera; del presidente del Real Madrid, Ram¨®n Calder¨®n; de los hijos de Sarkozy, el presidente de Francia; y del presidente de honor del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional (COI), Juan Antonio Samaranch, entre otras autoridades.
Nadal venci¨® el partido entre los gritos del gent¨ªo, que jale¨® a Federer. El suizo discut¨ªa con el ¨¢rbitro. Y la grada sub¨ªa el volumen. El suizo reclamaba un punto perdido, aduciendo que la bola estaba pinchada. Y rug¨ªa la masa. Nadal, observado por Thierry Henry, el futbolista del Arsenal, y por ex tenistas como el argentino Guillermo Vilas, el franc¨¦s Henri Laconte o el rumano Ilia Nastase, callaba. Pocas veces se dirigi¨® el espa?ol a la juez de silla. Cuando lo hizo, abucheos, silbidos y malas palabras. Hasta que lleg¨® el t¨ªtulo. El triunfo. El tercer Roland Garros. Y los aplausos de la grada. Par¨ªs es duro con sus campeones. Y luego, aplaude a los vencedores.
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