De acusado a espectador
Moussaten sigue yendo al juicio pese a que el fiscal lo ha exculpado
Brahim Moussaten, marroqu¨ª de 21 a?os, estuvo acusado hasta el lunes de la semana pasada de ayudar a los terroristas. Naci¨® en Taza (Marruecos) pero el 11 de marzo de 2004, junto a su familia, resid¨ªa en un piso de Legan¨¦s. A ¨¦l, y a su hermano Mohamed, un a?o menor, el fiscal les considera colaboradores con el grupo yihadista y les acusaba de haber ayudado a escapar a algunos de los componentes que colocaron las bombas y que no se suicidaron en Legan¨¦s. Su t¨ªo, Youssef Belhadj, est¨¢ considerado como uno de los cerebros de la matanza.
As¨ª que Brahim y Mohamed Moussaten, ambos en libertad condicional, asistieron juntos a las 45 sesiones del juicio que se celebraron hasta el lunes de la semana pasada. Siempre uno al lado del otro, en los bancos del centro de la sala, a un metro de la pecera habitada por los acusados que se encuentran en prisi¨®n. A un paso de su t¨ªo Youssef.
El presidente del tribunal felicit¨® a Brahim tras decirle que quedaba libre
Durante la media hora del receso, tanto ¨¦l como su hermano aprovechaban para estirar las piernas y tomar un caf¨¦ de la m¨¢quina o una bolsa de patatas fritas al lado de una ventana que da a la calle, donde tambi¨¦n se les permite fumar.
Con el tiempo (45 sesiones son muchas) empezaron a compartir ese tiempo con los otros acusados en libertad condicional, a los que no conoc¨ªan de nada: los encuadrados en la denominada trama asturiana, acusados de haber transportado parte de la dinamita que explot¨® el 11-M, o de haber colaborado en su obtenci¨®n... Viven en Avil¨¦s y muchos tienen m¨¢s o menos la misma edad que los Moussaten. El lunes, Brahim Moussaten recibi¨® una gran noticia: la fiscal¨ªa lo considera absuelto. Tambi¨¦n las diversas acusaciones particulares. El presidente del tribunal, Javier G¨®mez Berm¨²dez, felicit¨® y despidi¨® a su abogado, que ya no ten¨ªa que volver m¨¢s. En teor¨ªa, Brahim tampoco ten¨ªa que volver. Para ¨¦l no habr¨ªa m¨¢s sesiones de diez a dos y de cuatro a ocho atendiendo en silencio las incidencias de un juicio que dictaminar¨ªa su futuro. A su hermano no le ocurri¨® lo mismo: el fiscal sigue reclamando para ¨¦l seis a?os de prisi¨®n.
Y sin embargo, ayer, Brahim asisti¨® al juicio del que se hab¨ªa librado. Pidi¨® una de las acreditaciones reservadas a los familiares de los encausados y se sent¨® a escuchar al fiscal que ya no le acusa. Volvi¨® para acompa?ar a su hermano.
Eso s¨ª: Brahim, que se diferencia de su hermano en el pelo largo pero que utiliza como ¨¦l ropa deportiva y amplia, ya no utiliz¨® los asientos reservados a los acusados en libertad condicional, custodiados por polic¨ªas nacionales, sino las sillas de atr¨¢s, reservadas al p¨²blico en general.
De hecho, se sent¨® al lado del padre de Iv¨¢n Granados Pe?a, otro de los acusados que no est¨¢ en prisi¨®n. Y cuando lleg¨® el receso de la ma?ana, a las once y media, Brahim, con su acreditaci¨®n nueva, se sum¨® al grupo de acusados en libertad condicional y comparti¨®, como lo ha hecho casi 45 veces, los treinta minutos de descanso, los caf¨¦s, los cigarros en la ventana y las patatas fritas.
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