Talento, investigaci¨®n, competitividad
Aboga el autor por abordar un cambio profundo en la formaci¨®n superior para dar respuesta a las nuevas demandas sociales y econ¨®micas.
La mayor¨ªa de nuestros j¨®venes estudian en universidades poco destacadas, por no decir mediocres; y una vez que terminan sus estudios universitarios y muchas veces de postgrado, se topan con un mercado de trabajo que les ofrece posibilidades poco acordes con su formaci¨®n y expectativas, salarios que no concuerdan con su esfuerzo y condiciones sociales (de vivienda, especialmente) que les ponen muy cuesta arriba un proyecto de vida ilusionante. As¨ª, no resultan raros los casos de j¨®venes que, concluido su per¨ªodo formativo, deciden emigrar en busca de mejores opciones vitales.
En realidad, parecemos resignados a aceptar que muchos de nuestros mejores talentos tengan que desarrollar su actividad m¨¢s all¨¢ de nuestras fronteras. La migraci¨®n, el mestizaje, y la diversidad son elementos muy positivos y socialmente enriquecedores, pero las virtudes no son tales cuando causan un drenaje neto de nuestro capital social e intelectual.
Tenemos que crecer mejorando tecnol¨®gicamente nuestro sistema de producci¨®n
Hay que actuar con urgencia, porque no tenemos mucho tiempo y competimos con otros que nos llevan ventaja
En los ¨²ltimos a?os, nuestro sistema universitario ha realizado un enorme esfuerzo para hacer frente a una creciente demanda social de formaci¨®n superior. Sin duda, la Universidad ha pasado con buena nota este reto y ha sido el principal art¨ªfice del proceso de modernizaci¨®n y necesaria actualizaci¨®n formativa de nuestro pa¨ªs para acomodarse a los est¨¢ndares europeos. Me temo, sin embargo, que el modelo universitario actual no es el adecuado y que tenemos que ser mucho m¨¢s ambiciosos si queremos pasar con nota los nuevos retos que, sin duda, pasan por la excelencia y la generaci¨®n de conocimiento.
Los retos de la Universidad exigen cambios estructurales profundos que tienen que ver con: impulsar la sana competencia entre los centros universitarios p¨²blicos y privados para la captaci¨®n de estudiantes, profesores e investigadores, el dise?o de un nuevo sistema institucional que profesionalice la gesti¨®n universitaria y la dote de sistemas de gobierno m¨¢s eficaces, una apuesta clara por la investigaci¨®n de excelencia, nuevos sistemas de formaci¨®n m¨¢s multidisciplinares e internacionalmente competitivos, renovados sistemas de financiaci¨®n, abiertos a la comercializaci¨®n de los resultados de investigaci¨®n y que despejen la puerta al dinero privado, y un acercamiento de la comunidad universitaria a los retos sociales de convivencia, competitividad y mejora de los est¨¢ndares de vida.
Para avanzar en este camino, nuestra sociedad tiene que creer en la Universidad como herramienta de competitividad social y empresarial, y todos juntos tenemos que valorar lo que perdemos (dejamos de ganar) por no tener un sistema universitario que rivalice con los mejores a nivel mundial. La sociedad en su conjunto tiene que participar activamente en un gran debate que nos ayude a entender la estrecha relaci¨®n entre una Universidad de alto nivel y una sociedad avanzada con elevados est¨¢ndares de calidad de vida. Para conducir ese debate hacen falta l¨ªderes a distintos niveles que permitan ir seduciendo y convenciendo, y se precisa que todos los instrumentos con los que cuenta el sector p¨²blico (las agencias gubernamentales, los medios de comunicaci¨®n, la escuela...) se fundan con otros tantos agentes privados y, todos juntos, vayan labrando y articulando las bases de un renovado sistema universitario.
Pero adem¨¢s de la reflexi¨®n y el debate que nos ayude a plantear soluciones a los problemas estructurales, tenemos que actuar con urgencia porque no tenemos mucho tiempo y competimos con otros que nos llevan mucha ventaja. En este sentido, son bienvenidos todos los pasos que potencien el trinomio investigaci¨®n-personas-competitividad y que consigan arbitrar nuevas f¨®rmulas de gesti¨®n de la investigaci¨®n. Unas f¨®rmulas en las que se prime la excelencia, se consiga atraer a los mejores investigadores disponibles y se logre articular proyectos que unan y coordinen las capacidades investigadoras disponibles, tanto en la Universidad como en el conjunto del sistema cient¨ªfico, tecnol¨®gico y empresarial del entorno.
Los Centros de Investigaci¨®n Cooperativa (CIC) y los Basic Excellence Research Centres (BERC) del Pa¨ªs Vasco son magn¨ªficos ejemplos de instrumentos que apuntan en la direcci¨®n adecuada y que, seguro, servir¨¢n para motivar al conjunto del sistema universitario para que pase a convertirse lo m¨¢s r¨¢pidamente posible en un im¨¢n de talento, semilla de liderazgo, cuna del cambio tecnol¨®gico y origen de un nuevo modelo de desarrollo m¨¢s cohesionado y sostenible. Pero la Universidad es s¨®lo una parte de este gran reto social. Dar oportunidades a los j¨®venes y atraer talentos es s¨®lo factible mediante un gran cambio de nuestro sistema productivo que, anclado en la inercia del pasado, sigue siendo poco innovador y permanece ligado a sectores con baja intensidad tecnol¨®gica, que demandan mayoritariamente personas con poca cualificaci¨®n. Pero, se est¨¢n agotando muy r¨¢pidamente los tiempos en los que nuestras empresas se manten¨ªan en los mercados internacionales compitiendo en precios. En el contexto global, India y China se est¨¢n convirtiendo en los grandes campeones de la industria mundial, deslocalizando en su territorio muchas actividades de manufactura en funci¨®n de costes de mano de obra y operaci¨®n que se nos antojan imposibles desde nuestro entorno. A este fen¨®meno se une tambi¨¦n en Europa el proceso de ampliaci¨®n de la UE hacia el Este, con la entrada en escena de nuevos pa¨ªses de s¨®lida tradici¨®n industrial, con capacidad tecnol¨®gica similar a la nuestra y estructura de costes mucho m¨¢s competitiva.
La apuesta por la Universidad y la generaci¨®n de conocimiento tiene que estar inexorablemente ligada a un s¨®lido compromiso social con los nuevos emprendedores y el desarrollo de la innovaci¨®n en nuestras empresas. Tenemos que crecer mejorando tecnol¨®gicamente nuestro sistema de producci¨®n y eligiendo algunos nichos espec¨ªficos en los que podamos estar en un plazo corto de tiempo en la vanguardia mundial y la frontera del conocimiento moderno. Este es el ¨²nico modo de poder pagar salarios competitivos que atraigan a los mejores, establecer una sinergia ganadora entre el sistema de generaci¨®n de conocimiento y el de creaci¨®n de riqueza y olvidarnos de los riesgos de deslocalizaci¨®n industrial que nos atenazan.
El reto es potente, pero nos coincide con un momento especialmente dulce, si sabemos aprovecharlo. Por un lado, la bonanza econ¨®mica en la que se encuentra nuestra econom¨ªa nos permite mirar al futuro con suficiente temple y visi¨®n. En segundo lugar, tenemos que aprovechar las enormes oportunidades que se abren en los procesos para la configuraci¨®n del Espacio Europeo de Educaci¨®n Superior y de Investigaci¨®n, y, finalmente, contamos con las generaciones mejor formadas de toda nuestra historia, que nos reclaman una posici¨®n y no nos podemos conformar con ofrecerles mil euros al mes en ocupaciones rutinarias y desilusionantes.
I?aki Barredo es economista y socio de Naider.
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