Alternativas mediterr¨¢neas
En estos momentos, cada una de las riberas del Mediterr¨¢neo vive sus propias experiencias y todas juntas -el Mediterr¨¢neo entero- participan de un destino com¨²n, semejante en ciertos aspectos, diferente en otros. Podemos constatarlo en las orillas de la ribera norte y en las de la ribera sur, desde Poniente hasta Oriente. Las im¨¢genes que nos llegan no son, desde luego, tranquilizadoras.
En los debates actuales vuelve a plantearse continua, inevitablemente, la cuesti¨®n de la Conferencia Euromediterr¨¢nea celebrada en Barcelona hace m¨¢s de una d¨¦cada, en 1995. La situaci¨®n del Mediterr¨¢neo en 1995 era algo distinta a la actual. Tras los acuerdos de Oslo (1992), el conflicto de Oriente Medio parec¨ªa estar m¨¢s cerca de una soluci¨®n positiva y duradera, en especial en lo que ata?¨ªa a las relaciones entre Israel y Palestina. Pero estas esperanzas se trasformar¨ªan poco despu¨¦s en la m¨¢s dolorosa herida del Mediterr¨¢neo. Se crey¨® entonces que resultar¨ªa f¨¢cil aliviar la tensi¨®n en un ¨¢mbito m¨¢s amplio que el estrictamente mediterr¨¢neo y de ah¨ª el proceso euromediterr¨¢neo. Aquellas expectativas, no obstante, tambi¨¦n quedaron defraudadas.
Fuimos, y seguimos siendo -incluso en mayor medida-, testigos de enfrentamientos b¨¦licos, pol¨ªticos y religiosos, de viejas y nuevas formas de terrorismo y fundamentalismo, de racismo y de antisemitismo, de la negaci¨®n del derecho de Israel a su propia existencia y del de los palestinos al regreso a los territorios ocupados. Se levanta un nuevo muro de divisi¨®n de los pueblos.
En esta ¨²ltima d¨¦cada, Europa tambi¨¦n se vio enfrentada al problema de su propia integraci¨®n. En la Uni¨®n Europea, que no estaba lo suficientemente preparada para una ampliaci¨®n significativa, han entrado diversos pa¨ªses de la otra Europa, la del Este. La Uni¨®n dirigi¨® hacia esta ¨²ltima toda su atenci¨®n y su potencial pol¨ªtico, econ¨®mico y de otro tipo. La Europa continental, en la que tienen su sede las m¨¢s importantes instituciones comunitarias, ha acabado por descuidar, en algunos pa¨ªses, incluso su propia zona meridional. Ha sobrevivido una voluntad realmente escasa -y un apoyo o coraje a¨²n menor- para llevar a cabo proyectos en beneficio de los pa¨ªses que se asoman al Mediterr¨¢neo.
A continuaci¨®n, lleg¨® el 11 de septiembre de 2001. Junto a las llamas y al polvo de las torres gemelas de Nueva York se levant¨® una crisis de desconfianza de dimensiones planetarias, con el consecuente empeoramiento de las relaciones entre Occidente y el mundo ¨¢rabe y musulm¨¢n. La situaci¨®n se precipit¨® y toc¨® fondo despu¨¦s de los sangrientos atentados de Londres y de Madrid. Los acuciantes acontecimientos de tiempos recientes han acabado por agravar el clima de tensi¨®n en la cuenca mediterr¨¢nea, debilitando los ya fr¨¢giles lazos entre Estados e instituciones estatales, entre culturas y manifestaciones culturales, reduci¨¦ndolos como mucho a acuerdos epis¨®dicos y formales, cada vez m¨¢s dif¨ªcilmente factibles o sostenibles. Entre los m¨¢s graves podemos citar los problemas relacionados con la emigraci¨®n, acompa?ados por el temor a nuevas oleadas de emigrantes -identificados a menudo como posibles terroristas- que se han convertido en la obsesi¨®n de nuestra vida cotidiana. Todo ello ha influido de distintas formas en los proyectos y en sus exigencias. Las conclusiones de la Conferencia de Barcelona no pod¨ªan prever, ni contribuir a resolver por lo tanto, las situaciones que vinieron a crearse, la acumulaci¨®n de acontecimientos negativos, lo irreparable de los hechos.
Tambi¨¦n la ribera meridional del Mediterr¨¢neo ha vivido intensamente sus asperezas: el atraso y la pobreza de distintas regiones, la memoria del colonialismo y las dificultades para superar sus consecuencias, la falta de respeto hacia los derechos humanos y los principios democr¨¢ticos, la tensi¨®n en las relaciones entre pa¨ªses afines, la agresividad del integrismo, que ha dejado en Argelia decenas de miles de muertos: musulmanes asesinados por otros musulmanes fundamentalistas. Incluso los intercambios en el eje sur-sur han producido resultados inferiores a los que cab¨ªa esperar. Los programas MEDA, a trav¨¦s de los que se pretend¨ªa reforzar el potencial econ¨®mico de los pa¨ªses norteafricanos, se han demostrado insuficientes o inadecuados por lo general, dirigidos a menudo hacia objetivos err¨®neos; los medios dispensados no siemprehan repercutido en beneficio de aquellos a quienes estaban destinados. La creaci¨®n en el Mediterr¨¢neo de la Zona de Libre Intercambio, que deb¨ªa entrar en vigor en el a?o 2010, ha acabado por revelarse como una utop¨ªa.
El concepto clave fue el del "asociaci¨®n" (partnership). Desde un principio, tal vez haya pecado esta idea de un significado excesivamente declaratorio o incluso abstracto. En los ¨²ltimos tiempos se ha dado mucho realce al nuevo significado de "vecindad" (neighbourhood), tambi¨¦n ¨¦ste excesivamente gen¨¦rico.
Los insuficientes resultados imponen una poda, no s¨®lo de los proyectos concretos, sino tambi¨¦n de los discursos que los han acompa?ado, de todo aquello que se ha revelado ineficaz, ret¨®rico y, a fin de cuentas, ilusorio.
"Alianza de Civilizaciones": resulta casi un grito la exhortaci¨®n del primer ministro espa?ol, Rodr¨ªguez Zapatero. Frente a una situaci¨®n casi desesperada, sabemos perfectamente que cualquier alianza puede parecer ut¨®pica. No hay que olvidar, sin embargo, que existen utop¨ªas productivas o incluso concretas. Algunas de ellas parecen en ocasiones muy cerca de ser cumplidas, si bien con un ritmo irregular o retardado: incrementar la seguridad, rebajar la tensi¨®n, reducir o desbloquear las crisis, reglamentar los procesos de inmigraci¨®n y emigraci¨®n, proporcionar mayores ayudas a los pobres, a los indigentes y a los enfermos.
En el fondo de todo ello late la exigencia de no abandonar el Mediterr¨¢neo a su propia suerte ni a sus demonios. Este mar -hasta resulta banal repetirlo- no deja de ser, en cualquier caso, la antigua cuna de Europa, el ¨¢mbito donde han crecido tambi¨¦n otras civilizaciones vecinas y afines, en particular las isl¨¢micas.
Los proyectos para la Alianza de Civilizaciones representan en parte una viva reacci¨®n frente al Choque de Civilizaciones, tal como fue definido por el profesor americano Samuel Huntington en su libro El choque de civilizaciones y la reconfiguraci¨®n del orden mundial, recibido con gran inter¨¦s por algunos halcones de la Casa Blanca. ?Ser¨¢ en verdad -citamos la propia obra- "el imperialismo, el corolario inevitable del universalismo"? A tal prop¨®sito, puede considerarse que tal vez sea posible invertir semejante juicio: la falta de realizaci¨®n de los proyectos universalistas de tipo ilustrado ha causado distorsiones imperialistas de las que somos testigos; en algunos pa¨ªses ha separado la cultura de la secularizaci¨®n, la fe de la laicidad, el arte de una creatividad comprometida, abierta y moderna. El d¨¦ficit de universalismo ecum¨¦nico en la cultura religiosa favorece diversos fundamentalismos y clericalismos.
Tal vez sea ¨¦ste el error m¨¢s grave de Samuel Huntington: no se trata de un choque de culturas en cuanto tales, sino de culturas alienadas y trasformadas en ideolog¨ªas, puesto que obran no ya como contenidos culturales, sino precisamente como hechos ideol¨®gicos. El peligro era conocido ya desde hace tiempo: una parte de la cultura nacional se ha trasformado, en distintas ¨¦pocas y en lugares diversos, en ideolog¨ªa de la naci¨®n. Tampoco en este caso se enfrentaban los valores profundos de las civilizaciones y de las culturas, sino m¨¢s bien sus sustitutos ideol¨®gicos, de los que se sirven los reg¨ªmenes totalitarios para emplearlos y manipularlos en su propio beneficio.
Los "choques", a veces los m¨¢s temibles, no s¨®lo se producen entre civilizaciones distintas sino en el interior de una ¨²nica civilizaci¨®n. Y lo mismo puede decirse tambi¨¦n en el caso de las religiones. Hemos asistido ya al caso reciente de Argelia, al que podemos a?adir los conflictos entre musulmanes sun¨ªes y chi¨ªes, o bien los que enfrentan a Fatah y Ham¨¢s en Palestina; o desde luego en los Balcanes, donde se han enfrentado cristianos eslavos ortodoxos y cat¨®licos, serbios y croatas, los unos y los otros contra los musulmanes bosnios, tambi¨¦n ¨¦stos de origen eslavo.
Algunas contradicciones, muy graves a menudo, se manifiestan m¨¢s all¨¢ de las alternativas entre alianza y enfrentamiento. En varias regiones del Mediterr¨¢neo hemos podido observarlas en forma de procesos, a menudo interrumpidos o desviados, que no consiguen encontrar soluciones positivas y aceptables:
- Se cree posible conquistar el presente sin ser capaces de dominar el pasado.
- Se defiende una herencia en particular, mientras que hay ocasiones en las que hay que defenderse de ¨¦sta.
- Se pretende salvaguardar la memoria, pero hay casos en los que es necesario emanciparse de algunos contenidos de la propia memoria.
- Nacen libertades cuya utilidad no se adivina, o de las que se corre el riesgo de abusar.
- Se imponen reparticiones en situaciones en las que a veces queda bien poco por repartir.
- La ¨²nica forma de conciencia no debe ser la nacional, puesto que cuando se vuelve tal, se revela en ocasiones da?ina para la propia naci¨®n.
En definitiva, y a pesar de todo, las alianzas en la regi¨®n del Mediterr¨¢neo no son imposibles e inalcanzables, al igual que tampoco son inevitables ni fatales los enfrentamientos para cada uno de los pa¨ªses del Mare Nostrum.
Predrag Matvejevic es escritor croata, profesor de Estudios Eslavos en la Universidad de Roma. ?ste es el texto introductorio al Festival Mediterr¨¢neo que organiza la Regi¨®n de Lazio en la capital italiana. Traducci¨®n de Carlos Gumpert.
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