Una gran ocasi¨®n
El Sur es el Otro, el diferente que s¨®lo sabemos ver como ajeno y extra?o, alguien que hacemos deslizar -con todas las armas de la ingenier¨ªa jur¨ªdica y con todo el potencial de nuestra fuerza- desde la condici¨®n de diferente a la de desigual. Por eso le pedimos lealtad a nuestros valores, la comprensi¨®n y la aceptaci¨®n de nuestro modo de ida: queremos asimilarlos, no reconocerlos. Y mucho menos conocerlos.
En este sentido, la experiencia del Festival de Cines del Sur que se celebra esta semana en Granada est¨¢ siendo completamente alentadora. Estamos viendo pel¨ªculas que proceden de cinematograf¨ªas completamente diferentes a las nuestras, algunas verdaderamente chocantes; es, como ha dicho alguien, el otro representado por ¨¦l mismo, y no la imagen del otro suministrada por un artista o un antrop¨®logo extranjero. No se trata, por tanto, de un encuentro f¨¢cil, porque el punto de partida no es la figuraci¨®n de un amor a primera vista sencillo de asumir. La evidencia m¨¢s importante que este Festival est¨¢ dejando sobre la mesa es la de que eso no funciona en contra de la comprensi¨®n de estas cinematograf¨ªas, sino que logra encontrar una acogida que unas veces llega al estremecimiento de las emociones m¨¢s serias y otras al deslumbramiento ante unas formas art¨ªsticas que nos enriquecen de manera inesperada, como la irrupci¨®n sin condiciones de una diferencia ben¨¦fica.
El Festival de Cines del Sur de Granada es completamente alentador
A quien todav¨ªa est¨¦ a tiempo de hacerlo, le recomendar¨ªa que viniese a Granada para ver las pel¨ªculas que tuviese tiempo de ver y que, por favor, no se perdiera la muestra de videoarte que el Festival ofrece en el Centro Jos¨¦ Guerrero. Esta muestra -Geopo¨¦ticas, comisariada por Chema Gonz¨¢lez- resume bien esa idea de un Sur que se expresa por s¨ª mismo, que se muestra con toda la intensidad de sus conflictos internos y tambi¨¦n con una capacidad de sutileza que se parece mucho a los primeros gestos, los m¨¢s elementales. Dos ni?os kurdos que entran en Estambul en un cajero autom¨¢tico y entonan sus cantos y apuntan sus bailes. Dos ni?os que, despu¨¦s del tsunami de 2004, se reconcilian con la tierra mediante un juego que invoca "el fantasma de Asia". Una tormenta de nieve que va dejando la pantalla cada vez m¨¢s blanca, y una imagen oscura, la de una mujer envuelta en varias capas de ropa, camino de alg¨²n lugar, esperando algo. Etc¨¦tera. Nada altisonante, pero todo imprescindible.
Me alegra ver que, de alguna manera, Canal Sur est¨¢ entre los apoyos de este Festival que acaba de nacer y que sin duda acabar¨¢ siendo un punto de referencia de primera categor¨ªa. Y me alegra porque albergo la esperanza de que por fin alguien caiga en la cuenta de que el Sur no somos s¨®lo nosotros, y de que entre lo que somos nosotros hay mucha cosa indigna de medirse con el m¨¢s humilde de esos seres tan ajenos. Los ciudadanos ya han dicho que s¨ª al Festival. Ahora hay que consolidarlo. Es una gran ocasi¨®n.
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