El lago Inle, un mundo flotante
Un enclave de Myanmar donde la sonrisa de los intha se conjuga con el paisaje
Campos de tomates y melones en el agua. Un remoto y m¨¢gico lugar al este de Myanmar, cerca de Tailandia y Laos.
La necesidad agudiza el ingenio. Los miembros de la etnia intha, pobladores mayoritarios del lago Inle, situado al este de Myanmar (antes Birmania), en la zona fronteriza con Tailandia y Laos, han aprendido a impulsar sus barcas con el pie para poder tener las dos manos libres la mayor parte del tiempo que pasan subidos en esas superficies de apariencia precaria, tan reducidas y estrechas como tablas de surf, pescando con sus peculiares y enormes redes c¨®nicas, cultivando sus campos flotantes o recogiendo del agua jacintos, algas y limos hasta colmar sus botes.
La imagen t¨ªpica de este lago natural, de unos 22 kil¨®metros de largo por casi 11 de ancho, ubicado en el coraz¨®n del Estado Shan, es la de mujeres, hombres y ni?os erguidos sobre una pierna en uno de los extremos de la embarcaci¨®n y propulsando con el pie libre un remo largo que mantienen encajado contra su axila. Al verlos se dir¨ªa que caminan, m¨¢s bien cojean, sobre el agua, que su centro de gravedad es diferente al del resto de los mortales. Y acaso sea as¨ª, en un lugar donde no s¨®lo flotan los campos, las casas y las pagodas, sino en el que cualquier actividad propia de la vida cotidiana, como ir al mercado, lavar la ropa, asearse, trabajar, acudir a la escuela, jugar o simplemente charlar con un vecino, hay que hacerla, casi por obligaci¨®n, en un aparente equilibrio inestable.
Hasta que el desp¨®tico Gobierno de Myanmar, una feroz dictadura presidida por una junta militar, no entreabri¨® las puertas del pa¨ªs a los visitantes extranjeros tras cinco d¨¦cadas de aislamiento -las zonas m¨¢s pr¨®ximas al conocido tri¨¢ngulo de oro del opio siguen cerradas-, este para¨ªso lacustre permaneci¨® casi virgen. Todav¨ªa hoy, cuando el impacto del turismo empieza a ser visible, una treintena de etnias ocultan sus tradiciones en las cerca de 200 aldeas desparramadas por las laderas de las espectaculares colinas y monta?as, cubiertas por un exuberante bosque tropical, que flanquean el lago.
Una buena forma de entrar en contacto con ellas, para quien no est¨¦ dispuesto a hacer senderismo, es visitar los mercados que se celebran rotativamente, con una cadencia de cinco d¨ªas, en varios de los 17 pueblos ribere?os, como los de Ywama, Nanpan, Mainthauk o Indein, y a los que el viajero s¨®lo puede acceder, como no pod¨ªa ser de otra forma, en barca.
Las telas naranjas, rojas, amarillas, fucsias, verdes o negras de los trajes y tocados revelan la diferente procedencia ¨¦tnica de estas gentes de rostros bellos, embadurnados en su mayor¨ªa con tanaka, una pasta hidratante de color amarillento hecha con corteza de s¨¢ndalo machacada. Se aglomeran en torno a los peque?os puestos montados al aire libre o bajo amplias estructuras sostenidas por un bosque de columnas de madera, cuyo car¨¢cter de asentamiento provisional, despu¨¦s de que el fen¨®meno de El Ni?o obligara a llevar los mercados flotantes a tierra firme hace algunos a?os, parece haberse hecho definitivo.
En este ambiente colorista y bullanguero, el roce f¨ªsico realza todav¨ªa m¨¢s el car¨¢cter amable de este pueblo -digno, pese a estar oprimido-, que acostumbra a devolver las miradas con una sonrisa, y cuya dulzura llega a conmover m¨¢s que el paisaje.
El producto estrella de estos mercados, adem¨¢s del pescado, ya sea fresco o seco, son los tomates, producidos por toneladas en los campos flotantes del lago. Los intha han perfeccionado a lo largo del tiempo una t¨¦cnica que les permite cultivar sobre la superficie del agua. A base de sucesivas capas superpuestas de limo seco y algas o jacintos, que han de renovar todos los a?os, han logrado una extensa y f¨¦rtil huerta, dispuesta en bandas de 15 metros de largo por dos de ancho, sujetas al fondo con estacas de bamb¨² para evitar que vayan a la deriva. Aqu¨ª siembran, adem¨¢s de tomates, jud¨ªas, cebollas, melones, papayas, betel y flores, que compiten en belleza con las orqu¨ªdeas salvajes de las laderas boscosas.
Dados y cartas
Ocasionalmente, en los mercados tambi¨¦n hay puestos de juego, una actividad prohibida por el Gobierno, pero tolerada de forma pasiva en ocasiones se?aladas. Al igual que ocurre en Occidente con las m¨¢quinas tragaperras, muchos hombres y mujeres se aglomeran, con las cestas de la compra a sus pies, en torno a las mesas del juego de los seis animales, divididas en recuadros, en cada uno de los cuales hay dibujado un tigre, un elefante, una tortuga, un pez, una gamba y un pavo real. Los jugadores depositan su dinero sobre una de las im¨¢genes y uno de ellos pone en movimiento un gran dado que reposa en la parte superior del panel vertical que limita la mesa por un extremo, en cuyas caras est¨¢n representados los seis animales. Si la imagen del dado coincide con la apuesta se gana el doble de lo jugado. No muy lejos, ocultos en chamizos de bamb¨², se juega a las cartas.
A veces ocurre que lo mundano y lo divino est¨¢n separados por una corta y estrecha senda, como en Indein, donde no muy lejos del mercado se alza un complejo de templos centenarios que parecen salidos de un cuento infantil. Cientos de peque?as estupas, altas y estilizadas, coronadas muchas por capirotes met¨¢licos torcidos, semejan un ej¨¦rcito de gnomos saliendo de la espesura del bosque. Pese al abandono, se respira el mismo aire de espiritualidad y placidez que emana del entorno de los muchos monasterios y pagodas que reflejan sus imponentes siluetas de teca en las aguas, como los de Yangon Shwe Gu, Nga Phe Kyaung o Phaung Daw Oo, donde se guardan las estatuas de Buda, deformadas a base de las pegatinas de pan de oro adheridas por los fieles, que en el mes de octubre se pasean por el lago transportadas en las barcas reales, en un llamativo festival. Al atardecer, el lago se llena de las barcas que vuelven de los campos flotantes a los palafitos y casas de bamb¨² de los pueblos, y el cielo se satura de cometas que tanto ni?os como mayores hacen volar desde los balcones de sus casas, cuyas zigzagueantes siluetas se reflejan en unas aguas por momentos doradas.
GU?A PR?CTICA
Datos b¨¢sicos- Prefijo telef¨®nico: 0095.- Moneda: kyat de Myanmar (un euro equivale a unos ocho kyats).- Poblaci¨®n: Myanmar tiene47 millones de habitantes.- Clima: hay tres estaciones: la fr¨ªa, de octubre a febrero (temperaturas entre 20 y 24 grados); la calurosa, de marzo a mayo (entre 30 y 35 grados), y la estaci¨®n de lluvia, de junio a septiembre (entre 25 y 30 grados).C¨®mo irLos viajes organizados (que incluyen vuelos, alojamiento, circuito y, seg¨²n el programa, comidas) por Myanmar suelen incluir una parada en el lago Inle. ?stas son algunas mayoristas.- Catai (www.catai.es; en agencias) incluye el lago Inle, por ejemplo, en un viaje de 13 d¨ªas, desde
1.905 euros por persona.- Excellence Tours (en agencias; www.excellencetours.com) tiene dos programas por Myanmar e incluyen el lago Inle: 16 d¨ªas, a partir de 1.980 euros, y 12 d¨ªas, a partir de 1.700.- Nobel Tours (en agencias; www.nobeltours.com) incluye el lago Inle en sus circuitos por Myanmar; por ejemplo, en uno de 10 d¨ªas, a partir de 1.529 euros.Informaci¨®n- Turismo de Myanmar(www.myanmar-tourism.com).- www.myanmar.com.
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