El d¨ªa de las elecciones
LOS CAMBIOS DE OPINI?N en el marco de los sistemas democr¨¢ticos, gobernados en gran medida por la incertidumbre, impiden descartar los vuelcos inesperados en las urnas; de a?adidura, los comicios municipales del 27-M y el anuncio del regreso de ETA a la senda del crimen hacen todav¨ªa m¨¢s imprevisible en estos momentos el desenlace de la legislatura. Ser¨ªa aventurado dar por descontadas las estrategias de los socialistas y populares durante los pr¨®ximos meses. Y s¨®lo el gremio de los magos se atrever¨ªa a profetizar los acontecimientos futuros cuyos desaf¨ªos deber¨ªan afrontar ambos partidos de aqu¨ª a las elecciones. El ex presidente Aznar crey¨® que la cort¨ªsima derrota del PP en las municipales de 2003 saldaba para siempre sus responsabilidades pol¨ªticas por la foto de las Azores y aseguraba la mayor¨ªa absoluta al candidato popular en las generales; ni siquiera los ocultistas profetizaron el atentado del 11-M y la instrumentalizaci¨®n del crimen por el Gobierno popular para fines partidistas.
Zapatero ratifica el prop¨®sito de agotar el periodo cuatrienal de la legislatura, que expira el 1 de abril de 2008, y descarta la disoluci¨®n anticipada de las Cortes y el adelanto de la convocatoria electoral
Nadie puede predecir tampoco la fecha exacta de celebraci¨®n de las elecciones. El presidente Zapatero ha reiterado su prop¨®sito de agotar la legislatura, que concluir¨¢ cuatro a?os despu¨¦s de la constituci¨®n -el 2 de abril de 2004- de las Cortes. Aznar cumpli¨® por dos veces la promesa de terminar su mandato como signo de normalidad democr¨¢tica, un argumento disonante con la prerrogativa presidencial de disolver las C¨¢maras (art¨ªculo 115 de la Constituci¨®n) y con la pr¨¢ctica de adelantar la fecha electoral por razones de conveniencia del partido en el poder, t¨ªpica de la inmensa mayor¨ªa de los reg¨ªmenes parlamentarios. Los desmentidos a este respecto de los presidentes del Gobierno deben ser tomados a beneficio de inventario: el prop¨®sito de devaluar la moneda y de anticipar las elecciones suele ser negado hasta un minuto antes de ser adoptada la medida. La necesidad de dar cierto respiro a los votantes para que vayan recuperando el apetito perdido ante las urnas y cur¨¢ndose de la desgana abstencionista registrada en los comicios del 27-M no es un argumento convincente. En realidad, los preparativos de las legislativas ya han comenzado, sea cual sea la fecha definitiva de la disoluci¨®n de las Cortes: ¨²nicamente queda por saber cu¨¢nto tiempo durar¨¢ la campa?a electoral.
Descontados julio y agosto de 2007 (las vacaciones veraniegas del Parlamento) y enero y febrero de 2008 (la interrupci¨®n invernal del periodo de sesiones), las C¨¢maras s¨®lo dispondr¨¢n de cuatro meses y medio de actividad parlamentaria -a menos que se habiliten plenos extraordinarios- para aprobar los presupuestos de 2008 y las reformas estatutarias y proyectos de ley en tramitaci¨®n. Una crisis de Gobierno que prescindiera de ministros desacreditados o ineficientes y diese entrada a pol¨ªticos veteranos capaces de transmitir mayor confianza al electorado (una especie de s¨ªntesis b¨ªblica -dir¨ªa un bromista- entre el Nuevo Testamento de Zapatero y el Antiguo Testamento de Felipe Gonz¨¢lez) tampoco ofrecer¨ªa grandes oportunidades al renovado Gabinete para lucir sus virtudes. Pero tambi¨¦n es cierto que el agotamiento de la legislatura -el tope m¨¢ximo del periodo cuatrienal es el 1 de abril de 2008- dejar¨ªa sin margen de maniobra al presidente Zapatero para responder a desaf¨ªos inesperados.
Las preguntas de historia virtual -?qu¨¦ habr¨ªa ocurrido si Aznar hubiese disuelto las C¨¢maras en el verano de 2003 en vez de llamar a las urnas el 14-M?- no tienen respuesta concluyente, pero ayudan a reflexionar sobre escenarios alternativos a los hechos reales. Desde un punto de vista contrafactual, el presidente Zapatero no lo tiene f¨¢cil a la hora de escoger la fecha electoral m¨¢s favorable o menos peligrosa para su Gobierno. La situaci¨®n de pa¨ªses como Afganist¨¢n y L¨ªbano, donde hay presencia militar espa?ola, la amenaza de ETA, el terrorismo islamista, la coyuntura econ¨®mica y la negociaci¨®n de los presupuestos son algunas de las variables merecedoras de an¨¢lisis. Sin contar con el surgimiento de factores imprevisibles -por definici¨®n, actualmente inimaginables- y con eventuales cambios de la estrategia del PP en los pr¨®ximos meses.
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