Sin papeles, pero con derechos
Un tribunal reconoce a un inmigrante el derecho a cobrar el paro pese a carecer de permiso de trabajo y no haber cotizado
Todav¨ªa le asaltan de vez en cuando las pesadillas de los inmigrantes, ese sue?o opresivo donde alguien con uniforme le para en la calle, le pide los papeles que no tiene y le env¨ªa de vuelta a su pa¨ªs. Desde hace unos meses, los sue?os de Udalrico, boliviano de Santa Cruz, son de otra ¨ªndole, despu¨¦s de a?os de sinsabores y explotaci¨®n. A diferencia de otros tantos, ¨¦l no se resign¨® al abuso y, venciendo el miedo, recurri¨® a la Justicia, que ha determinado que no tener los papeles en regla no equivale a carecer de derechos.
Udalrico Taboada Moza, de 27 a?os, y su "doctor", el abogado laboralista bilba¨ªno Roberto Cadenas, han conseguido que el Tribunal Superior de Justicia del Pa¨ªs Vasco obligue al Inem, en una avanzada sentencia, a anticipar a este inmigrante el pago del subsidio de desempleo por el tiempo durante el que efectivamente trabaj¨®, sin tener en cuenta que carec¨ªa de permiso de trabajo y residencia y de que sus empleadores lo ten¨ªan sin contrato de trabajo y no lo afiliaron a la Seguridad Social ni pagaron las cotizaciones sociales.
Udalrico cobraba 31 euros por jornadas de 12 a 18 horas diarias bordando camisetas
Los hechos reconocidos en la sentencia de la Sala de lo Social constituyen su mejor pasaporte para conseguir la ansiada regularizaci¨®n y vivir con su mujer y sus tres hijas en Vizcaya. Y poder ganarse la vida sin tener que soportar calladamente condiciones de trabajo inhumanas, emparedado entre el temor y la amenaza. "El empresario siempre te atemoriza con que si metes ruido te la juegas con la polic¨ªa", suelta Udalrico con la naturalidad de haberlo vivido m¨¢s de una vez.
Ese temor, y la esperanza luego frustrada de lograr la regularizaci¨®n, le hizo soportar durante casi dos a?os unas condiciones ignominiosas. A saber, jornadas de 12 a 18 horas, muchas de ellas en horario nocturno, y sin descanso semanal. Horas y horas pegado a la m¨¢quina de coser, bordando escudos del Athletic de Bilbao y de otras marcas en prendas de vestir. Precisa que "cada escudo del Athletic lleva 8.000 puntadas", que hay que multiplicar con las 400 camisetas que estaba obligado a despachar cada d¨ªa en el taller de la empresa Bordado Express SL de Leioa (Vizcaya). O cada noche. Porque, para dificultar que la Inspecci¨®n de Trabajo descubrieran que trabajaban de forma irregular, Udalrico y otra compatriota boliviana estuvieron un a?o trabajando de noche.
"Entr¨¢bamos a las siete de la tarde y sal¨ªamos a las ocho de la ma?ana, tambi¨¦n los domingos", relata. Trece horas nocturnas por 31,54 euros al d¨ªa. Toda una extenuante jornada por la mitad, aproximadamente, de lo que cuestan en la tienda oficial las camisetas del Athletic que bordaban.
Udalrico soport¨® el insomnio y ese sueldo de miseria por la promesa de la administradora de la empresa de que iba a arreglar su situaci¨®n en el proceso de regularizaci¨®n especial por trabajo de la primavera de 2005. ?l reun¨ªa todas las condiciones: llevaba en Espa?a desde antes de agosto de 2004, estaba limpio de antecedentes penales y ten¨ªa trabajo. "Siempre me dec¨ªa que me iba a regularizar, que tuviera paciencia, que el r¨ªo va lento".
Hubo un momento en que la empresaria, de origen argentino, le hizo rellenar los impresos, y ¨¦l pens¨® que ya estaba hecho, que "ya hab¨ªan metido los papeles" y estaba en Espa?a con todas las de la ley. Pero fue s¨®lo una farsa. En el proceso de 2005, muchos empresarios presentaron aposta la documentaci¨®n con deficiencias para que fuera rechazada, afirma el abogado Roberto Cadenas. Cuando un amigo le sac¨® del enga?o -"Pero, vamos a ver, d¨®nde tienes la tarjeta de residencia", le sacudi¨® para convencerle- fue la primera vez que Udalrico se rebel¨®. Arm¨¢ndose de valor, se encar¨® con su empleadora y le exigi¨® que cumpliera lo prometido, porque quer¨ªa volver sin temores a Bolivia para visitar a su madre, de 84 a?os. Y se encontr¨® con el desplante chulesco de la empresaria: "Si me da la gana a m¨ª, te regularizo ahorita; y si no, te vas a la calle", cuenta que le respondi¨®.
Despechado, sali¨® del despacho y se march¨® a casa, pero a la noche le llamaron para que regresara al trabajo. Y tuvo que tragarse su rabia y volver, porque su mujer, embarazada de su tercera hija, se encontraba enferma y necesitaba llevar dinero a casa. Sin embargo, una amiga de su esposa le puso en contacto con el abogado laboralista Roberto Cadenas, quien le aconsej¨®, como primera medida, que denunciara su situaci¨®n a la Inspecci¨®n de Trabajo. A las 2.45 del viernes 29 de julio, el inspector, acompa?ado de la Ertzaintza, llam¨® al timbre de la lonja y Udalrico, en lugar de esconderse con su compa?era en el cuartito sobre la escalera, como les hab¨ªan dicho que hicieran si se daba el caso, les franque¨® la puerta.
El acta de la inspecci¨®n se la dej¨® a la administradora de la empresa "paradita" sobre el teclado de su ordenador y se march¨® a casa a dormir. No pudo hacerlo durante mucho tiempo, porque le llam¨® su encolerizada empleadora. "Tan pronto me insultaba con las peores palabras como me promet¨ªa que iba a arreglar mi situaci¨®n si cambiaba la declaraci¨®n". Pero Udalrico no cedi¨® y al d¨ªa siguiente acudi¨® al trabajo a su hora, acompa?ado de una amiga. Cuando le echaron de malas maneras, y dej¨¢ndole de pagar el sueldo del ¨²ltimo, su testimonio fue definitivo para que ganara en el juzgado de lo social la demanda por despido improcedente que present¨® contra Bordado Express.
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