La reconciliaci¨®n, desde el rigor hist¨®rico
En estos ¨²ltimos a?os han proliferado las interpretaciones de nuestro m¨¢s reciente pasado colectivo -esto es, de la incivil Guerra Civil de 1936 a 1939 y de la dictadura fascista que se prolong¨® hasta m¨¢s all¨¢ de 1975- no ya faltas del m¨¢s m¨ªnimo rigor hist¨®rico, sino pre?adas de una gran carga de intoxicaci¨®n pol¨ªtica. Algunos seudohistoriadores, opinadores y publicistas han intentado reescribir la historia a su antojo, en un ejercicio revisionista, puesto siempre al servicio de sus particulares intereses ideol¨®gicos.
Frente a este fen¨®meno, se ha alzado la voz de un importante grupo de prestigiosos historiadores y juristas catalanes que, convocados por la Fundaci¨®n Carles Pi i Sunyer con motivo de una jornada de estudio sobre Viol¨¨ncia, Repressi¨® i Just¨ªcia a Catalunya (1936-1975), dieron a conocer unas conclusiones tan contundentes como ejemplares, que juzgo de especial utilidad cuando parece haber llegado ya la hora de hacer memoria justa de nuestro m¨¢s reciente pasado colectivo. En estas conclusiones parten del car¨¢cter leg¨ªtimamente democr¨¢tico de la Segunda Rep¨²blica y de la constataci¨®n de que en aquella ¨¦poca en Europa era habitual la defensa y pr¨¢ctica de la violencia por parte de sectores pol¨ªticos diversos, tanto de derechas como de izquierdas. Subrayan que la insurrecci¨®n militar del 18 de julio de 1936 fue la ¨²nica responsable de la Guerra Civil y de toda la violencia subsiguiente, para pasar a se?alar que la violencia en la retaguardia republicana fue condenada por las instituciones p¨²blicas, aunque no puede ser considerada del todo espont¨¢nea porque en parte corri¨® a cargo de militantes y grupos integrados en organizaciones pol¨ªticas y sindicales.
Por lo que respecta a la violencia cometida en la retaguardia franquista, se se?ala que "fue consubstancial a los objetivos antidemocr¨¢ticos de los sediciosos", "una violencia dise?ada y ejecutada desde el poder emergente para depurar a la sociedad, eliminando la anti-Espa?a". Se destaca que "en ning¨²n momento, ni las autoridades militares, ni las civiles, ni las eclesi¨¢sticas del nuevo Estado franquista denunciaron la violencia ni intentaron ponerle fin". M¨¢s contundentes son a¨²n las conclusiones sobre la larga posguerra. "Con el franquismo configurado como una dictadura totalitaria, la violencia contra cualquier forma de disidencia y de oposici¨®n qued¨® institucionalizada en un formidable aparato represivo, que s¨®lo desapareci¨® con el fin de la dictadura". Se?alan que "este aparato, que incorpor¨® normas penales retroactivas y practic¨® la tortura con total impunidad, se convirti¨® en un signo de identidad b¨¢sico del r¨¦gimen y, al mismo tiempo, en una condici¨®n esencial para asegurar su estabilidad. La dictadura franquista vulner¨®, hasta sus ¨²ltimos d¨ªas, los derechos humanos y las libertades civiles b¨¢sicas en cualquier sociedad democr¨¢tica".
Estas conclusiones -firmadas, entre otros, por Borja de Riquer, Marc Carrillo, Carlos Jim¨¦nez Villarejo, Jos¨¦ Antonio Mart¨ªn Pall¨ªn, Josep Llu¨ªs Mart¨ªn Ramos, Carme Molinero, Pelai Pag¨¨s, Hilari Raguer, Manel Risques, Joan M. Thomas, Francesc Vilanova, Pere Ys¨¤s, Joan B. Culla, ?ngel Duarte, Ferran Gallego, Andreu Mayayo, Anna Sall¨¨s, Ricard Vinyes y hasta m¨¢s de una cuarentena de historiadores y juristas- tienen una elocuente reflexi¨®n final: "Consideramos inaceptable la actitud de quienes ahora reaccionan airadamente contra todo intento de sacar del olvido y retornar su dignidad a las v¨ªctimas de la violencia franquista. Es significativo que aquellos que nunca han condenado la dictadura ahora se opongan a esta pol¨ªtica de reconciliaci¨®n y de justicia, con el pretexto de que se trata de hurgar en viejas heridas. En este sentido, es particularmente lamentable la campa?a del episcopado espa?ol de cara a las beatificaciones o canonizaciones masivas anunciadas para el pr¨®ximo octubre en Roma. Es conveniente recordar que la pol¨ªtica desarrollada por el r¨¦gimen franquista de s¨®lo reconocer a las v¨ªctimas de la denominada 'causa nacional' y su utilizaci¨®n vengativa, comport¨® la negaci¨®n de una aut¨¦ntica voluntad de reconciliaci¨®n". Por todo ello, adem¨¢s de instar a las instituciones a que "promuevan el reconocimiento, la memoria y la reparaci¨®n de todas las v¨ªctimas de la dictadura franquista", piden que, "haciendo uso de un aut¨¦ntico esp¨ªritu de reconciliaci¨®n, tambi¨¦n deben cuidar por el respeto y la memoria de aquellos ciudadanos que, por razones de condici¨®n social, opci¨®n ideol¨®gica o creencias religiosas, fueron v¨ªctimas de la violencia desatada como reacci¨®n a la sublevaci¨®n del 18 de julio de 1936". Esto es, reconciliaci¨®n, desde el rigor hist¨®rico.
Jordi Garc¨ªa-Soler es periodista.
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