Sombra y oscuridad
Al final, Garret Quirke, desencantado pat¨®logo forense, avisa de que va a hacer algo -l¨¦ase: va a "armar una buena"- quiz¨¢ porque "en toda mi vida, nunca he hecho nada".
No es el caso de John Banville, quien, habiendo hecho tanto, se viste aqu¨ª de Benjamin Black para hacer algo que no hizo hasta ahora y que muy pocos suelen hacer. En sus palabras: "Ser otro sin dejar de ser el mismo". Y trasladar esta maniobra al tratamiento de un determinado g¨¦nero. Porque El secreto de Christine es una de esas contadas ocasiones en las que nos enfrentamos no a una novela negra sino a algo que podr¨ªa llamarse novela oscura. Algo que no s¨®lo abduce y mezcla y transforma -y parodia- con elegancia lugares comunes del thriller duro sino que, adem¨¢s, los trasciende. A saber: persecuciones y palizas, chica fatal, corrupci¨®n en las alturas. A?adir una muy lograda atm¨®sfera (Dubl¨ªn en los a?os cincuenta recordando a la Viena de El tercer hombre) y a un perdedor "h¨¦roe" fitzgeraldianamente obsesionado por los modales diferentes de los ricos y poco dispuesto a conformarse con la versi¨®n oficial de los hechos.
EL SECRETO DE CHRISTINE
Benjamin Black
Traducci¨®n de Miguel Mart¨ªnez-Lage
Alfaguara. Madrid, 2007
395 p¨¢ginas. 19,50 euros
Nos enfrentamos no a una novela negra sino a algo que podr¨ªa llamarse novela oscura
Y es en un art¨ªculo en el que Banville "conversa" con Black donde el autor consagrado soporta con gracia la siguiente acusaci¨®n de parte de su flamante sombra: "T¨² dedicas tus p¨¢ginas a la especulaci¨®n de por qu¨¦ este o aquel personaje realiz¨® esta o aquella acci¨®n sin dar nunca la m¨¢s m¨ªnima explicaci¨®n. ?sta, si me permites, es una de las razones por las cuales eres criticado. Mi camino, en cambio, es el de la acci¨®n. Lo que mis personajes hacen es lo que son. T¨² piensas; mi mirada observa y reporta". De acuerdo, puede ser. Pero no dividir f¨¢cilmente las aguas ¨¤ la Dr. Banville & Mr. Black. Porque tampoco es que el "pensante" primero -quien admira al Simenon sin Maigret y ha disfrutado de la lectura de Cain y Stark- se valga del "activo" segundo para relajarse y divertirse. Por lo contrario, lo que aqu¨ª se ofrece es -prosa cerebral, ritmo muscular- la indiscutible maestr¨ªa de Banville aplicada al inesperado v¨¦rtigo de Black para seguir por fuera y por dentro a Quirke.
Escrita originalmente como un gui¨®n televisivo nunca producido y convertida en novela, El secreto de Christine es el principio de una hermosa amistad: Banville acaba de terminar su segunda novela como Black y con Quirke -titulada The Black Swan- y ya est¨¢ pensando en una tercera entrega. Y atenci¨®n: quirk, en ingl¨¦s, significa rareza. Y, para muchos de los seguidores de Banville, El secreto de Christine ser¨¢ una rareza. Acelerada narraci¨®n en tercera persona. Casi no hay p¨¢gina donde no suceda algo. Y as¨ª -con Quirke investigando la muerte de una mujer ca¨ªda en desgracia y departiendo en un bar con su amigo escritor Barney Boyle, que apenas esconde al ver¨ªdico Brendan Behan- se enreda y desenreda un sorprendente argumento donde la Iglesia cat¨®lica, la mafia, la masoner¨ªa y los clanes familiares se trenzan en una lucha a muerte por un beb¨¦ desaparecido en Irlanda y aparecido en Estados Unidos. El resultado es un lluvioso melodrama donde casi todos son culpables, el amor no redime a nadie, y la gran escritura entre l¨ªrica y cl¨ªnica de Banville es, una vez m¨¢s, la ¨²nica forma de justicia en un paisaje podrido por odios ancestrales.
Hace unos meses, en estas p¨¢ginas, se le pregunt¨® a Banville: "?El estilo es rey y la trama soldado raso? ?O viceversa?". A lo que Banville contest¨®: "El estilo avanza dando triunfales zancadas, la trama camina detr¨¢s arrastrando los pies". Cabe pensar que Black afirmar¨ªa lo contrario. De ah¨ª que el mejor elogio que se le puede hacer a los dos autores es comunicarles que ambos est¨¢n equivocados. En El secreto de Christine tanto estilo como trama avanzan triunfales. Y el ¨²nico que camina detr¨¢s arrastrando los pies es el cada vez m¨¢s asqueado Quirke. Y de m¨¢s est¨¢ decir que, al final, Quirke descubre lo que estaba escondido y que el haber hecho "algo" no le convierte en alguien m¨¢s feliz de lo que era cuando apenas ten¨ªa en claro la triste hora de cierre de su pub favorito.
Pero no importa: bien hecho. Muy bien hecho.
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