El desamor rompe el coraz¨®n de la izquierda francesa
La ruptura sentimental entre S¨¦gol¨¨ne Royal y Fran?ois Hollande agrava la divisi¨®n en el Partido Socialista Franc¨¦s
"Todo esto no habr¨ªa pasado si le hubieras pedido que se casara contigo". En esta frase, dirigida al primer secretario del Partido Socialista Franc¨¦s (PS), Fran?ois Hollande, y atribuida al n¨²mero dos de la formaci¨®n, Fran?ois Rebsamen, est¨¢ la clave del ascenso y ca¨ªda de S¨¦gol¨¨ne Royal, su descoordinada campa?a como candidata a la presidencia de Francia y el final de su relaci¨®n sentimental con Hollande. La historia de un desamor, de un coraz¨®n herido. Y el comienzo de un enfrentamiento por el liderazgo de la izquierda.
Desde que a finales de 2005 comenzara a perfilarse la candidatura de la primera mujer que se ha quedado a un paso del palacio del El¨ªseo, la pregunta sobre c¨®mo funcionaba esta pareja estuvo en la mente de todos. ?Eran c¨®mplices y ten¨ªan un plan para conquistar el poder? ?Dejaban la pol¨ªtica en el descansillo cuando volv¨ªan a casa? ?Segu¨ªan juntos o estaban separados? Muy poco o nada trascendi¨® a la opini¨®n p¨²blica. Aparentemente la familia gozaba de buena salud, pero en realidad era un infierno.
Hollande se refugi¨® en casa de un amigo que ha terminado en el Gobierno de Sarkozy
Se aprestaban al asalto al poder en su madurez. Pero una infidelidad lo ech¨® todo al traste
Royal y Hollande formaban una pareja casi perfecta. Compa?eros de promoci¨®n en la Escuela Nacional de la Administraci¨®n (ENA), padres de cuatro hijos sin haber pasado por el matrimonio, ascendieron en las filas del Partido Socialista; ¨¦l lleg¨® a la cabeza del partido y ella a ministra y, finalmente, a la presidencia de la regi¨®n de Poitou-Charentes. Estaban en su madurez y se aprestaban al asalto al poder. Pero una infidelidad lo ech¨® todo al traste.
En el interior del partido los problemas de la pareja eran conocidos por todos, aunque nadie se atreviera a mencionarlos en su presencia. Como explica el senador Claude Bartolone, lugarteniente del ex primer ministro Laurent Fabius, uno de sus rivales, las relaciones entre Fran?ois y S¨¦gol¨¨ne eran "como el tri¨¢ngulo de las Bermudas; todo el mundo prefiere dar un rodeo por miedo a desaparecer".
Jean Christophe Cambadelis, diputado socialista por Par¨ªs y hombre de confianza de su otro rival, Dominique Strauss-Khan, acaba de publicar su personal ajuste de cuentas con la pareja en el libro Parti pris (partido tomado, en el doble sentido) y relata que "en los pasillos de Solferino" -la sede parisiense del Partido So-cialista- "nos sent¨ªamos como ni?os inquietos ante las disputas entre pap¨¢ y mam¨¢. No se hablaba de otra cosa. Ya no estaban juntos. Se hab¨ªan reconciliado, iban a reconciliarse...". Hasta que, terminada la campa?a presidencial, dos periodistas de Le Monde, Raph?elle Bacqu¨¦ y Ariane Chemin, desvelaron los problemas de la pareja en su libro La femme fatale.
En alg¨²n momento de la segunda mitad de 2005, S¨¦gol¨¨ne Royal sospech¨® por primera vez una infidelidad por parte del padre de sus hijos. "Busca y encuentra", dicen las autoras del libro. Y la rival es una periodista "bella, rubia y viva". Ella, la mujer ¨ªntegra, dura, con un sentido de la moral al viejo estilo, intenta recomponer la pareja. Le pide a Fran?ois que se tome un tiempo fuera de casa para reflexionar.
?l encuentra cobijo en casa de los mejores amigos de la pareja, Jean Pierre Jouyet y su mujer, precisamente uno de los pol¨ªticos socialistas que ahora forma parte del Gobierno de Nicolas Sarkozy. "Una pareja, dos libertades", aseguran que repet¨ªa para justificar sus infidelidades. Pero ella s¨®lo se muestra dispuesta a perdonarle si se compromete a no caer nunca m¨¢s en la tentaci¨®n. Le propone incluso una boda de fantas¨ªa, en la Polinesia, con collares de flores y gran ruido medi¨¢tico. Pero Hollande no quiere ni o¨ªr hablar del asunto. Entonces ella decide seguir adelante, al margen de lo que ¨¦l haga. "Cuando se pierde el amor de un hombre se puede estar tentada de buscar el del pueblo", dice en una sorprendente entrevista.
La campa?a electoral arranca con la semilla de la discordia firmemente instalada entre la ambiciosa candidata a la presidencia y el primer secretario del partido, que adem¨¢s es el padre de sus hijos. Porque lo que ambos pactan -tal vez lo ¨²nico que pactan- es que el asunto queda "entre par¨¦ntesis", seg¨²n el t¨¦rmino que ella misma ha utilizado despu¨¦s al anunciar la ruptura.
Royal se siente libre para lanzar su candidatura y maniobra de forma implacable. Hollande cree hasta el ¨²ltimo momento que manteni¨¦ndole el camino despejado frente a las presiones de los llamados elefantes del partido -Laurent Fabius y Strauss-Khan, pero especialmente el derrotado candidato de 2002, Lionel Jospin- en realidad se est¨¢ dejando abierta la puerta a s¨ª mismo. Pero esto era no contar con la determinaci¨®n de una mujer que a esas alturas ya se comparaba con Juana de Arco. Su victoria en las primarias del partido dej¨® zanjado que ella era la candidata.
Cuando arranca la campa?a para las presidenciales, la ruptura entre el partido y la candidata es total. Royal instal¨® su cuartel general a 300 metros de la sede del partido -en realidad, a?os luz- y ahora se ha sabido que ella se hizo instalar una habitaci¨®n privada contigua a su despacho, a la que nadie ten¨ªa acceso. De este modo no ten¨ªa que volver a casa por la noche.
Un periodista recuerda c¨®mo en una conversaci¨®n informal le preguntaron sobre el futuro pol¨ªtico de Hollande en el caso de que ella consiguiera la presidencia. "Es con ¨¦l con quien ten¨¦is que hablar", les respondi¨®. "?Pero no lo han hablado nunca juntos?", replicaron los periodistas. "No, no lo hemos hablado juntos", zanj¨® ella. "No es posible, no viven bajo el mismo techo", conclu¨ªa el interlocutor. Y era cierto. Tendr¨ªan que haber sido imbatibles: ¨¦l, encabezando el partido, ella como candidata. Pero la relaci¨®n entre ella y el partido era la relaci¨®n entre ella y Hollande. No funcionaba, eran dos equipos en constante competici¨®n. "Nunca escuch¨¦ palabras m¨¢s duras sobre Hollande que en el equipo de Royal, y rec¨ªprocamente", se?alaba un alto cargo socialista.
Hollande viajaba por toda Francia. S¨®lo comparti¨® un mitin con ella. Nunca hablaba de su vida privada. Ni siquiera en broma. Encontraba las formulas sem¨¢nticas para regatear el asunto. Ella, por contra, ha teatralizado siempre su vida pol¨ªtica. En realidad nunca la ha separado de su vida privada. Como su rival, Nicolas Sarkozy. Incluso ahora, cuando anuncia la ruptura, dice primero que le ha pedido a ¨¦l que abandone el domicilio y que ¨¦ste ha aceptado. Y a continuaci¨®n se?ala que se dispone a presentarse como candidata a la direcci¨®n del PS.
La discreci¨®n con que la prensa ha tratado los problemas de la pareja Royal-Hollande, la omert¨¢ que se ha mantenido sobre el asunto hasta despu¨¦s de la cita con las urnas, contrasta enormemente con el trato que ha recibido la otra pareja, la que ha salido vencedora, la formada por Nicolas y Cecilia Sarkozy. Cuando la actual pareja presidencial se rompi¨® en el verano de 2005, el nombre de la periodista que ocupaba el v¨¦rtice del tri¨¢ngulo se conoci¨® enseguida. Y cuando Cecilia decidi¨® buscarse un sustituto por su cuenta, la fotograf¨ªa de ella junto al publicitario Richard Attias en Nueva York ocup¨® la portada de Paris Match.
Nadie ha publicado ninguna fotograf¨ªa de Fran?ois Hollande con su amante. Desde la izquierda y el centro, empezando por S¨¦gol¨¨ne Royal y siguiendo por Fran?ois Bayrou, se ha acusado una y otra vez a Sarkozy de jugar con ventaja gracias a su control de grandes grupos de comunicaci¨®n. Una fama que ¨¦l mismo se ha encargado de fomentar, exhibi¨¦ndose con sus grandes amigos los empresarios Arnaus Lagardere y Martin Bouygues, y por otro forzando el despido del director de Paris Match, Alain Genestar, por la citada portada.
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