"Demoi-cracia"
Agotada por su ampliaci¨®n geogr¨¢fica, un gran proyecto mal ejecutado, la Uni¨®n Europea parece haberse quedado sin ¨¦lan vital. El rescate de la Constituci¨®n Europea bajo la forma de un tratado simplificado, no es sino un remiendo, aunque preserve gran parte de las disposiciones del original. Lo peor es que demuestra que la construcci¨®n europea est¨¢ sin proyecto. El hilo conductor de este ejercicio es el impulso a la pol¨ªtica exterior com¨²n y la posibilidad de flexibilizar los avances en la integraci¨®n de modo que todos no tengan que estar en todo. Puede socavarse as¨ª la cohesi¨®n y solidaridad de la UE. La creaci¨®n de instituciones, cuyo nombre se rebaja -el ministro europeo de Asuntos Exteriores se quedar¨¢ en Alto Representante-, no puede sustituir la falta de pol¨ªtica, como se ha ve en los temas gordos, de Irak a Oriente Pr¨®ximo. En segundo lugar, porque dejar que los miembros se agrupen seg¨²n sus intereses implica que los dem¨¢s se desentiendan. Es lo que puede pasar con la Uni¨®n Mediterr¨¢nea que propone Sarkozy. O con la cooperaci¨®n b¨¢ltica. A cada cual su patio vecino. Europa podr¨¢ avanzar, pero en orden disperso, como en las pol¨ªticas, en las que se multiplican las posibilidades de cooperaci¨®n de reforzadas, de optar por no participar, o las abstenciones constructivas. Es, sin embargo, inevitable a 27 y m¨¢s por venir. Pero demuestra que la UE como conjunto no sabe d¨®nde ir.
Los ciudadanos no quieren dejar ya a las elites pol¨ªticas europeas, hacer o deshacer lo que les venga en gana, pero a la vez piden m¨¢s liderazgo pol¨ªtico, individual o de c¨ªrculos de dirigentes de los pa¨ªses m¨¢s selectos, como refleja una encuesta de la Fundaci¨®n Bertelsmann realizada en 14 pa¨ªses. Alemania y Angela Merkel est¨¢n a la cabeza en todos lados, menos en Polonia, el Reino Unido y Hungr¨ªa. Los espa?oles no resultan entusiastas de la canciller. Prefieren de largo que el grupo l¨ªder sea el de los dirigentes de los pa¨ªses del euro.
Ha faltado en estos a?os en la construcci¨®n europea cultivar una dimensi¨®n que se introdujo en el Tratado de Maastricht (1992): la ciudadan¨ªa europea, que conlleva un plus de derechos para los ciudadanos de los Estados miembros por pertenecer a la UE. Se abandon¨® el esfuerzo de enriquecer el concepto debido sobre todo a los daneses y otros reticentes a lo que ve¨ªan como una p¨¦rdida de identidad propia. Aunque algo se ha avanzado en la pr¨¢ctica (en el voto pasivo y activo de los residentes comunitarios en las elecciones municipales), y en otros derechos (ahora los fundamentales de la Carta) no se ha avanzado lo suficiente en este terreno desde Maastricht, a pesar del espacio Schengen sin fronteras (para algunos) o de un programa de intercambio de estudiantes como Erasmus que han hecho m¨¢s por cimentar Europa que muchas grandes pol¨ªticas. Tampoco en la Constituci¨®n Europea, y menos en el tratado simplificado que la sustituir¨¢.
La dimensi¨®n de la ciudadan¨ªa podr¨ªa servir para compensar la falta de un demos, un pueblo, sobre el que basar la democracia de esta Europa. Como recordaba recientemente en Madrid la profesora Kalipso Nicola?dis, estamos en una Uni¨®n de demoi (pueblos) en una demoi-cracia. La UE es una Uni¨®n federal; no (ni lo ser¨¢), un Estado federal. La democracia propiamente dicha se hace en cada Estado no a nivel de la UE, al menos para el Consejo, y de ah¨ª la importancia de la unanimidad sobre las reglas del juego (y la dureza de las negociaciones sobre los contratos b¨¢sicos que son los tratados) y de involucrar a los parlamentos nacionales. Incluso las elecciones al Parlamento Europeo son una suma de comicios nacionales. En cuanto a los refrendos, lo m¨ªnimo, democr¨¢ticamente hablando, ser¨ªa que los que han tenido ocasi¨®n de hacerlo, pudieran volver a votar sobre el texto devaluado, excesivo para algunos, insuficientemente para otros. S¨ª parece que Irlanda tendr¨¢ que hacer una consulta vinculante.
Europa requiere una mayor dosis de democracia deliberativa. Los ciudadanos seguimos aqu¨ª, y en general pedimos m¨¢s Europa. Rescaten la ciudadan¨ªa, que los ciudadanos rescataremos a Europa. No nos olviden.
aortega@elpais.es
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