El pintor atormentado
La Pedrera refleja con 60 obras la lucha entre abstracci¨®n y figuraci¨®n de Nicolas de Sta?l
Nicolas de Sta?l fue un hombre atormentado. Hizo de la pintura su patria y su familia, y cuando la presi¨®n creativa y intelectual se le hizo insoportable acab¨® con su vida. Su breve e intensa trayectoria son el eje de la exposici¨®n Sta?l 1914-1955, abierta en el centro cultural de Caixa de Catalunya en La Pedrera hasta el 24 de septiembre y que re¨²ne unas 60 obras reveladoras de una constante pugna interior entre abstracci¨®n y figuraci¨®n que el artista resolvi¨® con la creaci¨®n de espacios evocadores construidos por medio del color.
Nacido en 1914 en San Petersburgo, en el seno de una familia aristocr¨¢tica fiel al zar, Nicolas de Sta?l ten¨ªa tres a?os cuando estall¨® la Revoluci¨®n de Octubre. El exilio y el repentino fallecimiento de sus padres le marcaron de por vida. Fue adoptado con sus hermanas por una familia belga que le proporcion¨® un hogar culto y calido, pero se opuso a ¨¦l desde la adolescencia rehusando seguir los pasos de su tutor en el campo de la ingenier¨ªa.
Su rebeli¨®n se concreta en 1934 con un viaje inici¨¢tico en bicicleta por Espa?a, en donde reencontr¨® a los maestros del pasado que ya hab¨ªa admirado en Holanda, y con un periplo de m¨¢s de un a?o por Marruecos. En tan s¨®lo 13 a?os realiza m¨¢s de 1.600 ¨®leos y unos 1.500 dibujos, tiene dos mujeres, varios hijos y un amor imposible. ?ste protagoniza una de sus ¨²ltimas y m¨¢s sobrecogedoras obras: Desnudo de Jeanne, un cuerpo hecho de luz, apenas esbozado, casi fantasmal, como si se resistiera a ser apresado por el lienzo. En la exposici¨®n le acompa?an dos estudios de desnudos a carboncillo, casi a tama?o real, que realiz¨® unos meses antes de su muerte: Jeanne no pos¨® para ellos, son dibujos de ausencia. "Como si la mujer que imaginabas de pie ante ti s¨®lo hubiera dejado al irse -para provocar constantemente tu imaginaci¨®n- las sombras de lo que antes fuera su cuerpo", escribe John Berger, en una carta imaginaria dirigida al pintor.
El recorrido se abre con De la danza, de 1946, la obra que marca su consagraci¨®n en el ¨¢mbito de la abstracci¨®n y contin¨²a con las Composiciones, que se caracterizan por una paleta reducida, basada en grises y verdes, y una t¨¦cnica original, que combina brocha y esp¨¢tula. Pero su inquietud intelectual, que trasciende la simple dicotom¨ªa entre abstracci¨®n y figuraci¨®n y le impulsa a establecer un di¨¢logo continuo con la tradici¨®n, vuelve a dar un giro a su obra. Sus telas se vuelven m¨¢s figurativas y regresan los paisajes y las naturalezas muertas, dos g¨¦neros pr¨¢cticamente abandonados por la pintura de la ¨¦poca.
Tambi¨¦n su paleta cambia y los colores apagados de sus comienzo dejan paso a colores violentos y contradictorios: si antes sus cuadros se asemejaban a una sinfon¨ªa ahora son piezas de jazz. Es la ¨¦poca de los Futbolistas, pintados despu¨¦s de un hist¨®rico partido nocturno entre Francia y Suecia y tambi¨¦n de los paisajes de Sicilia. Sus obras se venden bien y los marchantes le presionan cada vez m¨¢s: la leyenda cuenta que en 1954 se vio obligado a pintar 280 obras.
Para olvidar sus tormentos personales, se encierra en la pintura, trabaja incansablemente en varios lienzos a la vez y en nuevas xilograf¨ªas para los poemas de Ren¨¦ Char, su gran amigo junto con Braque. A finales de 1954 se instala en Antibes, donde prepara una gran exposici¨®n para el Museo Grimaldi. De regreso de un concierto pide prestado el fuerte de la Punta del Cabo para representarlo en una gran tela: Le gran concert, que dejar¨¢ inacabada el 16 de marzo de 1955 cuando, tras cerrar su estudio con llave, subi¨® a la terraza que hab¨ªa encima del tejado y se lanz¨® al vac¨ªo.
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