La bofetada pierde fuerza
El n¨²mero de adultos que dar¨ªa un tortazo a su hijo para educarle ha descendido de un 40% a un 25% en una d¨¦cada - La mayor¨ªa de los casos de violencia son por negligencia
Los espa?oles est¨¢n dejando de pensar que los bofetones y los azotes son la mejor soluci¨®n para meter en vereda a un hijo d¨ªscolo, pero de forma lenta y un poco contradictoria. En 10 a?os, el porcentaje de adultos que pensaban que era "necesario" darle un bofet¨®n a sus hijos para imponerles disciplina ha bajado del 40,5% en 1997 al 25,6%, seg¨²n la ¨²ltima encuesta del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas (CIS). Cuando se pregunta, sin embargo, algo m¨¢s gen¨¦rico, como si "a veces es necesario pegar a un ni?o para educarlo", el porcentaje sube al 57%. "Porque una cosa es pensar en abstracto y otro imaginarse dando un bofet¨®n", opina Pepa Horno, responsable del programa de violencia e infancia de la ONG Save The Children, que present¨® ayer un informe sobre el tema.
De cualquier forma, el castigo f¨ªsico no es la principal forma de violencia contra los ni?os. Entre el 70% y el 80% de los casos detectados por los servicios sociales auton¨®micos ten¨ªan que ver con la negligencia. Con conductas como conducir bebido o demasiado r¨¢pido llevando a menores en el coche, no ponerles el cintur¨®n de seguridad, dejarles solos en casa durante horas o permitir que ni?os muy peque?os tengan que hacerse la comida porque sus padres est¨¢n trabajando.
Cambio legal
Aunque esas negligencias son un problema serio, para muchos expertos el castigo f¨ªsico como recurso consciente plantea quiz¨¢ mayor gravedad. Aunque el cambio en la sociedad es lento, la ley ya se est¨¢ cambiando. El cuestionado art¨ªculo 154 del C¨®digo Civil, que dejaba la puerta entreabierta al cachete al facultar a los progenitores para corregir "razonable y moderadamente" a sus hijos, est¨¢ a punto de ser reformado. El cambio se incluy¨® dentro del reciente proyecto de ley de adopci¨®n internacional para evitar cualquier ambig¨¹edad y desterrar, de una vez para siempre, la posibilidad del castigo f¨ªsico. Si se aprueba tal y como est¨¢ redactado, los padres tendr¨¢n que ejercer la patria potestad con respeto a la integridad "f¨ªsica y psicol¨®gica" de los hijos.
Resulta pr¨¢cticamente imposible encontrar a alg¨²n experto que defienda, aunque sea como ¨²ltimo recurso, dar un cachete o una colleja para educar. Aunque pueden diferir al dar las alternativas correctas (marcar l¨ªmites o confiar, castigar o centrarse ¨²nicamente en el di¨¢logo), se muestran absolutamente de acuerdo en que el castigo f¨ªsico no es nunca una opci¨®n v¨¢lida.
"La bofetada es la consecuencia de la incompetencia del educador", asegura Joan Josep Sarrado, pedagogo que trabaja con delincuentes juveniles desde el Departamento de Justicia de la Generalitat de Catalu?a. "Estas actitudes se producen", contin¨²a, "porque las personas tienden a repetir lo que aprendieron de peque?os, con lo que el cachete presuntamente educativo se convierte en un c¨ªrculo vicioso: el ni?o que hoy lo recibe lo acabar¨¢ dando cuando sea adulto".
"Lejos de educar, lo que hace es maleducar, porque los ni?os aprenden una visi¨®n del mundo en la que la violencia f¨ªsica es un elemento importante", explica el psic¨®logo infantil, secretario general del Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, Jos¨¦ Antonio Luengo. Este experto entiende que el cambio se produce poco a poco en los padres sobre todo, porque el cachete "es la soluci¨®n m¨¢s r¨¢pida y m¨¢s sencilla".
La palabra que m¨¢s repiten los expertos cuando se les habla de "cachetes a tiempo" o de "bofetones como ¨²ltimo recurso" es "hipocres¨ªa". "Cuando alg¨²n padre defiende que es necesario dar de vez en cuando una bofetada, le respondo siempre: '?Y por qu¨¦ no te pegan a ti cuando te equivocas?", expone Bernab¨¦ Tierno, psic¨®logo y pedagogo.
Sarrado y Tierno consideran que el di¨¢logo y la confianza son las ¨²nicas herramientas educativas a tener en cuenta. Pero Luengo s¨ª cree en algunos castigos. Por ejemplo, la eliminaci¨®n de algo positivo (la paga o la tele) o la aplicaci¨®n de algo negativo (encargarse de limpiar el coche o bajar la basura). Probablemente, la mayor¨ªa de los padres se queden, al menos de momento, con la propuesta de Luengo.
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